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Provincia. Crónica de la Fiesta Diocesana de las Espigas, celebrada en Écija


Fran Granado. El pasado fin de semana, se vivió en la ciudad de las Torres, Écija, la Vigilia Diocesana de Espigas, organizada por los Consejos Diocesanos de ANE y ANFE y la Sección adoradora de Écija. Se congregaron adoradores y adoradoras de la Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española de toda la Archidiócesis de Sevilla, para adorar a Jesús Sacramentado. Como dicen los adoradores: cuando encuentras al Señor en el Sagrario y le descubres en las Sagradas Especies Eucarísticas, tu vida cambia para siempre. El amor de quien es puro Amor te impregna y se refleja en esa alegría especial que siempre acompaña a los adoradores de Cristo Eucaristía.

Recepción y Procesión de Banderas

La recepción se produjo en la Parroquia de Santa María Nuestra Señora, de aire neoclásico y portada principal de estilo barroco, situada en la Plaza de Santa María, donde se ubica el monumento del siglo XVIII en mármol de los patronos de Écija, la Virgen del Valle y San Pablo.

Los adoradores, como hacen al entrar en cualquier Iglesia, buscaron el Sagrario, para arrodillarse ante el Señor, y allí encontraron uno de los Sagrarios más impresionantes de la Archidiócesis. Los Consejos y las diferentes Secciones prepararon sus Banderas, que simbolizan la presencia comunitaria de los adoradores de una Sección o Diócesis. Comenzó la tradicional Procesión de Banderas, con las Secciones adoradoras ordenadas según la antigüedad de las mismas. Siguiendo a la Cruz Parroquial, acompañada por dos ciriales, recorrieron el trayecto que les llevaría a la Parroquia Mayor de Santa Cruz. Durante el recorrido los adoradores entonaron los cantos: “Qué alegría cuando me dijeron”, “Juntos como hermanos”, “Una espiga dorada”, “Anunciaremos tu reino”, “Hacia ti morada Santa” y “No adoréis a nadie”.

Santo Rosario, rezo de Vísperas, Santa Misa y Turnos de Vela

Todo estaba preparado en la impresionante y acogedora Iglesia de la Parroquia Mayor de Santa Cruz, cuyos restos más antiguos se remontan a la época visigoda. En ella presidía el Altar Mayor, la Virgen del Valle, Patrona de Écija.

Con todas las banderas de la Secciones colocadas en torno al Altar, comenzaría el rezo del Santo Rosario, la mejor preparación para el encuentro con Cristo Eucaristía. Para los adoradores la Virgen es fundamental. Por eso Pablo VI animaba a seguir a María, pues es el cauce por donde Jesús llegó y que nos atrae y lleva a Dios.

Seguiría el canto de entrada que realizó primorosamente la Coral de Écija. En la monición inicial, Rafael Corrales, presidente del Consejo Diocesano de ANE (Adoración Nocturna Española), procedió a dar la bienvenida y acogida, expresando el motivo que reunía allí a los adoradores y adoradoras de la Diócesis.

Hoy nos reunimos en torno a la mesa para festejar el Sacramento del Amor, para participar de la Fiesta de la Vida, pues es Cristo mismo quien nos invita a compartir el pan con los hermanos, a darle gracias por los dones recibidos, a sentirnos queridos desde la fe, la caridad y la esperanza fraterna.

Venimos llenos de gozo ante su presencia desde distintos puntos de esta tierra de María Santísima, la primera cristiana, la mujer que fue Pura y Limpia antes de todos los tiempos, la que fue el primer Sagrario de la Tierra, y que preside este Altar desde la advocación de Nuestra Señora del Valle Coronada, Patrona de esta ciudad de Écija que hoy nos acoge. Lo hacemos porque traemos el alma abierta de par en par para escuchar su Palabra, para degustar su Cuerpo, para sentir su presencia en lo más profundo del corazón. Venimos pues, Dios de bondad infinita a mirarte con ojos de niños, a empaparnos con el agua que vivifica y a buscar tu misericordia y perdón.

