En mi mente…Araceli. Moisés Viretti

Dime tu Madre mía…, cuéntame susurrante al oído la historia de estos años atrás, de penas y alegrías, de proyectos e ilusiones, de verdades y mentiras; cuéntame Araceli, cuéntame…

Tu voz apenas se escucha, pero tu mirada bendita   y fina cara de nácar entre repujada plata me dice que la alegría, emoción e ilusión se palpa en las bóvedas de la Parroquia de San Andrés. Función Principal, con esmero, trabajo y los tuyos, ¡que decir de ellos ¡ que hasta corrían por los pasillos para que nada te faltase; Cornelio con sonrisa de oreja a oreja por todo lo logrado; Federico, sufriente vestidor aunque todo esté preparado, y los demás, no hay palabras; lágrimas de emoción corrían por sus mejillas al verte cruzar la puerta de la Iglesia.

Te he rezado, te rezo y te rezaré Araceli, y en la Santa Misa buscaba mis respuestas en tu sagrada voz, pero no la encontraba, permanecías callada, pero sonriente, atenta, feliz y sobre todo, triunfal de todo lo trabajado años atrás. Mirada constante, mirada continua y entrante; suena el llamador, y los costaleros van a llevarte, van a elevarte, van a alabarte, a bendecirte, a cantarte una Salve…a la Gloria Madre nuestra, a la Gloria como bien nos enseñaste.

‘’Marías’’ de antaño se agolpan en tu salida por que aun no creen lo que sus ojos ven, pero estos, al ser bañados por la emoción de sus lágrimas, pueden notar en el temblor de sus manos que no están soñando, que es una realidad, que se han puesto sus mejores vestidos y galas para acompañarte, y que durante toda la mañana y toda la tarde no han parado de tener constancia de la cuenta atrás de aquel viejo reloj de un pasillo que parecía que tu salida, fuera imposible, o ahora que todo es una realidad, deseaban que fuera interminable.

Desde que me ilustraron de ti, y me hablaron de tu advocación, siempre me dije…¿Cuándo veremos Araceli por las calles de Sevilla?...en Mayo del 2014 tuve el honor de acompañarte, y jamás se me olvidará tu divino rostro, en mi corazón tu leve voz, en mi mente… tu mirada Araceli.

Foto: Juan Alberto García Acevedo.