Arte Sacro
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Repercusiones de la talla de Martínez Montañés. Javier Ramos Sáez.


Martínez Montañés, imaginero barroco y de grandes influencias manieristas talló en una época indeterminada una imagen que luego él mismo ensoñaría. Si sólo le hace falta respirar qué grande sería su incertidumbre al pensar que sus manos y su gubia pudiesen hacer tal proeza. Modelo de su época presente y ejemplo de los siglos venideros. La gran talla de Montañés no hace falta nombrarla, ya saben cual es.

Es lo más explícito dentro de lo implícito.

Tal hechura cautivó a la sociedad de su época y fue nombrado en algunos escritos cercanos a su fecha.

Su aventajado alumno se fijó en su maestro. Quién sabe cuál de los dos fue mejor y quién dejó mejor legado. Juan de Mesa talló a Nuestro Padre Jesús del Gran Poder siendo modelo la cautivadora talla exenta de Montañés. Pero a diferencia de su maestro, Juan de Mesa aportó más dramatismo a su nazareno. Aquí hay una rotura de la tradición manierista con la barroca, más recargada en todos los aspectos.

Juan de Mesa adopta una iconografía muy similar al de Martínez Montañés diferenciándose en su larga zancada, una cabeza más tosca y una forma del cuerpo menos idealizada y más realista. Idealismo y realismo se postulan y se equidistan en la misma época. El concepto de Dios lucha con la Realeza. La serenidad con la expresividad.

Siguiendo nuestro tema a través del tiempo nos encontramos en la iglesia del Museo un particular nazareno cuya representación es muy parecida a la que tallara Montañés. Dicho nazareno es de muy reducidas dimensiones siendo una fiel copia al nazareno de Montañés. Este nazareno se concibió para llevar la cruz sostenida por el patibulum o patíbulo transversal cosa que no podemos asegurar con la obra de Martínez Montañés, que por ser una obra cercana al manierismo, su morfología puede estar hecha para que dicha imagen lleve la cruz por el xylon o poste; caso de los nazarenos de Francisco de Ocampo como el de Carmona o los del Silencio y la Candelaria.

La cruz, como la definiera Cicerón, -Cicerón la definió como “crudelissimum taeterrimumque supplicium” o el suplicio más cruel y horrible que existe. (In Verrem 2, 64, 165)– ha sido cambiada a lo largo de la historia, sobre todo en el barroco medio, por cuestiones estéticas. Como mención especial debo añadir al nazareno de la hermandad de San Roque: Nuestro Padre Jesús de las Penas de Antonio Illanes.

Este nazareno de gran valía es un fiel reflejo del que tallara Montañés. Su complexión anatómica, la leve zancada que hace que lleve todo su peso en la pierna izquierda y la curvatura de su espalda dan para pensar que fuese hecho a imagen y semejanza del primitivo nazareno de Montañés.

Y así parece ser, pues cuando se le encargó la talla a Illanes se le dijo que fuese parecida al de Montañés. Diferencias sí que las hay: tiene una barba menos poblada pero más larga y tiene unas cejas más expresivas, cosa que le da más dramatismo y menos serenidad.

La imagen procesional de Montañés no tiene parangón. Ha sido, es y seguirá siendo modelo de futuros imagineros que verán en el nazareno pasionista de Martínez Montañés una luz a sus sombras conceptuales.          










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