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Un Papa estudiante en Sevilla


Virginia López. El Programa Erasmus de intercambio de estudiantes en Europa nació en 1987 y ha permitido que nuestros jóvenes se muevan casi a la par que sus congéneres europeos, más habituados a ello. Por cierto, como hizo notar Antonio Burgos en un recuadro suyo, el nombre del programa no es exactamente una derivación del nombre de Erasmo de Rotterdam sino unas siglas referentes a ese intercambio, pero suponemos, yo me incluyo, que queda implícito el homenaje al gran humanista.

Aunque esto de los viajes de estudios no es algo nuevo, pero como todo proceso propio de la globalización, se ha extendido cuantitativamente.

Los grandes pensadores mantenían una residencia fija y eran sus discípulos los que difundían su saber de nación en nación. Desde sus inicios, las grandes escuelas de pensamiento y las principales universidades atrajeron a los estudiantes más lejanos en la distancia. En ocasiones, la lengua, la etnia o incluso la religión no eran obstáculo para ello y así el saber y las ansias de conocimiento eran el esperanto que unía a la comunidad.

Es el caso de Geriberto de Aurillac que quizá estudió en la Sevilla califal del siglo X. Y como se convirtió en Papa, con el nombre de Silvestre II, se une a la figura de San Juan Pablo II que con sus dos visitas, su avenida y su estatua es el papa más “sevillano”.

 

Estatua de Silvestre II en Aurillac, Francia. En un lateral hay un relieve que lo representa mostrando un reloj mecánico:

En cambio pocos sevillanos saben de este personaje que daremos a conocer a continuación:

Gerberto de Aurillac pudo nacer en Reims o Aquitania en fechas inciertas del segundo cuarto del siglo X, en el seno de una humilde familia de campesinos. Su nombre deriva de la abadía benedictina de San Geraldo de Aurillac donde estudió con gran brillantez. Cuando el Conde de Barcelona Borrell II pasó por la misma, admirado, se lo llevó para ponerlo bajo tutela del Obispo de Vich, Ató, que al ser un apasionado de la astronomía y las matemáticas, abrió ese mundo a nuestro protagonista.

En aquella época, dentro de la Marca Hispánica, sobresale Ripoll como núcleo de intercambio entre los mundos cristianos –tradición isidoriana- y musulmanes –aporte del saber oriental-, lo que permitió al joven francés adquirir las bases de la matemática y astronomía árabes: sistema decimal de numeración – que no introdujo en Europa pero sí difundió ampliamente -, cálculo, tablas astronómicas y conocer instrumentos como el astrolabio. Él mismo, andando el tiempo, llegó a construirlos como el conocido Ábaco de Gerberto, además de relojes hidráulicos, órganos musicales, etc.

Su biografía da muestra de lo apreciado que fue en vida de ahí que se relacionara con las altas instancias del poder de la época que le tocó vivir, como Otón II, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico que lo nombró Abad de Bobbio, donde tuvo célebres alumnos como Roberto El Piadoso, hijo de Hugo Capeto y futuro Rey de Francia, Roberto II, al que sirvió como secretario. Viajó a Roma y conoció al Papa Juan XIII. En Reims fue ordenado sacerdote y ocuparía el cargo de arzobispo de dicha ciudad. Posteriormente lo sería de Rávena.

No hay duda del profundo conocimiento que tuvo Geriberto de Aurillac de la floreciente Al Andalus, bien directamente estudiando como uno más, de lo que no hay constancia; bien indirectamente a través del mercado de libros entre las bibliotecas de Ripoll y Córdoba, verdaderos faros del saber de entonces.

Es el cronista Ademar de Chabannes, compatriota y contemporáneo suyo, quien menciona que residió en la corte califal de los Omeyas y que viajó a Sevilla y Fez.

¿En qué año este estudiante tuvo su “Erasmus” en nuestra ciudad?

Pues no se sabe porque realmente son muchos los que rebaten tal estancia apostillando aun alguno que no le era menester. Sin ánimos de rebatirlo, dejando a un lado aquello que se desliza por el sinuoso mundo de las leyendas, señalo dos datos que estriban el que Geriberto viviera y estudiara en la Sevilla musulmana del décimo siglo:

-En el año 987 el Conde de Barcelona Borrell II fue el primero en no prestar juramento a los Capeto mientras estaba sometido a vasallaje  al poderoso Califa Omeya.

Borrell II mantuvo una política pacifista con el Califato de Córdoba y envió hasta cuatro embajadas. Destaca la del año 966, un año antes de la llegada de Geriberto a Ripoll. Estancia que duró 3 años por lo que de viajar pudo tratarse de un fugaz viaje como toma de contacto para hacerse con libros e instrumentos o una estancia de carácter académico. En aquellos años el califa era al-Hakam II, que destacó por un reinado pacífico, de grandes construcciones –concluyó la Mezquita de Córdoba- y por un perfil de gran bibliógrafo y hombre cultísimo. Benefició a su concubina vascona Subh que le dio un heredero.

