Opinión. Se consumó el disparate. El Diputado de Cruces.
Monseñor Asenjo se ha pronunciado con “claridad me-ri-dia-na-men-te castellana” (el énfasis es del Correo de Andalucía y supongo que el periodista tendría motivos para hacerlo) sobre el tema de la Hermandad de la Resurrección. Si un cardenal, Bueno Monreal, la estableció como hermandad de penitencia y otro cardenal, Fray Carlos Amigo, no dijo nada en contra, el actual Arzobispo de Sevilla ha dejado muy claro que entiende que debe ser una hermandad de gloria. Hasta ahí, todo perfecto, opinable si se quiere, pero, con toda contundencia, el máximo pastor de la iglesia sevillana ha sido tajante, para alegría y respiro del Consejo General y de los dueños del Sábado Santo: mientras él sea el obispo, la Resurrección no saldrá en ese día (ni, se entiende, por extensión, en ningún otro día de la Semana Santa o sus vísperas). Lo perfecto se acaba cuando Monseñor no quiere o no se atreve a dar el siguiente y lógico paso, retirar a la hermandad las reglas de penitencia y dotarla de unas reglas de gloria, más acordes con su pensamiento. Es más, se “sorprende” que realicen el Quinario en Cuaresma y, sin embargo, se ofrece, por razones que ya hemos comentado en otro momento, a predicar la Función Principal del mismo del próximo año, en Cuaresma, claro. Y, amparándose en su desconocimiento de las costumbres sevillanas (¡ay, esos consejeros, de aconsejar, tan activos para desactivar reuniones y tan poco prestos a ayudar para que el obispo se integre con rapidez en nuestras tradiciones cofrades!), no se posiciona en contra del uso de la túnica de nazareno en una “estación de gloria” (palabras de Monseñor) el Domingo de Resurrección.
Como he escrito en varias ocasiones, aquí la cuestión clave, por ser la única discutible, era dilucidar si la Resurrección debe ser hermandad de penitencia o de gloria y el Arzobispo lo tiene claro. Porque, en el primer supuesto (lo que, de momento, sigue ocurriendo), parece justo que goce de las mismas posibilidades para realizar la estación de penitencia que marcan sus reglas en idénticas condiciones de seguridad y dignidad que las todas las demás, algo que, en la actualidad, no sucede. Por otra parte, en Sevilla, las hermandades de gloria no usan la túnica de nazareno. Y de lo que no cabe duda es que el Domingo de Resurrección es un día de gloria.
A este diputado, que sabe muy poco de esa “sana teología” a la que alude el Arzobispo, no le molestaría nada que el misterio de la Resurrección cerrase la Semana Santa el Sábado Santo, al igual que otro misterio no pasionista, la Sagrada Entrada en Jerusalén, la abre (vísperas aparte) el Domingo de Ramos. Eso sí, lo que me cuesta trabajo es aceptar los nazarenos el Domingo de Resurrección. Hasta ahora, entendía que se vivía una situación coyuntural (que ya duraba demasiado), mientras que a la hermandad se le buscaba su ubicación natural junto a sus (se supone) hermanas de la sección de penitencia en la Semana Santa. Esto, con el posicionamiento de Monseñor Asenjo, ha cambiado radicalmente. Y todos deberán ser consecuentes.
De todas formas y para ser justos, en las declaraciones del obispo hay una frase que, sorprendentemente, ha pasado muy desapercibida y que habría que tener en cuenta, porque podría abrir una vía alternativa muy interesante: “Si quieren procesionar el Sábado pues que den un giro a sus normas, a sus títulos y a sus titulares”. Digo yo que no sería la primera hermandad de penitencia que sale en Semana Santa y luego con un titular de gloria fuera de ella.
Pero parece que lo peor está por llegar. Desde la hermandad se están lanzando mensajes de “mantenerla y no enmendarla”, basados en no sé qué historias de pasos atrás y cosas como esas. Este diputado se ha manifestado en multitud de ocasiones en defensa de la Resurrección, en tanto y cuanto sea hermandad de penitencia y deba cumplir con lo que le obligan sus reglas como tal. Pero no podría comprender que, ante la situación que se deduce de la posición de Palacio, se empeñara en mantener las actuales condiciones de su salida procesional, pues sería una prueba clara de que lo único que interesa es la túnica y no, como se ha defendido, el bienestar de los hermanos. He vivido en una calle por la que la cofradía transita en su camino a la carrera oficial y he podido contemplar, desde la primera estación de penitencia, como, además de padecer la soledad más absoluta, las filas de nazarenos era cruzadas continuamente por coches y motos, teniendo los diputados de tramos que ejercer, de forma improvisada, de guardias urbanos, ésos que suelen brillar por su ausencia. Conozco, de fuentes que me merecen total confianza, relatos sobre nazarenos que, en su camino hacia Santa Marina, han sufrido, por decirlo suavemente, molestias de parte de esa fauna que invade las calles en horas nocturnas, a causa de ir enfundados en la túnica nazarena y que han debido cambiar sus hábitos a la hora de vestirse. Hay que tomar decisiones, por muy duras que éstas sean, para proteger el mayor patrimonio de la hermandad, sus hermanos. Es muy doloroso renunciar a los sueños (o aplazarlos, a ver si cambia el viento por la Plaza de la Virgen de los Reyes, pues parece que de eso va la cosa), aunque éstos sean legítimos e, incluso, justos, pero, a veces y por un bien mayor, hay que hacerlo.
La Resurrección ya sabe (si no lo sabía antes) que sólo puede contar con sus hermanos y devotos. Por San Gregorio, siguen sin querer aceptar que es uno de ellos y Monseñor Asenjo ha sido muy claro. Ahora, todos (todos, Monseñor también) deben ser coherentes y buscar una solución adecuada a este problema. Y si no, la propia hermandad debe procurarse las alternativas convenientes, por el bien de esos hermanos. Otra cosa sería difícil de comprender y, desde luego, imposible de apoyar. Que el disparate no se haga aún mayor, por favor.
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