Cristo de la Buena Muerte. Isabel Serrato Martín

A David Ávila Díaz.

Se celebraba a principios de este curso cofrade, el LXXXV aniversario de la unión de un grupo de hermanos, creyentes, que dieron paso a la que hoy conocemos como “ La Hermandad de Los Estudiantes”.

Si rebuscamos en todos estos años, y a lo mejor sin echar la vista atrás, esta corporación tiene, lo que se puede denominar, un “guión” especial, el guión de ser los primeros en todo.

Con fuerza y decisión se lideró crear una hermandad en la cuna de la cultura Sevillana, institución más que arraigada, como es la Universidad de Sevilla.

Al poco, porque los años cofrades transcurren más rápido que los años naturales, esta hermandad lideró lo que vino a llamarse “hermanos costaleros”.

Recoge la hermandad en sus filas a hermanas vestidas de ruán, que me parecen ser protagonistas de un cuadro más que maravilloso; jóvenes en un atril con el riesgo que supone, por la valentía de quien aún no ha superado los primeros escalones de la vida…

Es verdad que entrar en la nómina de los elegidos como Pregoneros Universitarios (pregonera en mi caso, y espero que haya más), entrar en esa nómina, da esa virtud cristiana de madurar. Ojala en mí, se cumpla.

Decir que has sido, o que eres Pregonero Universitario es una bendita responsabilidad, ¿por qué no decirlo? Esto, le da el matiz de preciosidad, de ilusión y de sentimiento para toda la vida.

Todo esto, sólo es posible por el amor que nos regala, en cada abrazo, mi Cristo de la Buena Muerte. Cristo muerto, pero con mucha vida. Cristo vivo, para tan cristiana muerte.

“Así hay que morir…” como decía su capataz.

Cristo mío, tu grandeza es mi orgullo y tu sencillez y humildad, quiero prestárselas a Sevilla. Quiero, en este tiempo de nostalgia, prestarle mi Cristo humano a cada sevillano y más, a aquellos que no saben ni usar las virtudes que Él haya enviado desde la Cruz.

¿Por qué estas palabras? Porque tú, y sólo tú, Cristo vivo, has de ser quien marque las pautas de toda la vida y la elección para cada lugar, de cada persona.

Todo en esta vida, será y sólo será, lo que mi Cristo de la Buena Muerte quiera.

Foto: Francisco Santiago