Milagros Ciudad pregonó a las Hermandades de Gloria
Daniel García Acevedo. Ayer viernes, 26 de abril, el altar del jubileo de la Catedral acogió el pregón de las Glorias de Sevilla que este año ha sido pronunciado por Milagros Ciudad Suarez, ante la presencia de la Virgen de la Candelaria Madre de Dios.
El pregón comenzó a las 20 horas, estando la presidencia formada por el Deán de la Catedral, Fco. José Ortiz, el alcalde de la ciudad, José Luis Sanz, el presidente del Consejo, Francisco Vélez, la pregonera y el delegado de Fiestas Mayores del Ayuntamiento, Manuel Alés del Pueyo, que ejerció de presentador de Milagros.
Intervino la Banda Sinfónica Municipal de Sevilla, dirigida por Francisco Javier Gutiérrez Juan, que interpretó las marchas procesiones “Salve Hiniesta” (acompañada por la Coral Polifónica Virgen de la Hiniesta) y “Glorias de Sevilla”, ambas de Manuel Marvizón. Además, acompañó a la Sinfónica un grupo de músicos de la Agrupación Musical de Santa María Magdalena del Arahal.
Milagros demostró en su pregón que es una gran conocedora de las corporaciones letíficas, no solo por haber sido delegada de estas hermandades, sino por su amplia trayectoria en el mundo cofrade, sobre todo en su hermandad de la Hiniesta.
Comenzó la disertación presentándose ante la Virgen de los Reyes, a la que le dedicó estos versos:
Ante tus plantas Señora,
primero que a nadie a Ti,
lo que de niña aprendí
y práctico de mayor.
Y aunque alguna vez quebré,
tus ejemplos y enseñanzas
fue … soberbia y desvarío
más salvaste mi desvío,
con la luz de la esperanza,
llenando así mi vacío
¡Primero que nadie a Ti! Señora.
Especialmente emocionante fue el dedicado a la hermandad del Rosario de San Julián en la que contó la anécdota de que su hijo, cuando era pequeño, se perdía en la iglesia con los hermanos del Rosario, que le explicaban los pormenores que el niño les preguntaba. Destacamos el final del pasaje:
Todos rezan con fervor,
como aquel niño pequeño,
que Ella acogió y ciñó
con su céfiro de amor
y acurrucó bajo su amparo.
Como madre de ese pequeño,
no sabes cuánto te debo,
pues hoy mi querido hijo
sigue los pasos que aprendió
de Ti, Madre de Dios.
A la Virgen del Amparo también le dedicó unos bellos versos, que concluyeron así:
Bendito tu nombre, Amparo,
bienaventurado nombre.
Acógenos bajo tu manto,
frente a la avidez humana
de este mundo terrenal,
danos paz y serenidad,
para afrontar las miserias
y seguir tu santo ejemplo.
Amparo, Madre, ayúdanos
a ser tus espejos de amor.
Acógenos bajo tu manto,
manto de amor eterno,
de caridad y refugio.
Sobre las hermandades hagiográficas, destacamos estos versos dedicados a San Hermenegildo, que este año realizará la primera salida procesional.
En lo alto de la hazaña, un martirio se alza,
San Hermenegildo, valiente y virtuoso,
su fe ferviente, en su pecho se enseñaba,
un hombre de honor, en tiempos tormentosos.
Con su sangre pura, su sufrimiento afloraba,
el rey le exigía renegar de su fe,
pero él resistió, con firmeza inquebrantable,
prefirió morir, a negar lo que creía.
En la prisión oscura, su cuerpo se debilitaba,
pero su espíritu seguía más fuerte que nunca,
fortaleza divina, en su corazón latía.
Su ejemplo perdura, en el recuerdo de la historia,
un testimonio de fe que nos inspira,
un pilar de esperanza, en tiempos de ira.
Muy emotivas las palabras hacía el Niño Jesús de la Salud de San Isidoro, el chato de la Costanilla, al que le dedicó estas palabras:
Niño, Jesús chiquitito,
con la mirada profunda.
Eres la luz del mundo
y en tu amor el alma se inunda.
Tu carita redondita,
tan lindo y sonriente.
Lleno de inocencia y paz,
en tu dulce rostro, Chato,
reluce tu gracia divina.
Eres la esperanza eterna.
A la Virgen de Todos los Santos le realizó esta sentida poesía:
Bajo tu protección, la calle Feria florece,
los sueños se despiertan en las esquinas,
el aroma de incienso y de flores se ofrece,
y la música fluye en melodías divinas
En la calle Feria, donde el bullicio emerge,
se encuentra la Reina de Todos los Santos,
con su mirada candorosa y serena.
Reina de Todos los Santos, eres consuelo.
Derrama tus bendiciones sobre nosotros,
ayúdanos a ser discípulos de tu Hijo,
conviértenos en verdaderos cristianos.
Reina de todos los Santos, belleza eterna,
en tus ojos brillan las estrellas del cielo,
tu presencia nos colma de divinidad.
Antes de terminar, se acordó de la hermandad cuya Virgen presidía el pregón, la Candelaria Madre de Dios, al acordarse de Rafael de Alba, hermano mayor recientemente fallecido, a la que le dedicó una larga poesía que terminaba así:
Candelaria, luz y aurora
protectora de los dolientes,
protege a los niños de reveses
con tus maternas bendiciones.
En ti confiamos nuestra vida,
nuestra esperanza y alegría,
Madre de Dios, Candelaria,
escucha nuestras plegarias.
Madre de Dios Candelaria,
bendita eres Virgen pura,
con tu amor nos enseña.
Virgen pura y celestial,
eres Madre Inmaculada,
tu mirada reluce paz.
Y terminó, como no podía ser de otra manera, en su casa, hablando de la Hiniesta gloriosa, con unas sentidas palabras que terminaron de esta forma:
Hiniesta, flor de tu barrio,
tu mirada es tierna y serena,
con tu dulzura, abres el tiempo,
donde la fe y esperanza germinan.
Que tu amor nos cubra con ternura,
en días grises y en noches oscuras,
y que nunca nos falte tu dulzura,
en los pasos que demos sin cordura.
Madre Protectora y Bienhechora,
en tus brazos de amor todo se cura.
Tu cuidado maternal nos asegura
en nuestras tempestades y ventiscas.
Patrona Gloriosa Coronada,
áncora de amor y de fortaleza.
bendícenos con tu amor eterno.
Estrella Sublime, Madre Hiniesta.
Galería del acto
Fotos: Juan Alberto García Acevedo.
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