Darío Fernández Parra: La magia de un artista. Rafael Hernández García

Hace cerca de tres años acudí al taller del imaginero Darío Fernández Parra al objeto de encargarle un trabajo anhelado por mí desde hace mucho tiempo: la hechura de una imagen policromada de Niño Jesús en madera de cedro, que debía tener una peculiaridad: representar los rasgos de mi hermana, que para mí siempre será una niña debido a su retraso mental, plasmados en una fotografía que le facilité en blanco y negro, con una antigüedad de más de cuarenta años, rasgos con los que siempre he imaginado el rostro infantil del Hijo de Dios.

La grave enfermedad que padecía mi hermana en aquel momento y su incierto futuro, le conferían un especial significado al encargo. Conocía la calidad artística de Darío a través de su dilatada obra, pese a su juventud. No tenía dudas de que la maestría de su gubia sería capaz de culminar con éxito la tarea encomendada. Ahora puedo asegurar que no me equivocaba. Por fin, tras una expectante espera, el Sábado de Pasión, coincidiendo con mi anual traslado a Sevilla, para participar en y de su Semana Mayor, acudí de nuevo al taller del artista, esta vez para recoger el resultado de su trabajo. No conozco palabras para expresar la impresión que me produjo contemplar, hecho realidad, lo que tantas veces había deseado. Darío no solo ha reproducido fielmente las facciones de mi hermana y ha realizado una escultura técnicamente perfecta, propia de los maestros del  siglo XVII, si no que también ha conseguido algo que considero mucho mas difícil: imprimirle la dulzura que se espera ver reflejada en una imagen de Niño Jesús, cuya contemplación conmueve e invita a la oración, en el convencimiento de ser escuchado.

Gracias maestro por haber hecho realidad un sueño.
 
Rafael Hernández García. Casona San Antonio. Helguera de Reocín (Cantabria)