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Opinión. Dichos y hechos de la Semana Santa I. El Diputado de Cruces


Aunque Artesacro es una página de rabiosa actualidad, los que tienen a bien leer las opiniones de este diputado saben que siempre me gusta dejar pasar un tiempo prudencial para reflexionar, oír, leer y así poder opinar con mayor conocimiento. Por ello y en pos de esa actualidad, no se preocupen, no me voy a repetir con lo acontecido en la Cuaresma, aunque creo firmemente que hay cosas sobre las que no se debe pasar página, ya que de aquellos lodos (y de otros que hemos querido olvidar con demasiada rapidez) vienen estos barros que ahora nos cubren hasta las cejas y más arriba.

Bueno, pues pasada ya más de una semana, repasemos algunos de los hechos (y dichos) que han marcado esta Semana Santa tan extraña.

- En primer lugar, está claro que una de las pocas ventajas que tiene las Hermandades de Vísperas es la de adaptar sus horarios a las circunstancias climatológicas. Así lo hicieron, con gran acierto, Alcosa y San José Obrero, que realizaron unas muy brillantes estaciones de penitencia. Sorprendió que no lo hiciera también Torreblanca y algunos quisieron ver incoherencia en que no sacaran los pasos a la puerta en la tarde del Sábado de Pasión. Pues a éstos, decirles que no saben de la misa la media y que no han comprendido nada, aunque parece que los acontecimientos de febrero han afectado a la hermandad.

- El Domingo de Ramos apareció uno de esos fenómenos meteorológicos que nos hacen darnos cuenta que no somos nada, a pesar de nuestra ciencia: inesperado, impredecible, de fuerza casi indetectable. Un chaparrón, no muy largo en el tiempo, pero muy duro, que nos cogió de sorpresa y que deshizo el día. Y como consecuencia, la constatación de que las normas que se están aplicando en estos casos de interrupción de las salidas procesionales son totalmente absurdas. En base a estas normas, se impidió a la hermandad de Jesús Despojado hacer aquello para lo que había salido a la calle, estación de penitencia en la Santa Iglesia Catedral y eso que ésta casi le cogía de paso. Yo creo que nadie duda que la hermandad salió (como hicieron las demás) con pleno convencimiento que no iba a mojarse. Y se tuvo que refugiar. Y la tarde mejoró y permitió el regreso a su capilla. Y en vez de dejarla continuar su estación de penitencia (ya había pasado por La Campana, luego se podría haber reincorporado a la carrera oficial por Martín Villa y Sierpes), se la obliga a ir por Cuna, cruzar la susodicha carrera oficial y, a escasos metros de la Catedral (que debiera ser el objetivo principal, para alcanzar el cual se debería ayudar en todo lo posible a las hermandades y no al revés), girar para su iglesia. Me resulta incomprensible. Con hechos así, cada vez resultará más difícil convencer a nadie de que salimos a la calle a realizar un acto de culto público y no a jugar a los pasitos (salvo, claro, que ni nosotros mismos nos lo creamos).

- Por otra parte, después de lo visto este año, también va a resultar cada vez más complicado descargar las responsabilidades de estas (pongan aquí el calificativo que quieran, yo prefiero dejarlo en absurdas, aunque no es lo que me pide el cuerpo) normas en el CECOP (y aquí, este diputado también debe entonar el mea culpa), ya que este organismo ha demostrado una flexibilidad y eficiencia absolutamente encomiables. Se han cambiado, reorganizado y organizado los dispositivos de seguridad en minutos, alterado recorridos (con todo lo que ello conlleva), movido los cuerpos de seguridad con rapidez, retirados obstáculos casi al instante, todo en beneficio y al servicio de las cofradías. Así que si, por todo ello, ya cuesta creer que el CECOP es el ideólogo de las dichosas normas, ¿cuál es la mente a la que se le han ocurrido? ¿Y con qué fin? Da la impresión que con ellas se pretende evitar ciertos desmanes que están en la mente de todos. Pero, si han existido o van a existir tales desmanes, lo que hay que hacer es sancionar a sus responsables (y ojo, me refiero a las personas y no a las hermandades, que éstas no son  culpables de las burradas que puedan inventar sus dirigentes) y no castigar a todos por igual.

- De todas formas, independientemente del pensador que las ingenia y de la pluma que las firma, el verdadero problema de estas normas está en esos hermanos mayores que las acatan sumisamente, sin una protesta. Me vienen a la mente los nombres de varios grandes cofrades, lamentablemente desaparecidos, a los que nadie les hubiera impuesto algo como esto. ¡Cuánto los echamos de menos y cuánta falta nos hacen en estos tiempos de zozobra! Porque el nivel de los actuales dirigentes salta a la vista.

- Y hablando de las normitas, o no nos la cuentan como son, o no son como nos las cuentan, o, lo más seguro, yo no me entero de nada. ¿No habíamos quedado en que si una hermandad se queda refugiada y suspende su estación de penitencia, si el traslado de vuelta se hace en la mañana de otro día de la Semana Santa, debe terminar antes que salga la primera de ese día? ¿Ahora resulta que no, que debe terminar antes de las tres? Si esto es así, también, de paso, se desmonta otra vez lo de echarle las culpas al CECOP, por aquello de los dispositivos de seguridad. Todos los días, a las tres hay cofradías en las calles, por lo que si un traslado termina a esa hora, hay, por fuerza, que duplicar los citados dispositivos. Por otra parte, lo del respeto a las hermandades del día no me lo creo, cuando vemos que al empezar a salir las hermandades de la Madrugá todavía están algunas del Jueves Santo en la calle y, de hecho, no me parece que tenga la menor importancia, siempre que los traslados no afecten a los horarios e itinerarios del día. ¿Y lo de regresar por el camino más corto? ¿Está la Capilla de los Marineros más cerca de la Catedral por el Puente de Triana o por el de San Telmo? Insisto, las normas me parecen absurdas, pero, o se las hacen cumplir a todos o las olvidamos para todos (esto último sería lo mejor, ¿a que sí?).

- Tampoco entiendo que a hermandades como la Esperanza de Triana o Los Gitanos (o San Gonzalo el año pasado) se les obligue a volver de forma tan alejada a su natural forma de ser, esto es, sin música (se puede discutir si, con los partes que manejaban debieron haber salido o no, pero una vez que lo hicieron y tuvieron que refugiarse, imponerles este corsé en sus regresos me parece descabellado). En este contexto me pregunto: los nazarenos de ambas hermandades cogieron sus cirios e insignias para acompañar de vuelta a sus titulares, los costaleros sus costales, pero, ¿y los músicos? Porque ambas hermandades tiene bandas propias formadas por hermanos, ¿verdad? En fin que creo que las cosas se podían hacer de una forma más natural y sevillana, sin tantos inventos raros, que al final sólo crean tensiones y malestar y, por supuesto, sin echarles las culpas a otros.

- Y ahora, para colmo, el Consejo General quiere diseñar un protocolo que se pueda aplicar en  los días de lluvia. Más normas raras, ya verán. ¡Para echarse a temblar!

Bueno, seguiremos otro día que todavía queda mucha tela que cortar.

diputadocruces@yahoo.es

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