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Álvaro Pastor Torres: “Los sevillanos siempre hemos sido unos cobardes acomodaticios”. Paco Robles. El Mundo.


 Álvaro Pastor Torres (Sevilla, 1966) vivió en Paradas hasta los doce años. La transición le pilló estudiando el BUP en el San Francisco de Paula, donde hacía rabona para ir al Jueves o asistir a secretos ritos de Sevilla como la procesión de la espada de San Fernando. Historiador de la Ciudad y del Arte, ha dado a conocer noticias inéditas de artistas como Alonso Cano, Pedro Roldán, Leonardo de Figueroa o Domingo Martínez. Además es profesor de instituto, empedernido paseante por la ciudad de la gracia y de la guasa, escritor vocacional y hasta ayuda de mozo de espadas ocasional por esos pueblos de la España más profunda donde el miedo se masca en las plazas de carros y talanqueras.

-Defíname Sevilla si es posible.

-“Vocablo musical a cuyo mágico conjuro...” O eso de “una señora bien que muchas veces más parece una meretriz” (traduzco para los niños de la ESO : puta). Aunque no sé yo ahora si Sevilla es una ramera de amplias tragaderas o una travestida que no la reconoce ya ni la madre que la parió, como vaticinó una vez el Guerra, el político, no el torero. Travestida -de piel sensible, faltaría más-, y además le cabe todo: un estadio no olímpico muerto de risa, un museo arqueológico propio de las épocas que atesora, derribos de edificios protegidos, un barrio de Santa Cruz convertido en parque temático, las setas de la Encarnación... y hasta las catenarias del tranvía. Para eso están los mamporreros de costumbre en prensa, radio y televisión; para hacerlo más llevadero.

 -¿Y dónde está la Sevilla que a usted le ilusiona?

- En principio puede estar muy bien esa ilusión, ese espejismo que nos creamos y nos creemos, pero siempre que no nos salgamos de la burbuja de la ciudad amada, soñada, idolatrada, idealizada… “El hombre que vive sueña lo que es hasta despertar”. Se acaba el hechizo en el momento en que pisamos la primera majá de un perro en cualquier acera de esta Muy Incívica y Sucia Ciudad.

Para Pastor Torres lo que se está haciendo en la Encarnación es mucho peor que el derribo del palacio de los Sánchez Dalp: “Aquello  fue como lo moros de Queipo de Llano, que de tanto pasearlos se magnificó el asunto. Era un palacio neo-todo de ayer por la mañana con un toque hasta kitsch. Si me apuran más se perdió cuando derribaron el  palacio de  los Levíes, o la casa de los condes del Águila o la Aduana. O el convento de las Vírgenes, que no hace tanto.  La Encarnación era un palimpsesto para leer del tirón un porrón de siglos de nuestra Historia... y para conservarlos. Pero ha sido arrasado inmisericordemente por el hormigón en nombre de una supuesta modernidad que yo no termino de verla”.

-¿ La Anunciación entre las setas es obra de Arguiñano?

-Sí,  hasta me ha salido una receta, pero muy indigesta: cúpulas empanadas. Se coge una cúpula, la que más coraje dé, y se mezcla bien con un kilo bien despachado de modernidad mal entendida, cuarta y mitad de prepotencia, tres toneladas de hormigón a granel, veinte kilómetros lineales de vigas de hierro, dos onzas de pasividad ciudadana, una pizca de vanidad en forma de placa “Este engendro fue inaugurado por Fulanito”. Si García de Vinuesa y Federico Rubio, que se cargaron las murallas, tienen hasta buenas calles en el nomenclátor hispalense… Y al final, un toque de progresía de manual bien untada para justificar el disparate.

-Dígame algo del metrocentro.

-Un juguete muy caro. Uno se puede gastar en estos días con los Reyes 30 o 40 euros en un juguete, 100 si hace virguerías, pero 80 millones en un trenecito que hoy por hoy no conduce a casi ninguna parte... Lo mismo es que como yo no tengo hijos no sé bien cuánto valen los juguetes.

Álvaro Pastor no se siente optimista, “¿pero tengo motivos? Caos del tráfico, inseguridad, la mala educación, la destrucción del urbanismo con la manía de alinear las calles, el Betis con sus fatiguitas de muerte, la falta de un torero de Sevilla, la Alameda , que la van a dejar para coger de nuevo la piqueta y empezar otra vez... Y tampoco los indicadores económicos y demográficos son muy esperanzadores que digamos”.

