Arte Sacro
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  • sábado, 20 de abril de 2024
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El cariño personificado en voz de mando. Isabel Serrato Martín.


Te has retirado – no creo en tu adiós para siempre-, y con tu mirada te llevas el cariño de tus amigos, compañeros, capataces, costaleros… Yo, que tengo la suerte de considerarte mi amigo, retomo las letras –reconozco que también estoy algo retirada-, para darte, a mi manera, todo mi cariño.

Nos conocimos personalmente una tarde de Octubre en la Casa Hermandad del Cristo de Burgos. Allí, paciente, sentado, esperabas a que comenzara la “igualá” y “mudá” de la Virgen del Pilar. En aquel año, 2008, tuve la suerte de ser Pregonera de la Chiquita de San Pedro y allí que me encontraba. Como a ninguno de los dos nos gusta hablar de cofradías, rápidamente encontramos tema para largo y tendido. Allí nuestros caminos se unieron para siempre en amistad, aún sabiendo antes perfectamente quien eras tú y quien era yo.

Tú eras el capataz de Antonio Santiago de pelo blanco que guiaba a Dios por las calles de Sevilla. Tú eras – y eres- el hombre bondadoso, siempre con una palabra de cariño para el costalero, tú eras y eres el cofrade, enamorado del Cristo de la Salud de San Bernardo, a quien no le rezas, le hablas. Eras, eres, capataz de Sevilla, el hombre al que quise apoyar cuando la salud le jugó una mala pasada; eres, demasiado, del otro equipo de la ciudad, pero bueno, te lo perdono. Fuiste el primero en echarme la bronca cuando cerré el blog en el que mis textos se recogían. Te gustaba lo que escribía como espero que te gusten hoy mis palabras.

Has decidido que tu tiempo al frente de mi Cristo de la Buena Muerte, ha concluido y ahora te espero de una manera muy diferente. Seguro que el Domingo de Ramos nos vemos por el foso o en algún momento delante del Moreno, de tu Moreno, Victoria de Dios. Pero… pero el Martes Santo próximo, cuando eches de menos el mirar y encontrar en cada “chicotá” al primer estudiante cristiano, en ese momento quiero que vuelvas a coger en brazos a “Joaquín Rivas VI” y lo lleves ante la mirada del Dios que “me mueve y me conmueve”. Llévalo a ver al Reo de la Calle Oriente, al hombre con la mirada más humilde; ve a ver al Dios en el que creo, al que cada noche rezo. Cuando lo tengas frente a frente te dirá lo mucho que le pedí por tu salud maltrecha aquel año, te dirá lo mucho que le pedí por tu amistad, la de veces que le di las gracias por ponerte en mi vida y las gracias también que le di, a mi Señor de la Presentación, por dejar a Sevilla disfrutar de un gran capataz.

Ahora que te has retirado, le pido a Él que te haga menos dura la ausencia de martillos y que siempre te recuerde como el hombre que tantas veces guió por Sevilla a sus cristianos pies.

Joaquín Rivas: Sevilla, la Sevilla cofrade, estará eternamente agradecida a un hombre bueno que cuando rezaba en voz alta, mandaba los pasos del Señor. Se nos retiró un autentico capataz de Sevilla.

Para siempre, tu amiga, Isa. 










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