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De Marta al Gran Poder. 2011 motivos para llorar


 Francisco Santiago. Se va el año 2010, este que muchos sevillanos intentarán borrar de su memoria al ser el año en que el trabajo, el empleo y la familia en sí, han sufrido toda clase de vejaciones y encontronazos con la sinrazón.

Marta del Castillo sigue presente en cada uno de nosotros, en cada uno de los pandilleros que nos acosan cada vez con más soltura, desde que las aulas se han convertido en una cárcel para los profesores y un refugio de “ninis” esperpénticos.

La agresión del Gran Poder quizás haya sido la premonición del año que llega, pero no con grandes expectativas, sino todo lo contrario. Tenemos menos sueldo, más paro y una degeneración acumulativa que se ha hecho patente hasta en la designación del Rey Melchor, donde la supuesta  corrupción y el maltrato han formado parte por primera vez del día a día de los magos de oriente.

Las setas siguen polemizando, ahora con más sentido aún, pues si el haber truncado el paisaje clásico que nos ofrecía la Plaza de la Encarnación, ahora ese sentido ya no tiene ninguna fuerza al saber que los millones de euros desperdiciados en este “mausoleo monteseirinistico” no valdrán ni como pasarela…

Es triste. El paro hace meya en muchas familias y el hambre se ha aposentado en muchos grupos sociales que no encuentran remedio ni en Cáritas ni en los comedores y supermercados sociales, exhaustos ante tanta demanda.

La cosa se pone fea. Muy fea. Parece que los rezos empiezan a no tener respuesta y poco a poco nos acercamos a situaciones que creíamos exiliadas a los libros de texto; momentos históricos que todos terminaron en tragedia.

La guerra ya ha empezado. Podemos verla a las puertas de las iglesias donde ya hay “peleas” por obtener un sitio ameno para pedir limosna entre grupos raciales muy distintos. Ya no hace falta ir al mismísimo centro histórico para ver gente dormitando su pobreza en las calles, están a nuestro lado, en nuestros propios vecinos y en el corazón de nuestro barrio.

No me gusta el color que está tomando esto. Quisiera orar en voz alta y pedir que acabe la agonía de unos padres que no pueden llevar flores a la tumba de su hija, de aquellos que no pueden ofrecer un plasto de comida diario a sus hijos, de los que ven como el paso del tiempo les ahoga lentamente en el tiempo perdido en una cola para solicitar un trabajo digno.

Es penoso, pero es lo que viene en el 2011.










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