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Carta a Antonio Sánchez Padilla "Un Hermano Mayor de Infanteria". Mariano López Montes


Siempre se ha dicho que la infantería española, era el arma más sufrida y antigua que tenia nuestro ejército, bueno pues hoy que te has ido vistiendo tu túnica carmesí y blanca de tu hermandad, haciendo tu última estación en este mundo después de haberte cerciorado, que ya todas las hermandades la hicieron, justa la hora de partida, cuando La Resurrección caminaba por las calles de aquel viejo barrio.

Sí, porque Antonio era infantería pura, Hermano Mayor de a pie que se recorría una y otra vez las calles de esta bendita, grandiosa y a la vez olvidadiza y un tanto desagradecida ciudad, buscando engrandecer a una hermandad de la que era referente, pedir y buscar sin caérsele los anillos y sin pedir nada a cambio, sin buscar ni desear homenajes ni usar palabras grandilocuentes, ni políticamente correctas.

La última vez que tuve la suerte de estar contigo, fue en un bar de la calle Arguijo, que tiene nombre de hípica, pero que sus parroquianos no tenemos que ver nada con el mundo ecuestre, y como el hombre más feliz de mundo, me enseñabas una joya que sustituía a otra sustraída, pero esta vez mejorada, y como colofón me enseñabas el coste cero que solo tú y no sabemos cómo te las apañarías, para conseguirlo le ibas a entregar a tu hermandad, para que tu Virgen de La Cabeza, reluciera un poco mas este Miércoles Santo.

Esta es la lección la de la humildad, la dedicación, el cariño y el trabajo que muchos cofrades y gestores de hermandades realizan día a día, incluso en Agosto; y este es el ejemplo que el buen Antonio supo trasmitir a todos lo que tuvimos la suerte de conocerlo y apreciarlo. Aunque últimamente las piernas y los dolores te martirizaban, nunca te falló el espíritu de buen soldado de a pie; ya no necesitaras ningún artilugio que te ayude a desplazarte, porque desde ahora en adelante siempre vivirás en el recuerdo y seguirás existiendo, entre esa nube de incienso con olores de azahar que envuelve a tu Cristo a su regreso al barrio de San Vicente.

Descanse en paz y un abrazo a la familia Sánchez Araujo










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