 -Alguien tendrá la culpa de todo esto…

-Empecemos por nosotros, por nuestra secular indolencia y cobardía. Aquí cuando hay un muro que franquear agachamos la cabeza y echamos mano de la política vaticana: ya escampará. Y como llueve poco, siempre termina escampando. Además si el poder es guatemala, la oposición es guatepeor. Y que el grupo que menos votos ha sacado en un distrito, con diferencia, pida gobernarlo en el reparto de estampitas parece una venganza del tipo “ahora te vas a enterar”. Por cierto no sé si se ha fijado que el parquecito infantil que han puesto en la Alfalfa , salvando el naranja para despistar, tiene los colores de la bandera republicana.

-Vayamos del presente al pasado. ¿Quiénes son sus maestros en Historia de Sevilla?

-Antonio Burgos me abrió las puertas de la literatura y del periodismo, y me marcó –y sigue marcando- muchos caminos. Con Joaquín Caro Romero aprendí a regatear en el Jueves. Rafael Montesinos me enseñó a mirar la Ciudad de otra forma; el pintor Juan Romero a captar otras realidades, y el escultor y orfebre Manolo Domínguez, el verdadero sentido de la sencillez. Los profesores Serrera (q.e.p.d.), Valdivieso y Morales me redescubrieron el Arte que me empezó a enseñar en Paradas el bueno de Enrique “El Sacristán” Y don Joaquín González Moreno, para el que pido desde aquí una calle en Sevilla, me dio inolvidables lecciones de Historia y de vida hasta sus últimos momentos.

La Historia de Sevilla, sin embargo, no es muy rentable, ya que “Justino Matute estuvo en la cárcel por colaboracionista con los franceses, las pasó canutas y acabó sus días endeudado después de dejarse las pestañas en esto. Y don Félix González de León tuvo que ser pensionado por el Ayuntamiento con cinco reales diarios en sus últimos años de su vida”.

-Se cumplen este año dos siglos de la invasión francesa. ¿Qué tal se portó aquella Sevilla de 1808?

-Volvimos a ser lo que siempre fuimos: unos cobardes acomodaticios. Cuando los franceses usaron las capitulaciones de Torreblanca como papel “El Elefante”, y se pusieron a saquear edificios, aquí en vez de montar un cirio como en Madrid, Zaragoza o Gerona le tocamos las palmas a José I y encima le sacamos las procesiones a la calle. Goyeneta estuvo en el poder municipal antes, durante y después de la invasión: eso es para nota. Salvo González Cuadrado, Palacios Malaver y algunos otros del Santo Congreso Hispalense que se jugaron el cuello (y algunos acabaron con él estrujado por el garrote vil), los demás contemporizaron con los invasores. Eso sí, cuando en agosto 1812 bajaron la cuesta de Castilleja las tropas anglo-españolas para liberar la ciudad, aquí todo el mundo era ya patriota, salían de debajo de las piedras.

-Pues ahora algunos dicen que los gabachos no eran tan malos…

-Y que fomentaron el teatro cómico. Pero qué quiere que le diga, cada vez que entro en la iglesia del señor San Jorge, vulgo Santa Caridad, y echo en falta los cuatro Murillos que rompen uno de los más geniales programas iconográficos barrocos del mundo, pues me acuerdo de toda la familia del mariscal Soult. Será que uno es un sentimental para estas cosas.

Hablemos de cofradías

Álvaro Pastor piensa, con Núñez de Herrera, que la Semana Santa “nace y crece como una planta. Dura siete días y en ese tiempo germina, levanta el tallo, florece, fructifica y grana”. Todo lo más, Cuaresma. “Fuera de ahí –y hasta muy dentro desgraciadamente- el friquismo impera y hace de las suyas. El nivel está bajito, como el del resto de la ciudad. Además, desde que quitaron al subsahariano del paso de los Despojos esto ya no es lo que era”. La  Carrera Oficial debería volver a la gestión del Ayuntamiento, y al Consejo de Cofradías “lo metemos en un papelón de pedacitos”. ¿Acompañado de tinto? “Sí, del peleón, no vaya a ser que aluno se queivoque y se crea un gran reserva por la etiqueta del chaqué”. El entrevistado es consciente de que estas opiniones pueden terminar en un dossier, y por eso lleva una chapa en la solapa: “¿Pregones? No, gracias”. Confiesa que este año ya ha rechazado dos o tres. Y en cuanto a los candidatos a presidir el Consejo de Cofradías, “no tengo hecho un máster en chismorreos de sacristía. Pero bueno, hay gente pa tó. Cosas más raras se han visto. A unos les da por la papiroflexia, y a otros, como al marqués de Leguineche, por coleccionar vello púbico”.

Entrevista publicada en "El Mundo" el lunes 7 de enero de 2008 

Fotos: Francisco Santiago - Alberto García Acevedo










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