Mañanas de San Martín. Antonio Sánchez Carrasco

Ayer me escribía mi amigo Oscar desde Villanueva del Rio donde está pasando su confinamiento y el estado de alarma. Justo donde actualmente está el Cristo Redentor Cautivo obra de Esteban Domínguez Aguilar y antiguo titular de la hermandad de San Benito antes de que llegara el titular actual de la Presentación al Pueblo de Castillo Lastrucci.

Con Oscar hablaba de aquellos paseos mañaneros en el centro que nos servían para tomarle el pulso a la ciudad, con más amigos, además de Oscar, como Zamora, Sebas Gallardo o Fernando Alzate

El biznieto de Castillo, mi amigo Jesús es uno de los protagonistas de mis paseos mañaneros que tanto echo de menos. Aquellas visitas a su taller para echar un rato de conversación y ver las últimas obras o ideas que salían de su cabeza.

Mañanas de desayunos candelarios o taquilleros dependiendo de donde fuéramos a andar.

Y sobre todo los jueves. Curiosamente el día en el que pasó a procesionar el antiguo Cristo que nombraba más arriba por las calles de Villanueva. Los jueves de calentitos en el Centuria y de paseos por la calle Feria y aledaños. Justo cuando pensaba en esos días me apareció la foto que acompaña estas letras. Una foto de una de esas mañanas. Donde viene retratada el alma de mi amigo Dano. Y donde aparece Manolito, el eterno capiller de San Martín, que en gloria esté.

Mañanas de entrar donde la Virgen tiene tantas devociones importantes y donde el hombre que esculpió a Dios tiene su tumba. Mañanas de acabar en el Vizcaíno viendo pasar la vida, en ese sentido que tiene el correr del tiempo visto desde una tasca.

La Covid nos ha restado paseos, pero los que ya llevamos en el alma nunca podrá hacer que caigan en el olvido.

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.