Arte Sacro
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“Cuando vence la apatía”. Mariano López Montes


Un fenómeno que cada vez tiene más incidencia y este año mucho más por la premura y prontitud que se nos ha venido la Semana Santa; es el terrible cansancio, mezclado con grandes dosis de desilusión, frustración y grandes dosis de un negativismo presentido para vivir nuestra propia Semana Santa, porque cada uno tiene su propio concepto de vivir y sentir su Semana Santa desde niño, desde los recuerdos y las vivencias que dejaron su huella la propia tradición familiar.

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Hemos pasado paulatinamente de una semana íntima y cómoda, y en cierto grado personalista, a esta otra masificada, turistificada y compartida por la inmensa mayoría de los de aquí, sobre todo los más jóvenes, los curiosos que no quiere decir que sean entendidos en la materia y cada vez en más cuantía por “aquellos otros” que vienen de fuera y la consideran como un referente a nivel nacional.

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Se hace necesario el hacer un estudio a largo plazo de tipo social, antropológico y cualitativo sobre como  interfieren y motivan todas las causas posibles en estos procesos de cambio, ya que estimo que la visión cuantitativa (número de crecimiento de hermanos, participación en la cofradía desde distintas posiciones, índices de tiempo, espacio y nazarenos por minutos), tiene su interés sobre todo de tipo organizativo y planificador, demostrando el problema de la masificación y el poco espacio disponible ante la situación  que sigue existiendo y se incrementa año tras año; pero no explica la etiología o las causas que año tras año han ido conformando la casi insostenible situación actual.

Redes sociales, supuesta afición desmedida al mundo de las cofradías en colectivos a los que antes no interesaba, protagonismo de nuevos grupos conformados como costaleros y bandas de música, ciertas identidades, etc.

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De aquellos tímidos y a veces escuetos programas de Semana Santa emitidos un par de días por las ondas radiofónicas y reservadas para unos pocos, se ha pasado a una difusión muchas veces desmedida de información con las nuevas tecnologías, el igualitarismo social y otras causas a reseñar en una publicación mucho más amplia. No es de extrañar esa afición a verlo todo y vivirlo una y otra vez, hasta en julio y agosto, aunque se tenga la suerte de estar de vacaciones en la playa.

Otro punto a tener en cuenta es la proliferación de carteles, pregones la mayoría de las veces protagonizados por rapsodas de medio pelo, meditaciones, salutaciones etc. que pueden ser un factor explicativo de esa situación actual de “Fiesta” que predomina cada vez más que el propio acto de una semana puramente pasionista.

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Creo que esta es la visión que actualmente perciben aquellos cofrades con cierta edad y que albergan por tanto muchos recuerdos de su infancia, otros que modernamente los suelen llamar “rancios” por la ortodoxia en contra de esa heterodoxia cada vez más vigente. Este pensamiento cada vez más generalizado que “nos han robado algo de lo nuestro”.

¡Esta cofradía la veía yo solo!, ¡yo no espero colas para ver lo que siempre he visto!, ¡yo no entiendo a estos niñatos!, ¡Desde luego, ni saben ni entienden lo que están viendo!, ¡Y ahora los turistas también! ¡!Ya no se puede andar por las calles!!, y “Las vallitas del Cecop”” y las sillitas de los chinos, etc., etc., etc.

Y evidentemente surge el movimiento de la emigración como esos españoles que se fueron a Alemania a buscar lo que aquí no tenían. “pues yo este año me voy a ver la Semana Santa de tal o cual sitio, que aún se ve la Semana Santa como aquí hace treinta años y además me han dicho que es preciosa.

Lo que verdaderamente tienen claro los cofrades nostálgicos de un pasado feliz es que una cosa es ver y otra disfrutar. El ver una cofradía de lejos, lenta y en una bulla ya no les satisface, quizás el excesivo control y la planificación además de comportamientos inadecuados (se ha perdido la educación y el respeto) refuerzan su visión y pensamiento de que “Cualquier tiempo pasado fue mejor”.

Por todos estos motivos surge la gran revaloración y la lucha por un refugio seguro que lo salve de la vorágine, de 40x40 centímetros que se denomina “Quidiello” que como ya dijimos en otra ocasión debería tener un monumento en algún lugar de la carrera oficial por su colaboración al bien común de muchos o quizás de pocos sevillanos que se han visto afectados por los recortes como todo actualmente.

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La propiedad privada frente a la socialización es aquí lo mas importante, ya que como en El Titánic, aquí no hay botes salvavidas para todos. ¡Yo tengo mis sillas en la calle Sierpes, La Avenida, o la Campana que son las más deseadas, porque allí es donde se ven bien y les hacen coreografías a muchos pasos que a mí me encantan!

La cumbre del prestigio cofrade sevillano es poseer un palco en propiedad, que además lleva implícita ciertas dosis de vanidad entre sus propietarios. El palco es como aquellos compartimentos de los trenes antiguos con las mismas sillas Quidiello, pero con mucho mas pedigrí, incomodas, estrechas y con el contacto muy estrecho de las piernas del que se tiene enfrente.  Además, permite codearse con otros que tienen el nivel y el honor de poseer durante una semana un par de metros cuadrados en la zona mas chic de esta Sevilla, aunque al final solo sea por una semana.

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En fin dentro de ya muy pocos días cada  uno se la monta como quiere, o mejor dicho como puede que es mas exacto, incluso muchos te dicen yo a la calle, “eso es una locura” , yo me quedo en casa y monto mi Semana Santa para mí solo y mi parienta, la veo en la televisión que para eso me he comprado el televisor 4K y de 65” que es lo mejor de lo mejor y se ven todos los detalles, me quito de las bullas y de los niñatos y además para recrear el ambiente quemo mi incienso que actualmente los hay de todos los colores y olores.

Pero lo mejor es que además me tomo mis tapitas con los blísteres de jamón que ayer compre en El Mercadona, y unas torrijitas muy buenas que venden a muy buen precio en la confitería de enfrente de mi casa. Pero ese jamón al vacío en teoría es casi idéntico al que se corta de la pata (negra o de color según las sensibilidades), pero como pasa en muchas cosas de esta vida “es lo mismo, pero no es igual”. 

 

Fotos: Mariano López Montes










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