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Apoteosis Macarena de 24 horas de duración


Daniel García Acevedo. La Hermandad de la Macarena celebró las bodas de oro de la coronación canónica de su amantísima titular ayer sábado, 31 de mayo, mismo día que hace 50 años, en 1964.

Y la forma de celebrarla también fue la misma, salvo que en aquella ocasión la lluvia frustro el traslado a la Plaza de España y la coronación de efectuó en la misma Catedral.

A las 8 de la mañana salía la Esperanza Macarena por la puerta de los Palos de la Catedral con el único acompañamiento de cortejo de la Cruz de Guía y el Estandarte.

La Virgen pasó por la puerta del Consejo de Cofradías, sita en la calle San Gregorio, donde una representación de esta institución le hizo una ofrenda floral.

Además, el edificio de la Institución cofradiera se había engalanado para la ocasión por primera vez en su historia. 

Sobre las 11,35 horas llegó a la Plaza de España donde les esperaba una orquesta sinfónica que interpretó la composición “ La Virgen de la Esperanza ” de Alberto Barea, de unos 20 minutos de duración, mientras el paso de la Señora llegaba hasta el sitio exacto desde donde presidiría la solemne misa estacional. Con el arzobispo de Sevilla y el obispo auxiliar estuvieron cinco obispos más, dos de ellos venidos desde Sudamérica.

Se cantó la misa compuesta igualmente por Alberto Barea “Ave Dulcissima Esperanza Macarena”. Durante las ofrendas y la incensación de las especies y de la mesa, la cantaora Estrella Morente cantó la copla del maestro Quiroga “Esperanza y Macarena”.

 

 

 

La misa estacional terminó sobre las 13,15 horas y enseguida se retomó la procesión, ya que la siguiente parada era la capilla de los Estudiantes, en la Universidad.

Los estandartes participantes formaron un numeroso cortejo, mientras el paso de la Virgen Macarena abandonaba la Plaza de España a los sones del pasodoble “Suspiros de España” nuevamente interpretada por la orquesta sinfónica.

A partir de aquí, retomó la trasera del paso la banda de música del Carmen de Salteras, como desde la salida de la Catedral lo venía haciendo.

Minutos antes de las 15 horas, el paso de palio entraba en la Universidad por la puerta de la Avenida del Cid, para acceder a la capilla de los Estudiantes por la puerta trasera.

Los titulares de la hermandad del Martes Santo se hallaban en un altar instalado enfrente, junto a la puerta de entrada habitual a la capilla. Una vez dentro el paso se celebró un acto sencillo, donde se rezaron unas oraciones, se entregaron mutuamente unos obsequios y el hermano mayor de los Estudiantes dirigió unas palabras de salutación a la Macarena.

 

Tras la visita a la hermandad estudiantil, el paso se dirigió al Rectorado de la Universidad , sin solución de continuidad, llegando sobre las 17 horas, terminando de esta manera, la primera parte de esta larguísima procesión.

Minutos antes de las 19 horas comenzó a salir de nuevo el cortejo, ya formado por los hermanos que habían sacado su papeleta de sitio, con todas las insignias que partieron a la ida. La Macarena salió del Rectorado de la Universidad a los sones de la marcha “Coronación de la Macarena ”, para dirigirse desde la calle San Fernando a la Ronda Histórica y, desde allí, visitar a todas las hermandades que se encuentre a su paso.

El cortejo fue discurriendo por Menéndez y Pelayo con algo de adelanto, demostrando que cuando un paso quiere andar lo hace.

A la capilla de los Negritos llegó con una media hora de adelanto, pero a pesar de esto, al público no le pilló de sorpresa ya que en ese instante en la calle Recaredo no cabía un alfiler.

En la puerta de la capilla había una alfombra de sal con el escudo de la corporación y las leyendas Reina de los Ángeles y Reina de Sevilla que no fue pisada hasta que llegó el paso. Una vez dentro de la pequeña capilla, el Coro de Jesús Despojado, dirigido por Manuel García Negrete, le cantó el himno de la Macarena que, gracias a los compañeros de Ondaluz que realizaron la retransmisión desde el interior del templo, se pudo escuchar desde la calle, por lo que todo el mundo pudo vivir las emociones que se vivieron dentro.

A la salida de la capilla de los Ángeles hubo una petalada desde la azotea y desde el balcón de la casa hermandad le cantó una saeta la artista Erika Leiva, finalista de la primera edición de “Se Llama Copla”.

Fotos: Francisco Santiago / Juan Alberto García Acevedo.










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