Salud en la Candelaria. Francisco Santiago
No soy de plegarias en alto, no me gusta mostrar sentimientos más allá del propio interior, son cosas “muy nuestras, demasiado particulares” y creo que donde mejor están es entre Tú y yo.
Nunca te he pedido nada, de hecho pasabas por mi vida inadvertido, casi ausente, de una forma tan diminuta como tu tamaño académico… Pequeño a la vista, grande para la historia de esta ciudad.
Juanjo Me enseñó a quererte, a hablarte en silencio, a contar los pliegues de tu ropa tallada, a reconocer amigos donde antes sólo había antifaces blancos. Me enseñó a acompañarte, desde tu quinario al via crucis, desde tu altar hasta tu Penitencia, desde febrero hasta el junio Eucarístico, donde también te acompañé con tu Cuerpo en forma de Divina Majestad.
Y ahora me siendo herido, desconsolado a pesar de tu Salud, a oscuras a pesar de la candelería de tu Madre Candelaria. ¿Por qué él y en reiteradas ocasiones? ¿Por qué a su medalla no le otorgas ese sobrenombre que la hace “milagrosa” en noviembre?
No quiero nada para mí, pero necesito que parte de Tu Salud, pase a la de Pérez Bustelo, que la luz de tu bendita Madre se haga llama en Juanjo y que apartes de una vez por todas ese cáliz familiar que parece no terminar de derramarse nunca.
Es lo único que te voy a pedir este año…
Foto: Francisco Santiago