La Luz del Rocio. Antonio Sánchez Carrasco

Andaba la hermandad del Rocío de Sevilla (Triana) presentándose ante la Blanca Paloma y la última de sus carretas se perdía en la Plaza de Doñana. Ya sonaba aquello de "Enhorabuena a la Hermandad de Triana por su presentación" y aún el cortejo de romeros y carretas que iban detrás llegaban a Gines o más. Y ahí fue donde oí la frase "los almonteños tendrían que regular esto, no pueden estar los de atrás esperando una hora". Entonces me vino a la memoria aquello de la Semana Santa íntima y demás.

El Rocío no deja de ser la fiesta de un pueblo universalizada. La fiesta de Almonte que el pueblo de Almonte abre a todos los que allí vamos. Con sus defectos y sus virtudes pero es su fiesta. Y Almonte en eso es desmedida, en el amor a su Madre y en quienes amen a su Madre, con lo que me atrevo a pensar que nunca pondrán pegas a quienes vengan a querer a la Virgen.

Como Joaquín Alonso cuya medalla esperaba a la Virgen  del Salvador en las manos de su emocionada esposa. O mi amigo Dani que la Virgen le echó una mano  cuando un accidente de bicicleta se lo puso muy complicado y un Señor que por allí pasaba lo socorrió. Con el tiempo Dani supongo que su ángel de la guarda era rociero. Dani lo entendió como una señal y cuando nacía el sábado de romería salió andando hasta ver a la Virgen y algo más de doce horas después llegó a las plantas de la Virgen.

La luz del Rocío es esa fe desmedida que te lleva a seguirla por los caminos hasta sus plantas un lugar donde los niños juegan con la arena y los no tan niños reciben ese Rocío de la Virgen que te lleva a buscarla hasta cuando no tienes ganas de ir. Y volviendo nos cruzamos con el meteorito, bólido o como se llame por encima de la A49, ya se que no es nada místico pero vamos que fue espectacular.  

#LosLunesAlSol

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.