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Provincia. Peñaflor se rindió ante su Patrona, Nuestra Señora de Villadiego, en vísperas en la Asunción de María


Manuel Pinto Montero. Es el 14 de agosto, Vísperas de la Festividad de la Asunción, cuando el pueblo de Peñaflor camina junto a su Patrona, la Santísima Virgen de Villadiego, en su anual Romería que en este año ha celebrado su noventa y una edición. Fue en 1926 cuando se celebró la Primera Romería en honor de Nuestra Señora de Villadiego y desde entonces el pueblo de Peñaflor no ha faltado a la cita en la explanada junto a la hermosa Ermita.

Al caer la tarde tras rezar y acompañar a la Santísima Virgen en su Ermita el bello palio de tumbilla que cobija a la Patrona de Peñaflor es alzado en el presbiterio iniciándose un camino que le llevará hasta el Templo Parroquial de San Pedro, donde permanecerá hasta el mes de octubre. La devoción a Nuestra Señora de Villadiego en Peñaflor se remonta al siglo XIII y debe su peculiar advocación a los caballeros que ocuparon el fortín, en el mismo lugar donde hoy se levanta su Ermita. Estos caballeros eran oriundos de la localidad burgalesa de Villadiego.  

A lo largo de los siglos la devoción a la Virgen de los Villadiego fue en aumento y se pierde en la memoria el patronazgo sobre la Villa de Peñaflor. La talla actual de la Santísima Virgen es obra de Sebastián Santos llegando a la localidad el 7 de agosto de 1937 tras la pérdida de la primitiva imagen por los sucesos de la Guerra Civil.

A hombros de sus devotos la Santísima Virgen abandona el recinto de su Ermita arropada por numerosos fieles que delante y detrás de su paso camina junto a la Patrona de Peñaflor. Para esta Romería la Virgen de Villadiego ha lucido saya blanca de brocado del siglo XIX y manto de raso blanco, estrenando la toca de sobremanto. Sobre sus sienes portó corona de plata del siglo XVII. Numerosas joyas pudimos apreciar sobre su pecho y en sus manos destacando sobre su mano derecha el cetro de plata. La primera talla gótica del siglo XIII parece que pudo sostener en sus brazos la imagen del Niño Jesús pero los avatares del tiempo hicieron que esta estampa se perdiera y al sustituir la talla en el siglo XVIII no se le colocó la imagen del divino Infante, algo que se mantuvo con la talla actual de Sebastián Santos. En el paso a los pies de la Santísima Virgen podemos encontrar un relicario con las cenizas de la imagen que desapareció en los sucesos de la Guerra Civil.

El campo y las calles de Peñaflor se impregnaron del olor que desprenden las varas de nardos que componían el exorno floral de palio. Peñaflor esperó impaciente, al llegar la noche, la llegada de su venerada Patrona levantando arcos en su honor que embellecen aún más este bello municipio de la Vega del Guadalquivir. Pero antes de su llegada al pueblo la Virgen de Villadiego, escoltada por numerosas carretas y en un ambiente romero visitó la pequeña pedanía de Vegas de Almenara donde sus vecinos la esperan cada año para despedirla hasta el próximo otoño cuando de nuevo, a hombros de su pueblo, regrese a su Ermita.

Hace más de siete siglos que nació la devoción a la Virgen de Villadiego, una devoción que sigue viva en esta localidad de Peñaflor que cada año renueva su amor a la Patrona en vísperas de su gloriosa Asunción.  

Fotos: Manuel Pinto Montero.










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