Arte Sacro
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Manuel Valés pregonó a la reina del Carmelo en Santa Catalina


Arte Sacro. El pasado martes, 11 de julio, poco después de las 21 horas y con bastante calor, tuvo lugar el XLVII pregón en honor de Ntra. Sra. del Carmen, en la iglesia de Santa Catalina, que se encontraba llena. Con este acto comienzan los Cultos en Honor de Nuestra Señora del Carmen.

Al acto acudieron Fco José Blanc Castán, párroco de San Román y Santa Catalina, Francisco Vélez, presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, Manuel Guijarro Pastor, hermano mayor de la Hermandad del Carmen y del Rosario de Santa Catalina, representación del colegio de Procuradores, hermanos mayores y representaciones de las hemandades de la feligresía y de otras hermandades del Carmen y Raúl Antonio Rodríguez Tovar, pregonero del Carmelo del pasado año.

Comenzó el pregón con la interpretación de la marcha "Reinas de Santa Catalina" de José Miguel López Rueda, por parte de la Banda de música "Ciudad de Dos Hermanas".  

Seguidamente Raúl Antonio Rodríguez Tovar nos presentó al pregonero contandonos que, aún siendo madrileño de origen, es sevillano de adopción desde que llegara a Sevilla para la Expo'92. El pregonero es actualmente delegado de hermandades de gloria de la junta superior del Consejo General de Hermandades y Cofradías, y con anterioridad fue hermano mayor de la Anunciación de Juan XXIII. 

Seguidamente la Banda de música "Ciudad de Dos Hermanas" interpretó la marcha "Como tú, ninguna" de David Hurtado Torres.

Manuel Vales Palma nos deleitó con un pregón, que entre verso y prosa, nos llevó a conocerle mejor.  En sus versos de apertura:

¡Que las trompetas proclamen
el fulgor de tu venida!
¡Que los ángeles te canten
sus salmos y letanías!
que tu barrio sea una fiesta,
y se engalane sin medida,
que el Señor está con Ella,
y hoy la espera, se termina!

¡Soñarte es un imposible,
y la razón no lo explica!
El amor dibuja el cielo,
y su luz llama a la vida,
¡que hoy florece un nuevo julio,
dedicado a Ti,
Madre María!

Después nos encomendó «A Ella, por Ella, y para Ella. La que todo lo ha hecho, la que es fino horizonte. La que siempre a nuestro lado se encuentra. Gozoso escabel donde el tierno infante que en sus brazos reposa, señala con infantil dedo, y nos indica glorioso, que es precisamente Ella, la fiel y única vereda que a Él siempre nos lleva.  Ya el propio San Juan, nos lo indica en su Evangelio, refiriéndose a las bodas de Caná. “Haced lo que él os diga”. Y el camino hacia Él, repito, siempre pasa por Ella. Siempre Ella, siempre la madre, siempre su auxilio, siempre su protección, siempre su amor. Un amor que no pasa, un amor eterno, fresco aljibe de agua limpia y pura, donde refrescar nuestros anhelos.»

No faltaron versos a la Virgen, contandonos, entre otros, una anecdota de su juventud, donde estuvo muy enfermo, y que le llevó al sanar a encontrar a los piés de su cama del hospital a sus dos madres, la madre terrenal y la madre celestial, la Virgen del Carmen.

Caía pesada la tarde
la luz se difuminaba
todo era tristeza,
no había luz en su mirada.
Iban pasando los días
todo se antojaba contrario,
ni el consuelo del rosario,
era efímera esperanza,
ante la incierta semblanza
de vestir aquel sudario.
Pero tierna y regia Señora,
tú que eres mediadora
y la que todo has creado.

Tú que has sido bienhechora
cayado y apoyo nuestro,
encendiste aquella tarde
las luces del firmamento,
y desde ese preciso momento,
solo me queda rezarte
y agradecerte no una,
sino cien veces ciento.

Que siempre nos guardes, aurora
que seas nuestro consuelo
Noche de luna rendida,
Noche por Ti amanecida,
eclipsando la mañana.
Flor de azahar temprana
de Santa Catalina su nombre...
y eterno Faro de luz
que a este hombre
diste rumbo a su mesana.

Dedicó un pasaje del pregón al día de la salida de la Virgen, donde nos cuenta que salimos a «Hacer pública protestación de fe. Devolver ese amor, que sólo con amor se paga. Nuestros mayores, nuestros impedidos, nuestras órdenes religiosas vecinas, las Hermandades hermanas, valga la redundancia. No hay nada más hermoso que poderles arrancar una sonrisa, y porque no, unas lágrimas, que, al fin y al cabo, son también resultado de las mismas.»

Finalizó su pregón con estos versos:

Dulce Madre inmaculada,
De la Iglesia y de la Gracia.
De virginal fidelidad, y
Digna de alabanza,
Pero como tú, ninguna.
De sabiduría, el trono
Y De Dios el compromiso
Ejemplo breve y sumiso
De lo que Dios Padre, quiso
Y tú, aceptaste de buen tono.
De mi Alegría, la causa
Del cielo la puerta
Y de la alianza, su arca.
Vaso, Espejo y áurea casa,
Y en Ponce de León,
La más hiniesta de las palmas.
Pero como tú ninguna,
Salud, auxilio
Refugio y morada.
Candelaria de terciopelo,
Pastora de sus almas,
la que soluciona clemente,
las penas que me acorralan,
Y que sólo tú, Madre mía,
Sabes bien cómo enmendarlas.
Estrella de los Mares,
Reina y madre soberana
De Teresa, de Elías de Simón
Y de todos los que te aclaman.
De los grandes
De los chicos
De los que lloramos a tus plantas
Dulce Reina de Sion
de doce estrellas coronada,
Galeón de la Esperanza,
De la fe y la Caridad,
Y de todo lo que te alcanza.
Rosal de aguamarinas,
Banco de coral y nácar,
De las perlas, la más fina,
Y de los mares, barbacana.
Y hasta que ese sábado incierto
tú recojas mi alma,
Tu escapulario será mi anzuelo,
siempre eterna Capitana
Y Diré de viva voz,
Valiente y sin destemplanza
Que eres del Carmelo, la reina
Y en Santa Catalina,
Tienes tu casa.

Cerró el acto la Banda de música "Ciudad de Dos Hermanas" con la interpretación de los himnos de Andalucía y de España.

 

Fotos: Fco Javier Montiel










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