Arte Sacro
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Otra vez de vuelta con la Lotería. Mariano Lopez Montes


Un año más la ruleta del año ha dado la vuelta de mes a mes, del calor al medio frio y de nuevo hemos llegado todos a un año mas en el carnet de identidad y ahora toca lo que toca o no toca con la emblemática denominación de origen del 22D como tanto se estila en la actualidad.

Unos meses más comprando el dichoso y actualmente impersonal decimito, que con su carácter formal fue desplazando a la papeleta ilustrada con nuestros Cristos y Vírgenes, que colgaban como banderitas de verbena popular al lado de la maquina de café de los bares del barrio o frecuentados por algún adicto parroquiano con cierta influencia en la Hermandad.

Esa dichosa papeleta, cuando era beneficiada con algo de dinerillo, tenia el encanto o la desesperación de conocer a esos esquivos o reticentes Mayordomos de la época, que o bien siempre habían salido para hacer alguna gestión o bien insistían con carácter mendicante a participar como óbolo piadoso o colaboracionista para los cuantiosos gastos o aquel estreno que estaba realizándose en la cofradía y con la colaboración de todos vería la luz este año, y que iba a partir la pana, como popularmente y sin erudiciones se suele decir a pie de calle.

La verdad es que la ilusa quimera de ese dinerillo que viene del cielo y nos puede traer este año la Diosa Fortuna es un excelente Márketing a la hora de la venta que se va desinflando como un globo de aquellos de gas, de los de antes que cuando alcanzaban la libertad, hacían el recorrido inverso es decir desde la tierra al cielo cuando al inocente y la mayoría de las veces cándido se le escapaba del anclaje de sus manitas.

Cuando los cofrades compramos el décimo o los mas acaudalados los décimos de nuestra hermandad, cuando hay varios números ejercemos una pertenencia a esa ilusión compartida que se olvida pronto cuando no toca ni lo metido, como suele pasar la mayoría de las ocasiones sin dejar rastro alguno de Angustia, Amargura, Tristeza, Mayor Dolor o frustración porque es lo normal y a lo que nos ha acostumbrado el jueguecito año tras año y surge el letargo posterior que vuelve a aparecer cada vez antes, ya con carácter estival vestido de esperanza e ilusión para la cita anual dentro de seis meses, o para las pascuas como se decía antes o las Fiestas o Las Navidades de carácter y contenidos más actualizados.

La verdad creo que cuando compramos el famoso decimito siempre albergamos en nuestro interior esa premonición la mayoría de las veces ilusa, que este año me da el pálpito de que va a ser, o que el número es muy bonito, aunque de nunca le han gustado y casi siempre le han suspendido en matemáticas en aquellos colegios de babis y terapias educativas, de palmeta de palo por la que entraban los conocimientos y la rectitud en el comportamiento. Otras veces se busca la fecha en que ocurrió o nos ha ocurrido algo, aunque nada tenga nada que ver a la hora de que el bombo grande y el chico empiecen a girar a paso de mudá acompañado por la monótona y reiterativa banda de cornetas y tambores de San Idelfonso.

Otro punto justificativo a tener en cuenta es el compromiso que no siempre es altruista y colaborativo que queremos imprimirle al comprar la Lotería de otra Hermandad con la que se tiene una vinculación personal, familiar o de simples conocimientos, pero siempre considero que interiormente nos mueve otra motivación que se basa mucho en una envidia consciente o tal vez inconsciente que se apoya en un celo inmaterial y a veces infundado de ir en el mismo barco. Por eso nos sacamos el pasaje en forma de participación, por que nos daría mucho coraje e incluso nos tiraríamos de los pelos o nos golpearíamos la calva en caso de no tenerlos. Si por casualidad o capricho del destino le tocara algo o un buen pellizco a aquel tío hermano de la cofradía o no que nos cae tan mal y “tan gordo en esta Ocasión, y que en nuestro pensamiento no le deseamos nada bueno, y ahora se nos adelantara aunque sea en la suerte y en los dinerillos. Envidia en toda la regla, aunque no sea bien vista por las formas y mucho menos por la consabida caridad cristiana de la que tanto se ensalza.

Lo que si es totalmente cierto que en esta Sevilla y su mundo cofrade, aunque sea una ciudad de una tradición “de película” entre Stan Laurel y Oliver Hardy o El Gordo y El Flaco de las películas antiguas aunque existen durante el año y su humor va muchas veces dentro de los sevillanos, el famoso “Oliver o el gordo” que es el que se revaloriza en este día, siempre se ausenta o está de viaje en el Norte y aquí con nosotros se queda todos los años o desde hace mucho tiempo “Stan Laurel o el flaco”.

Ilustraciones: Archivo de Mariano Lopez Montes










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