Arte Sacro
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Suma y me llevo una ...... Mariano López Montes


Arte Sacro. Solo hace un mes que paso la Semana Santa y ya nos parece lejísima, los calores y las brisas marinas, este año con demasiada prisa en venir y acompañarnos durante varios meses, echaron rápidamente al cajón de sastre de la historia nuestros recuerdos, nuestras vivencias y nuestros olvidos que también existen, en poco más de treinta días.

Nuestra Semana Santa, porque cada uno tiene la suya, ya es un tomo más en la biblioteca del recuerdo o más modernamente una diminuta parte en el disco duro de nuestra propia manera de sentir y vivir la vida.

Los recuerdos y lo vivido es ya lo único que nos queda de esta del 2023. Lo bueno y lo malo toman poco a poco el color amarillento de un periódico antigüo en el que las noticias que prevalecen son las que vivimos en primera persona, lo humano y lo divino toman forma de vivencia que perdura mediante los recuerdos. Estos recuerdos permanecen de forma reiterativa en los más jartibles, siempre potenciados, juzgados con una crítica a veces reiterativa y un tanto apasionada por esos eruditos que hacen prevalecer su visión sobre otras, a veces inquisitorialmente, en los programas cofrades que están tan en boga en las televisiones locales, queriendo cuantificar y cualificar todo lo acontecido.

Al final lo que siempre perdura es la imagen de como vi la cofradía, y cuanto ha cambiado la cosa de cuando éramos jóvenes y más aún si tenemos buena memoria cuando éramos niños y las cofradías se veían todas y la mayoría de las veces o en ocasiones solas.

Lo cierto es que se recuerda y se tiene presente los tapones de gente, las bullas, las sillitas orientales, los campings urbanos, las vallas, los niñatos y hasta aquel que nos dio el pisotón o el que lio la bronca. Bueno todas estas nuevas tendencias acaecidas ya desde hace varios años, con el tiempo se van quedando en un segundo plano con la esperanza casi imposible de que algún lumbreras profetice que él lo arregla para el año que viene.

Al final lo que siempre prevalece y nos quedamos para nosotros mismos y sobre todo para los que nos encanta La Semana Santa y la vivimos desde niños, es La Imagen, esa imagen con letras mayúsculas que se formó en nuestras retinas, de las cofradías y la nuestra en particular que vuelve a ocurrir un año más.

La vivencia, el sentimiento y la emoción son los tres motores que impulsan el mundo cofrade.

Estas imágenes son como aquellos antiguos expositores de tarjetas postales que girando sobre sí mismos, mostraban vistas idealizadas de la ciudad, que todos o casi todos denominaban con la cualificación de “foto de postal”. Siempre escogíamos las más bonitas y las feas se quedaban eternamente dando vueltas en el carrusel del artefacto. Ya este sistema se quedó obsoleto, primero porque había que comprar el sello, después buscar aquellos buzones amarillos y al final para decir en el reverso siempre lo mismo; “estamos muy bien, “la ciudad es preciosa”, “lo estamos pasando estupendamente” y “hasta pronto”.

El cofrade e incluso el turista se queda hoy con las fotos llenas de cabezas que ha hecho con su móvil y las manda obsesivamente a todo el que conoce para atestiguar que, por supuesto, él lo ha visto y ha participado, aunque sea de espectador.

El cofrade, sevillano o foráneo que entiende de esto, se queda con otro tipo de imagen que recrea un año más y que ha sido fruto del aprendizaje, el sentimiento, la tradición, la evocación y como no la emoción, mucho más que quedarse solo con la propia imagen, aunque se consideren “de postal para los guiris”.

Cada cofrade se estrena a sí mismo, debajo de su capirote, debajo de su antifaz, dentro de su túnica caminando delante o detrás de esa imagen que además del sentimiento y la devoción es la suya, descubriéndose un año más a sí mismo y almacenando para sí imágenes y vivencias muy personales.

Estos maravillosos contenidos son los que se va a llevar el cofrade y el que sabe ver y sentir una nueva Semana Santa, porque al final todos los años, cuando esté terminando todo, pasará ante todos la “Ilustre y Sabia Canina de San Gregorio”, en su versión Magna como la de este año o de ordinario como los restantes. Ella y solo Ella es la que verdaderamente sabe y entiende las cuentas, porque cada año “suma y me llevo una”.

Fotos: Mariano López Montes.










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