Arte Sacro
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Una saga de verdadera gente “güena”. Isabel Serrato Martín.


 Al Maestro.

A Joaquín Rivas, porque de tanta alegría se me puso a llorar.

Con este artículo no quiero pelotear a Don Antonio para que me haga un hueco en cualquiera de sus cuadrillas. Mi amiga Dolores sabe que no me termina de enganchar el mundo del costal como para formar parte de él. Pero a ella la defiendo a capa y a espada, me como a quien haga falta aún tirando por los suelos, si hace falta, mis principios hechos públicos alguna que otra vez. Amigos, si no me conocéis, deciros que por mi gente muero si hace falta.

 No. Por ahí no van los tiros de este artículo, quiero reafirmar y aumentar el artículo que hace poco escribiera el Director, Paco Santiago.

Por cierto, Paco, ¿tienes algo que ver familiarmente con Antonio Santiago? Te lo digo por si puedes echar un cable para que en la cuadrilla entre mi hermano. Bromas aparte.

Quiero ser breve, no lo conseguiré, para engrandecer, porque se lo merecen, a la cuadrilla de capataces de Don Antonio Santiago. Que no me discuta nadie, sobre su forma de mandar o sobre la forma de andar de sus pasos, ganaré siempre. Su trabajo me apoyaría.

Que nadie me discuta nada, sobre el Palio de la Esperanza Macarena, porque no lo manda nadie. Es Dios quien manda a un querubín y Santiago sólo obedece poniéndole la voz. Ese palio, mi palio, es la muestra de cómo andan los palios en el cielo. Un adelanto, regalo de Dios, a lo que todos vamos a ver.

Pero hasta dejando a un lado esto, quiero firmar este artículo, dejando escrito lo que le dije, emocionada, con la voz temblorosa y el pulso peor que cuando me subí al paraninfo, quiero dejar escrito lo que le dije a Antonio Santiago ante el Palio de la Paz , antes de entrar éste en el Parque.

“Tú padre, Manolo, grande entre los grandes, porque lo digo yo y el candi y sus costaleros y su nieto y sus contraguías y el pingüino desde el cielo y Osuna y Julio y Rubén… y Sevilla entera. Tú padre, Manolo Santiago te enseñó, Antonio, a ser buen capataz, a cuidar a tus costaleros, a mimarlos, a cuidar a tu equipo, te enseñó a enseñar a un hijo… pero la lección mayor que te dio, y la aprendiste al dedillo, fue la de ser buena persona con un enorme corazón. Y no lo digo yo, lo dice la primera levantá que le has dado al Señor de la Victoria antes de salir a la calle”

El Señor le devolvió la vista a quien el resto del año sólo ve con el corazón. La respuesta que me diste, se la guarda mi alma.

A la saga de los Santiago y a sus auxiliares, ni felicidades, ni enhorabuena, ni nada, sencillamente, GRACIAS.

Isabel Serrato Martín, hermana de Fran, quien llega a donde quiere llegar, nieta de Alfonsa, invidente desde hace cuatro años y para siempre, Pregonera Universitaria 2009.

Fotos: Francisco Santiago.










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