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Liturgia. La materia del Sacramento de la Eucaristía (I). Jesús Luengo Mena


 La Iglesia enseña que "la materia para la confección de la Eucaristía es el pan de trigo y vino de la vid".  Esta es una verdad de fe, que fue definida en el Concilio de Trento. El CDC ( 924 & 2-3) lo dice claramente. Así pues el pan que se emplea en el Santo Sacrificio de la Eucaristía debe ser ázimo (o sea, no fermentado), de sólo trigo y hecho recientemente, para que no haya ningún peligro de que se corrompa. Por consiguiente, no puede constituir materia válida, para la realización del Sacrificio y del Sacramento eucarístico, el pan elaborado con otras sustancias, aunque sean cereales, ni aquel que lleva mezcla de una sustancia diversa del trigo, en tal cantidad que, según la valoración común, no se puede llamar pan de trigo. Es un abuso grave introducir, en la fabricación del pan para la Eucaristía , otras sustancias como frutas, azúcar o miel. Es claro que las hostias deben ser preparadas por personas que no sólo se distingan por su honestidad, sino que además sean expertas en la elaboración y dispongan de los instrumentos adecuados.

De igual manera, el vino del Sacramento debe ser de uva. No es preciso que sea del que popularmente llamamos “vino de Misa”. El vino que se utiliza en la celebración del Santo Sacrificio Eucarístico debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. En la misma celebración de la Misa se le debe mezclar un poco de agua. El añadir agua al vino era práctica habitual entre los judíos y con seguridad así lo hizo Jesucristo, sin contar también con una carga simbólica de unión entre Cristo (sangre) y el hombre (agua).

Debe cuidarse de que el vino destinado a la Eucaristía se conserve en perfecto estado y no se avinagre. Está totalmente prohibido utilizar un vino del que se tiene duda en cuanto a su carácter genuino o a su procedencia, pues la Iglesia exige certeza sobre las condiciones necesarias para la validez de los sacramentos. No se debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género, que no constituyen una materia válida.

Y ¿por qué se usan estos elementos?  Pues porque tenemos la seguridad de que Jesús utilizó estos dos elementos en la Última Cena (Cfr. Mt 26,26-28; c 14,22-25; Lc 22,19-20; 1Cor 11,23-26).

Queda absolutamente prohibido consagrar el pan o el vino solo sin el otro elemento o consagrarlos fuera de la celebración Eucarística. Si el sacerdote al comulgar descubre que el cáliz tenía solo agua, debe poner el agua en otro recipiente, poner vino y agua en el cáliz y consagrarlo diciendo solo la parte de la consagración del cáliz.

Para que el Sacramento de la Eucaristía sea válido es necesario que:
* El pan sea substancialmente de trigo (amasado con harina de trigo y agua natural, y cocido al fuego). Si tiene algún elemento añadido no puede ser tal que el pan no sea considerado como de trigo según el estimado común. 
De modo que sería materia inválida el pan de cebada, de arroz, de maíz, etc., o el amasado con aceite, leche, etc. Si el pan se ha corrompido de tal manera que su naturaleza esta substancialmente alterada y no se puede considerar pan, constituye materia inválida.

* El vino debe ser natural, puro de uva y no corrompido. Debe ser vino y no jugo. Vino que no es de uva o que fue hecho químicamente o al que se le añadió una cantidad igual o mayor de agua, es materia inválida. El vino se considera alterado o corrompido cuando ha perdido las cualidades por las que comúnmente se reconoce como vino. Si es tan amargo que se reconoce como vinagre en la estima general de las personas, es materia inválida.  No se debe admitir bajo ningún pretexto otras bebidas de cualquier género

Si el sacramento es invalido, no hay Eucaristía.  Es decir,  no está realmente Cristo presente. ¿Qué hacer si somos testigos de un abuso contra la Eucaristía ? Afortunadamente no se conocen casos en nuestra diócesis pero no está de más saber cómo actuar.

En primer lugar informar al sacerdote. Si no hace caso, informe al obispo que actuará en consecuencia. Si se continúa confeccionando la Eucaristía con materiales que la hacen inválida, habría que ir a misa a otra iglesia católica. 

Generalmente, en la Misa sólo el sacerdote comulga –obligatoriamente además– bajo las dos especies, aunque en cada una de las dos especies, tanto en el Pan como en el Vino, se encuentra plena y completamente el Cuerpo divino (transubstanciación). Al repartir la comunión a los fieles conviene, en razón del signo, que algunas partes del pan eucarístico que resultan de la fracción del pan (o sea, de la hostia grande que el sacerdote comulga) se distribuyan al menos a algunos fieles, en la Comunión. No obstante, de ningún modo se excluyen las hostias pequeñas, cuando lo requiere el número de los que van a recibir la sagrada Comunión, u otras razones pastorales lo exijan; más bien, según la costumbre, deben usarse sobre todo formas pequeñas, que no necesitan ser fraccionadas.

Terminamos este artículo con tres interesantes preguntas: ¿Qué ocurre si el sacerdote no puede probar el vino, bien porque su salud corra peligro o porque esté en proceso de recuperación de alcoholismo, por ejemplo? De igual manera ¿Qué ocurre si el sacerdote o un fiel es celíaco –intolerante al gluten–, o sea, no puede consumir sin grave riesgo para su salud, las hostias? Y tercera ¿Es lícito comulgar con pan (no con hostias) fabricado por los propios fieles, que lo aportan al Sacrificio Eucarístico, tal como algunas comunidades parece que hacen?

En un próximo artículo daremos respuesta a estas cuestiones.

Jesús Luengo Mena

Foto: Francisco Santiago.










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