Desde el sentimiento que como adoradores nos embarga, comencemos esta celebración unidos todos en común unión con nuestros pastores para que el sacrificio que vamos a revivir, en el que Jesucristo se nos va a entregar, una vez más por entero, desde su divinidad, su Cuerpo y su preciosísima Sangre, redunde en nosotros como prenda de su amor y nos colme de bienes espirituales.

Tras el saludo del Sr. Obispo, monseñor Santiago Gómez Sierra, comenzó el rezo de Vísperas, que tras el himno, en su Salmodia incluiría los Salmos 112, 115 y finalizaría con el cántico “Cristo, siervo de Dios, en su Misterio Pascual”.

Todos los presentes participaron de la Santa Misa, de la Eucaristía que es Memorial, Sacrificio, Acción de gracias y Comunión.

Un Obispo adorador del Santísimo Sacramento

Presidió la Santa Misa el Excmo. y Rvdmo. Sr. Obispo auxiliar de Sevilla, mons. Santiago Gómez Sierra, y concelebraban con él los sacerdotes del arciprestazgo de Écija y D. Teodoro León, Vicario General de la Archidiócesis que es el director espiritual y consiliario de la Adoración Nocturna Diocesana.

Mons. Santiago denotaba en sus palabras un profundo conocimiento de la Adoración Nocturna, su alta valoración de la misma y que es adorador del Santísimo Sacramento. En su homilía que se correspondía con el Evangelio según San Lucas, analizó la actuación de Simón, que al recibir en su casa al Señor, ni siquiera tuvo con él los gestos normales de hospitalidad entre los judíos, y la forma de proceder de la pecadora que habiendo sido perdonada mostraba su amor a los pies del Señor.

Decía monseñor que los adoradores ocupan en sus vigilias el lugar de la pecadora, pues las vigilias de adoración no son otra cosa que un detalle de amor al Señor. Aquella mujer expresaba todo su agradecimiento y amor de ese modo, regando los pies del Señor con sus lágrimas, enjugándolos con sus cabellos y ungiéndolos con el perfume. Y los adoradores expresan su amor al Señor, orando de todos los modos como ora la Iglesia. Ahondáis en la enseñanza del Señor con vuestros temas de reflexión en el Turno. Os acercáis al Señor con esa oración vocal, con el Rosario, con la Liturgia de la Iglesia, como acabamos de rezar y comenzar esta Eucaristía, con las Vísperas y las prolongáis con los maitines y Laudes.

Al mismo tiempo, tienen ese tiempo de oración personal y de adoración personal ante Jesús presente en la Eucaristía.

Se transcribe la literalidad de lo expresado por el Obispo Santiago: “A vosotros y a mí, el Señor nos ha dado todo lo que somos y seremos. El que llora ante Jesús, puede llorar por sus pecados o puede llorar también de gratitud y del amor que conoce del Señor y que ha recibido en su vida, y así somos invitados a ponernos a los pies de Jesús cada vez que acudimos a él, presente en la Eucaristía. Por eso yo os invitaría a renovar vuestro Carisma como adoradores y adoradoras, como carisma de Amor, que en la noche y en el silencio busca a Jesús, como aquella mujer, que se enteró que Jesús estaba en casa de Simón y buscó al Señor y se pone a sus pies para mostrarle todo el amor y toda la gratitud. Cada uno de nosotros tiene razones distintas, pero todos, en definitiva, como pecadores perdonados.

Fijaros, nunca nos acercamos a la Eucaristía sin partir de ese reconocimiento de nuestro pecado y de esa individualidad para estar y recibir al Señor. Cada misa que celebramos empezamos pidiendo perdón y reconociéndonos pecadores. Y cuando llega el momento, antes de comulgar, decimos: No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme. Él, que es la Palabra hecha Carne, esa Palabra, es la que nos ha salvado, la que nos ha hecho dignos de poder estar en su presencia.

