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Liturgia. Sobre las vestiduras e insignias del Obispo. Jesús Luengo Mena


El Ceremonial de los Obispos es el libro litúrgico que se ocupa expresamente del ceremonial que ha de usarse cuando celebra el obispo. El actual fue aprobado por la Congregación para el Culto Divino el 14 de septiembre de 1984, en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz y «fue redactado con el fin de que el Obispo y los otros ministros, sobre todo el maestro de ceremonias, puedan encontrar en él todo aquello que es necesario para que las celebraciones litúrgicas, presididas por el Obispo, no se conviertan en un mero aparato ceremonial, sino en una manifestación privilegiada de la Iglesia particular, según el espíritu del Concilio Vaticano II»[1].

En este artículo vamos a tratar expresamente sobre las vestiduras e insignias del obispo, que el CE relaciona en sus números  56 al 67.

Así, se recoge que las vestiduras del Obispo en la celebración litúrgica son las mismas que las del presbítero. Pero es conveniente que en la celebración solemne, según la antigua costumbre, debajo de la casulla vista la dalmática, que podrá ser siempre blanca, sobre todo en las Ordenaciones, en la bendición del Abad y de la Abadesa, y en la dedicación de una iglesia y de un altar.

Sobre las insignias pontificales que porta el Obispo relaciona las siguientes: el anillo, el báculo pastoral, la mitra, la cruz pectoral, y, además, el palio si le corresponde por derecho. Aclaremos que esta insignia no tiene nada que ver con el palio procesional que los cofrades identificamos con la mayoría de los pasos marianos o para traslados o procesión con el Santísimo.

El palio episcopal consiste en una banda estrecha de lana blanca cosida en forma circular y adornada con seis cruces de seda negra, de la cual caen dos tiras cortas en sentido vertical, sobre el pecho y espalda; lo usan los arzobispos y algunos obispos como signo de autoridad y jurisdicción. El Arzobispo residencial que haya recibido ya del Romano Pontífice el palio, lo lleva sobre la casulla, dentro del territorio de su jurisdicción, cuando celebra Misa estacional, o por lo menos con gran solemnidad, y también cuando hace las ordenaciones, la bendición de un Abad, de una Abadesa, la consagración de vírgenes y la dedicación de una iglesia y de un altar.

El anillo, insignia de fe y de unión nupcial con la Iglesia, su esposa, debe llevarlo siempre el Obispo.

El báculo, signo de su ministerio pastoral, lo usa el Obispo en su territorio. Pero puede usarlo, con  consentimiento del Obispo del lugar, cualquier Obispo que celebra solemnemente. Sin embargo, cuando varios Obispos están presentes en la misma celebración, sólo el Obispo que preside usa el báculo.

El Obispo usa el báculo con la curvatura dirigida hacia el pueblo. Cuando lo porte o sostenga ocasionalmente un ministro diferente, generalmente un acólito, debe tener las volutas mirando había atrás. El Obispo lo usa de ordinario en la procesión, para escuchar la lectura del Evangelio, para hacer la homilía, para recibir los votos, promesas o la profesión de fe; por último, para bendecir las personas, a no ser que deba hacer imposición de manos.

La mitra, que será una sola en cada acción litúrgica, puede ser es simple u ornamentada, conforme a la celebración. El Obispo la usará de ordinario: cuando está sentado, cuando hace la homilía, cuando saluda, cuando habla o hace las moniciones, a no ser que inmediatamente después deba dejarla; cuando bendice solemnemente al pueblo, cuando realiza gestos sacramentales y cuando acompaña las procesiones. En cambio, el Obispo no usa la mitra para las preces introductorias; las oraciones; la oración universal; la Plegaria Eucarística; la lectura del Evangelio; para los himnos, si se cantan estando de pie; en las procesiones en las cuales se lleva el Santísimo Sacramento o las reliquias de la Santa Cruz del Señor y en presencia del Santísimo Sacramento expuesto.

Le está permitido al Obispo no usar la mitra y el báculo si va de un lugar a otro y el espacio entre ellos es pequeño.

La cruz pectoral se usa debajo de la casulla o de la dalmática o del pluvial; en cambio, se usa sobre la muceta. La cruz arzobispal (también llamada patriarcal, con doble travesaño) la porta un acólito acompañado de dos ceriferarios y se emplea cuando, después de haber recibido el palio, se dirige a la iglesia a celebrar alguna acción litúrgica y en la procesión de entrada y salida de las ceremonias litúrgicas.

El hábito coral del Obispo, tanto en su diócesis como fuera de ella, consta de la sotana de color violáceo, una banda de seda del mismo color con flecos también de seda como adorno en ambos extremos (sin borlas), roquete de lino o de otro tejido semejante, muceta de color violáceo (sin cogulla, o sea, sin capucha), cruz pectoral sostenida sobre la muceta por un cordón de color verde entretejido con oro, solideo también de color violáceo, bonete del mismo color, con borla (es prenda de cabeza). Si el Obispo lleva la sotana violácea, también usa medias de ese color.

La capa magna violácea, sin armiño, sólo puede ser usada en su diócesis y en las festividades más solemnes, aunque hoy día está en desuso.


[1] CE Proemio

Foto: Miguel Ángel Osuna.










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