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Provincia. Benacazón peregrinó con su antiguo Simpecado en la primitiva carreta en conmemoración del Centenario de su Hermandad del Rocío


Manuel Pinto Montero. En plena Cuaresma cuando en numerosos templos comienzan el montaje de pasos procesionales, en el aljarafeño pueblo de Benacazón se preparaban los adornos de las carretas para acompañar a su Simpecado rociero en la peregrinación extraordinaria conmemorativa del Centenario Fundacional de la Hermandad. Desde el amanecer del pasado viernes 26 de febrero los cohetes anunciaban un día grande para el pueblo de Benacazón. Los sones rocieros inundaban sus calles mientras que en el Templo Parroquial de Santa María de las Nieves tenía lugar la Misa de Romeros, celebrada por el párroco y director espiritual de la Hermandad, don José Antonio Morón Pardo.

El antiguo Simpecado de la Hermandad, el segundo en su centenaria historia, presidía el altar junto a la Patrona de la Villa, Santa María de las Nieves. Este Simpecado de 1940, atribuido al taller de Esperanza Elena Caro, está bordado en oro sobre terciopelo azul y se venera durante todo el año en la Capilla de su Casa Hermandad. Tras el rezo de la salve y los vivas a la Virgen del Rocío y a la Patrona benacazonera se iniciaba un extraordinario camino hacia la Aldea del Rocío.

El Simpecado del Rocío se despedía de la Virgen de las Nieves cuando la carreta llegaba hasta las puertas del Templo Parroquial. La hermandad del Rocío para esta peregrinación ha restaurado y rescatado piezas de la primera carreta con la que peregrinó la hermandad en 1916. Se trata de un templete neogótico con cuatro columnas y arcos flamígeros. Parte de esta carreta estuvo en el altar de la Virgen del Rosario del Templo Parroquial. A los pies del Simpecado llevaría una estampa de la Virgen de los Nieves tras una “balconada” que rodeaba la carreta. En las columnas de la carreta se colocaron piñones, en recuerdos de aquellos piñoneros que trajeron la devoción a la Virgen del Rocío.

Pasadas las ocho y media de la mañana el Simpecado era entronizado en la carreta y se emprendía un extraordinario paseo por las calles de Benacazón. La calle Real fue el centro de la devoción rociera por unas horas, donde ni el sol quiso perderse esta histórica estampa. La Hermandad caminó por esta popular calle hasta la Plaza donde se encuentra su Casa Hermandad, desde donde las insignias encabezarían una larga comitiva hasta salir del pueblo. En este punto las 42 carretas tiradas por bueyes esperaban a su Simpecado para acompañarlo hasta la aldea marismeña.

Tras rodear la Plaza y con el repicar de las campanas de su Casa hermandad el cortejo de nuevo buscaba la calle Real cuando la campana de la Capilla de la hermandad de la Soledad la llamaba. Ante sus puertas el Simpecado paró y se rezó la tradicional salve. Emotivo fue el encuentro cuando los sones por sevillanas del grupo Armonía, dentro de la Capilla soleana, llenaba de sentimiento la calle benacazonera.

Entre vivas se despedía de la Soledad mientras las campanas cruceras anunciaban su llegaba. De nuevo la salve se escuchó en la Calle Real para despedirse del Señor de la Vera Cruz y de la Virgen de los Dolores. Del mismo modo se despedía de la hermandad del Rosario en la puerta lateral del Templo Parroquial.

Una gran multitud inundaba la calle Real cuando llegaba ante las puertas del Ayuntamiento donde eran despedidos los romeros. Pétalos y sones centenarios para despedir a la carreta antes de abandonar la Calle Real. El cielo, que ya empezaba a cubrirse de nubes, no evitó que el camino que iniciaba Benacazón fuese menos emotivo y lleno de sentimiento.

Dejaba atrás el Simpecado rociero la Cruz de Mármol y llegaba a las últimas casas del pueblo cuando la carreta volvió su mirada atrás, hacia Benacazón, para rezar la salve de despedida. Cien cohetes en el cielo de Benacazón la despedían antes de continuar el camino hacia la aldea del Rocío. La Hermandad, que ni el frío, el viento y la lluvia evitaron que el camino se enturbiara, continuó hasta el Vado del Quema donde la hermandad del Rocío de Aznalcázar la esperó junto al Templete de la Virgen. El río Guadiamar se sorprendía al contemplar esta estampa poco usual en estas fechas. La llegada al pueblo de Villamanrique de la Condesa, su Hermandad madrina, fue toda una eclosión de fe y de sentimientos. La carreta de madera de Benacazón subía los escalones para quedar a las puertas de la Parroquia de Santa María Magdalena cuando las lágrimas, el repicar de campanas y los vivas se adueñaban de una rociera Plaza de España.

La hermandad del Rocío de Benacazón cruzó el sábado 27 de febrero la Raya Real y el puente del Ajolí para llegar hasta el Santuario marismeño y postrarse con su Simpecado en la Carreta ante la Virgen del Rocío con la luna como testigo del encuentro.

Cien años de Hermandad y de camino son los que lleva el pueblo de Benacazón demostrando su fe y devoción a la Virgen del Rocío. La Hermandad rociera vive unos años de gozo donde todo el pueblo se ha volcado en los distintos actos que la Hermandad ha desarrollado para celebrar estos cien primeros años de vida.

Fotos: Manuel Pinto Montero.










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