Hermanos y hermanas adoradores, vivimos nuestro carisma como respuesta amorosa a esta misericordia y este amor misericordioso que Jesús nos ha mostrado a todos, en nuestra vida. Bien sabéis que vosotros no lo hacéis solamente a título personal sino que el adorador y adoradora se sabe en nombre de la Iglesia y en nombre de todos. También con ese sentido de reparación, de querer mostrar al Señor el amor que todos le deben, pero que no todos le responden, y vosotros en nombre de la Iglesia y en el nombre de todos, lleváis al Señor ese gesto de amor hecho vigilia, hecho oración, hecho adoración ante Cristo presente en la Eucaristía.

¿Qué deseo le pido al Señor con vosotros en esta Vigilia?

Que el carisma de adoradores y adoradoras de Jesús Eucaristía se multiplique en nuestra diócesis. Que se enriquezcan los Turnos existentes y puedan nacer otros nuevos.

¡Cuántos títulos tienen tantas asociaciones de “Sacramental! Pero esos títulos de Sacramentales, a veces, no responden a un espíritu de Adoración al Santísimo Sacramento. Los sacerdotes y los obispos, también tenemos una obligación de promover la Adoración Nocturna en nuestra Diócesis. No habrá Nueva Evangelización, no habrá renovación misionera, como el Papa Francisco nos está pidiendo: una pastoral misionera. No habrá misiones, si no hay fervor. Si no hay una ola de fervor que seamos capaces de levantar en las comunidades cristianas, vosotros los primeros como adoradores y adoradoras. También hoy, una Iglesia que no sea fervorosa, que no ponga en el centro de la vida a Jesucristo Eucaristía no podrá ser una Iglesia misionera. Quien no tiene experiencia de Dios, es difícil que pueda hablar de Dios, porque de Dios hablan los testigos, los que han experimentado esa cercanía del Señor y responden a ese amor, transmitiendo el amor recibido de él.

Así se lo pedimos al Señor, que la Virgen Santísima que preside el presbiterio y que en esta ciudad es querida como Patrona, como la Virgen del Valle, que en este Valle de nuestras oscuridades y, muchas veces, de ingratitud, haga que vosotros adoradores y adoradoras seáis Luz y Sal, que pongan luz en vuestras vigilias de oración y que levanten ese testimonio de la fe y del amor al Señor, que puede irradiarse en tantos hermanos y hermanas.

Que la Virgen Santísima, nuestra Madre del Cielo nos ayude a encontrar caminos para vivir esto. Caminos que serán de fervor y de amor al Señor, caminos que serán de comunión entre nosotros. Obra de misericordia es también soportar los defectos del prójimo y trabajar por la comunión fraterna. Y así, de esa manera podemos ser testigos y propagadores de este carisma tan precioso como el Señor entregó a su Iglesia, que es la Adoración Nocturna. Que así sea.

 

Exposición del Santísimo Sacramento y Vigilia

Terminada la Comunión y recitada la oración final de la Misa, mons. Santiago hizo la Exposición del Santísimo Sacramento, cantándose de pie el Magnificat.

El Sr. Obispo recitó la Oración de presentación de adoradores, mientras todos de rodillas respondían: “Venimos, Señor, a tu presencia”.

El Sr. Vicario General, D. Teodoro,  realizó el invitatorio.

Se recitó el Salmo 94 (Invitación a la alabanza divina).

Se organizaron cinco Turnos de Vela, que se iban sucediendo a lo largo de la noche, recitando cada Turno el Oficio de Lectura completo y dedicando un tiempo a la oración personal en silencio. Cada Turno finalizó con un canto a la Virgen.

Se recitó el Te Deum, con hondo espíritu de gratitud al Señor por todos los beneficios a lo largo del último año, especialmente por tantas gracias recibidas en las noches de vigilia eucarística.

Todos los adoradores, de pie, recitaron el compromiso de fidelidad.

