Arte Sacro
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Dulce aroma de Septiembre. María del Amor Rasero Zárraga


Todo vuelve a ser igual. Lo siento en mi corazón, en ese hueco que antes estaba vacío y que, ahora, con tan solo pronunciar tu Nombre se llena y se desborda de amor. Todo ha vuelto a su lugar en esta temprana Cuaresma que me devuelve el Dulce aroma de septiembre. Ha vuelto la Rosa, ya está de nuevo en casa. Ahora todo huele como antes, ya no hay tensiones, ni nervios, ni tristeza, ni dudas.

Te estábamos esperando con anhelos de tu Dulce Nombre: bienvenida a casa, Madre.

Decía el día previo a su regreso mi hermano Luis “Mañana comienza la primavera en San Lorenzo, porque mañana brota su rosa”. Y yo, con su permiso, agrego: y las sonrisas florecerán con Ella. Y así ha sido, porque no cabe más alegría en la cara de los que tanto la queremos. Días de ir y venir, de gentío acercándose a verla, y todos allí con María, para arroparla en su regreso.

¿Qué no es Ella dicen? ¿Qué no es la misma? Muchos han tenido sus dudas, pero al estar a sus plantas hasta el alma se sale del cuerpo para irse con Ella. Los sentimientos son los mismos, el corazón se dispara y el tiempo se detiene en su mirada.

Perdóname, Madre mía, por esas dudas que nacieron en mí cuando volvimos a vernos. Perdóname si derramé lágrimas en vano buscándote, teniéndote delante. Perdóname, porque no sabía lo que hacía ni lo que decía. Bien sabes que ni un solo día tardé en reconocerte. Limpié tu mano, que más limpia no puede estar si cabe. Miré tu rostro, que brillaba más que el sol en tu Rosario de septiembre. Besé tus manos y con el pecho abierto ante tus ojos, esos que me enamoraron de niña, te ofrecí de nuevo el corazón para que en tus manos, Dulce Nombre, por siempre lo lleves.

Te encontré en los ojos de la gente, en las lágrimas que vertían. Te encontré en las manos de todos los que te tocaban y besaban. Te encontré en los piropos y las oraciones que con cariño te entregaban. Te encontré en la bella rosa que a tus pies, mi hermano José Manuel, con amor te dejaba.

Te encontré y Tú me encontraste a mí. Yo me reflejé en tus lágrimas y Tú, Dulce Nombre, en mi mirada.

A María Santísima del Dulce Nombre.

A mis hermanos.

Foto: Fco. Javier Montiel.










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