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Esperanzas cumplidas en el pregón de Antonio Muñoz Maestre


 Francisco Santiago. Hablar de la prosa y verso de Antonio Muñoz Maestre me causa un gran respeto, entre otras cosas porque no estamos hablando de un cofrade con conocimientos de literatura y gramática, para nada. Estoy hablando de un profesional de la poesía que tiene más que conocimientos de la vida cofrade, de hecho es miembro de la junta de una de sus hermandades, concretamente de la Virgen de la Alegría.

Antonio es la voz melancólica que te recita los sentimientos, un maestro de la rima y del soneto, jamás del verso fácil, todo lo contrario. Y el lunes 14 de diciembre abrió el tiempo de Adviento dedicado a las Titulares de la Esperanza, Pasión y Gloria, Dolor y Alegría al unísono en la voz melodiosa que nos va llevando con el tono hacia los momentos álgidos del fragmento, como si de una sinfonía se tratase.

Como prólogo Maruja Vilches, experta en pregonar y alabar a la Madre de Dios y, como Muñoz Maestre, también miembro de junta de los Javieres y Delegada del Consejo que también volvió a retomar el pregón de la Esperanza después de seis ediciones.

Sonaba el Carmen de Salteras y, mientras se difuminaban las últimas notas musicales, unos sonidos de Niño invadieron la Basílica. Era el Hijo del Rosario que soñaba en voz alta que era el prólogo al pregón en honor de su Madre con la advocación de Esperanza.

Tras Él, las Esperanzas del gozo, las que suenan a villancicos, antífonas de Triana en pleno centro neurálgico macareno: “La O adornaba tu seno y justo entre puente y puente, ya el Señor omnipotente se llamaba Nazareno”.

Recorrió las Esperanzas nuestras de cada día, las del dolor y las cumplidas, cual amanecer que hace de epílogo a la Madrugá. Y concluyó su meditación pidiendo un favor, “el último favor” al Señor de la Sentencia: un último padrenuestro que haga las veces de verso, que en la voz de Muñoz Maestre, cruza el guadalquivir y llega hasta el Meditarraneo.

Felicidades Antonio.

Fotos: Francisco Santiago










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