Soberano Dios y Señor: Confiamos en tu misericordia, prometemos defender el dogma de la Sagrada Eucaristía y las prerrogativas de la Virgen María, Madre de Dios, tal como nos enseña el magisterio de la Iglesia Católica. Prometemos, además, leal acatamiento y obediencia a cuanto enseñen y manden en el ejercicio de su santa misión apostólica, nuestro Santo Padre el Papa, o nuestros Obispos en comunión con la Santa Sede.

Creemos Señor, robustece nuestra fe. Sálvanos Señor, para que no perezcamos.

Seguidamente los adoradores cantaron el Himno de la Virgen del Valle.

 

EXPERIENCIAS MÍSTICAS DE LOS ADORADORES Y LAUDES

Terminados sus respectivos Turnos de Vela, mientras se espera para realizar el rezo de Laudes, se produce una agradable convivencia entre adoradores, que siempre resulta muy gratificante, pues se comparten las experiencias vividas, en las que fueron llamados por el Señor a adorarle.

Comentaba un adorador, Antonio, que desde siempre era un asiduo de la Iglesia, que era costalero, pero que desconocía dónde estaba el Señor. Hasta que un día, al pasar junto al Sagrario sintió la llamada, se arrodilló ante el Sagrario y sintió en lo más profundo del corazón que el Señor le decía: “Aquí estoy. Desde adora me adorarás”. Y fue así como se hizo adorador, preocupándose por formarse e integrarse en las Secciones adoradoras de los lugares en los que ha residido.

Otro adorador, Rafael, que siempre había gozado de prestigio profesional y reconocimiento social, comentaba que a pesar de tenerlo todo para ser feliz, no lo era, le faltaba algo, se sentía triste: ¿estaré depresivo? Un día, un amigo le dijo, acompáñame y te llevaré a quien te va a sanar. Y le llevó ante el Sagrario de la capilla del colegio mayor Almonte, diciéndole: Aquí está quien te curará. Y en la soledad, ante el Sagrario, sintió que el Señor le decía: Desde ahora tú no, los demás. De ti ya me ocupo yo. Desde entonces, nada falta en su vida y goza de la característica alegría de los adoradores de Jesús Sacramentado.

A las cinco de la mañana, terminados los turnos de Vela ante el Santísimo Sacramento, se reunieron todos los adoradores en el templo para el rezo de Laudes, la Oración de la mañana.

 

 

PROCESIÓN CON EL SANTÍSIMO Y BENDICIÓN DE LOS CAMPOS

Terminado el rezo de Laudes, se organizó la Procesión Eucarística con las diferentes Secciones adoradoras por orden de antigüedad, con el Santísimo Sacramento bajo palio. Ahora el recorrido sería el inverso: De la Parroquia Mayor de Santa Cruz a la Parroquia de Santa María Nuestra Señora, mientras se cantaban los mismos cantos que en la Procesión de Banderas.

Llegados al altar dispuesto para la bendición, en la Plaza de Santa María, delante del monumento de la patrona de la ciudad, la Virgen del Valle, mientras repicaban las campanas, se inciensó el Santísimo Sacramento, se cantó el Pange Lingua y el Tantum Ergo, impartiendo la Bendición con Su Divina Majestad, el Rvdo. D. Francisco Reina Chía, cura párroco de la Mayor de Santa Cruz.

Terminada la Bendición, el Rvdo. D. Francisco Moreno Aldea, cura párroco de Santa María Nuestra Señora realizó la Reserva del Santísimo, terminando la solemne Vigilia con el canto de la Salve a la Virgen María.

Los adoradores regresaron a sus casas llenos de paz y gozo espiritual. Se habían llenado del Señor, para luego ser signo de su presencia y de su Amor. Fortalecidos con el Pan de Vida, siempre estarán disponibles, en actitud de servicio, en entrega constante a Dios, a la Iglesia, a los hermanos…

Redacción y fotos: Paco Burgos (Responsable de Comunicación del Consejo Diocesano de Sevilla de la Adoración Nocturna Española)










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