Provincia. La Virgen de la Piedad de Castilleja, una joya desconocida del XVII atribuida al círculo de Roldan, en besamanos por primera vez en la historia

Arte Sacro. El viernes 20 de noviembre, víspera de la festividad de Nuestra Señora de la Piedad, la Hermandad de la Calle Real de Castilleja de la Cuesta expuso por primera vez en su historia en besamanos a su antigua dolorosa titular, advocada con ese título, una joya desconocida que se encuentra entre las mejores dolorosas de la provincia de Sevilla.

Hace justo un año, la imagen se repuso al culto después de ser restaurada por D. Manuel Ruiz-Berdejo Cansino, licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, en la Especialidad de Restauración de Pinturas, Escultura y Cerámica. Dichos trabajos consistieron en la recuperación original de la policromía del siglo XVII, la realización de un nuevo candelero y la reposición de pestañas y lágrimas.

La primera restauración que se conoce data de los años cuarenta del siglo XX y la segunda a principios de los ochenta por el taller Isbilia.

De Nuestra Señora de la Piedad, se tiene constancia de su existencia en el templo de la Concepción por un inventario parroquial de 1692. Su busto es de madera tallada y el resto del cuerpo de candelero. Es una escultura esbelta que presenta una mirada hacia abajo, con la boca entre abierta, en la que se puede apreciar la lengua y los dientes superiores, con las manos separadas. Su policromía es suave al estilo de la época, y presenta ojos y lágrimas de cristal con pestañas de pelo natural.

La imagen de la Piedad, del último tercio del XVII muestra una gran maestría en su ejecución y pertenece a la centuria de oro de nuestra imaginería procesional y devocional, verdadero tesoro iconográfico y artístico. Tenemos la enorme suerte de encontrárnosla sin alterar en la base de su fisonomía formal y de talla. Además, muestra una policromía de magnifica calidad y textura, propia de la centuria decimoséptima, en su último tercio, fecha en la que tanto el Profesor Hernández Díaz como otros restauradores y eruditos historiadores del arte, la encuadran.

Si la observamos detenidamente, en los labios y en la nariz vemos un significativo levantamiento del labio superior, dejando entrever una bellísima arruga o deformación del espacio vacío entre el mismo y la nariz, de rasgos orientalizantes, recta y levemente aguileña, a la manera griega de interpretación de dicho elemento del rostro humano. Si nos detenemos un poco más abajo, concretamente en el cuello semiencorvado, con los músculos femeninos levemente señalados, por la congoja sostenida de su llanto-risa, signo visible del Dolor letífico de la Corredención humana, enmarcado por la deformación, quizá involuntaria del autor, de ambas mitades del rostro. Observaremos al mirar a la sagrada imagen, una grandísima coincidencia de caracteres con la imagen de la Esperanza Macarena de la capital hispalense.

En el estudio de la talla, podemos observar sus pabellones auditivos, la forma abultada de su cráneo y el leve aplastamiento de su frente. La podemos concretar en el último tercio del siglo XVII, y más concretamente, en su último cuarto, coincidiendo con las labores escultóricas e imagineras del taller de Roldán; no expresamente con las del autor, por ser éste poseedor de ambivalencias granadinas y sevillanas, rasgos fuera de lugar en esta  dolorosas, pero si con el quehacer de su hija, Luisa Ignacia Roldán, o con el de Benito de Hita y Castillo, con quien algunos autores la han identificado, como Gestoso o González Isidoro, estudioso en profundidad del referido autor.

Procesionaba acompañando al Santísimo Cristo de la Vera Cruz hasta mediados del XVIII, y posteriormente a Ntro. Padres Jesús del Gran Poder hasta finales del XIX. Actualmente es venerada en el Altar del Calvario de la Iglesia Parroquial de la Concepción.

Fotos: Álvaro Heras Damas.