Además está documentado por el historiador Ramón Ordeig que el Obispo de Vic, Ató, estuvo en Córdoba y apunta que posiblemente con discípulos. Si Geriberto de Aurillac, futuro Papa Silvestre II, no pisó nuestra ciudad, sí conoció a los que lo hicieron en aquellos años y que eran estudiosos miembros de la Iglesia. Entre ellos el Guérin, abad de San Miguel de Cuixá y Lupito de Barcelona. Se conserva una carta del año 984 en la que Geriberto le pide a éste último la traducción de un tratado astronómico árabe.

-La lápida de la que dejó constancia el cronista Diego Ortiz de Zúñiga haciendo referencia a lo que había comentado Rodrigo Caro anteriormente y que decía:

En el nombre de Dios poderoso, las
alabanzas de Dios sobre Mahomad y sobre
sus discípulos. Salud sobre ellos por la salud
de Dios, en quien confío, y en Mahomad,
mi amparo: este es el estudio del señor
Marvan, que Dios nos dé su gracia: quien
entrare en su templo y capilla,  y rezare
cuarenta y siete veces, le perdonará Dios
sus pecados, y rueguen por quien lo hizo.
Que lo tenga Dios en su mano.

Esta lápida se encontraba en el alminar de la primitiva Mezquita Aljama, actual Iglesia del Salvador. No es visible hoy día y de existir ha quedado encerrada en el interior de la torre.

Las mezquitas eran centros religiosos y educativos y en torno a ellas se aglutinaban los maestros que en el siglo X tenían bastante libertad de enseñanza. Las madrasas –escuelas- aparecerán con Hixam II en el siglo XI y en el caso de Sevilla cuando ésta fue taifa.

Está documentado que en los aledaños de la mezquita era donde se situaban los maestros- uno sería el llamado Marvan que nombra la lápida-; y que la enseñanza unía lo coránico con el saber de la época, sin distinción como el Trivium (Gramática, Lógica y Retórica) y Quatrivium (Aritmética, Geometría, Astronomía y Música) que estudió Geriberto de Aurillac.

Cuando éste fue nombrado Papa, se convirtió en el primer francés en ocupar la Cátedra de San Pedro. Su papado ocupa del 999 al 1003, por tanto es el Papa del Milenio.

Corrió por la Europa cristiana el miedo al fin del mundo al coincidir el fin del milenio. Mil años después del nacimiento de Jesucristo, se veía el momento idóneo para el advenimiento del Anticristo. En medio de las oleadas de terror que tan bien plasmó el Beato de Liébana en sus Comentarios al Apocalipsis, el único que mantuvo la calma fue este Papa sabio y científico.

 

Los cuatro jinetes del Apocalipsis, en el Beato de Liébana.

La erudición de este papa solo fue superada por su afán de aprender y de hacer uso del conocimiento. Por ejemplo descubrió las notas tironianas – de Cicerón- y las reutilizó en un lenguaje criptográfico que precede a nuestra taquigrafía.

 

Silvestre II y el diablo en una ilustración de 1460.

Su erudición y sobre todo el conocimiento de materias ignotas en su entorno, suscitaron recelos, se le acusó en vida de pactar con el diablo y desde su muerte se tejió en torno a su figura, una densa red  de leyendas. La más destacable es la que habla de su tumba, en San Juan de Letrán, que cada cierto tiempo destila agua y deja oír un crujido de huesos. Dicen que siempre suena cuando muere un Papa.

 

Tumba de Silvestre II en la Basílica de San Juan de Letrán (Roma).

En su papado, destaca la labor evangelizadora y organizadora de las iglesias locales de Hungría –coronó al Rey Esteban I “El Santo”- y Polonia.

¿Un papa nacido en Sevilla?

El Cardenal Nicolás Wiseman nacido en Sevilla el 2 de agosto de 1802 fue papable pero murió repentinamente en 1865.

Otra forma de recordar y venerar a San Juan Pablo II es a través de sus reliquias que han llegado a nuestra ciudad. Fue Chaves Nogales el que recogió una curiosa leyenda que une reliquias con un Papa, del que no da nombre, y un sevillano.

Cuenta así:

Un peregrino sevillano viajó a Roma y obtuvo audiencia con el Santo Padre. Le pidió una reliquia y el Papa quiso darle un puñado de tierra sevillana, donde estuvo enterrada Santa Justa y depositadas las cenizas de Santa Rufina, que había en el Vaticano.

En el momento en que el Pontífice cogió el puñado de tierra con sus manos y la fue a depositar en las de nuestro paisano, comenzó a derramarse sangre, quedando todos maravillados y exclamando el Papa:

¿Para qué buscan reliquias los de Sevilla teniendo enterradas a las santas vírgenes en su tierra?”.

Fotos: Wikipedia (1, 3 y 4)

https://mateturismo.wordpress.com/2010/11/25/estatua-de-gerberto-en-aurillac/ (2)

https://gozarte.net/los-fantasmas-de-roma-la-misteriosa-tumba-de-silvestre-ii/ (5)










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