De viejos y nuevos puñales cofrades (de Bustamante a Lencina y viceversa)

Francisco Santiago. Dos nombres de los de siempre desde que entre de lleno al submundo de las cofradías, han saltado a las noticias de formas muy diferentes y a la vez tan similares.

Por un lago Garrido Bustamante nos ha mostrado su nueva obra escrita, en este caso en forma de novela “Un viejo puñal cofrade”, por otro, Diego Lencina se nos ha marchado en los previos de Cuaresma, dejando constancia una vez más de que él, estaba por delante de todos y de todo, en el buen sentido de la palabra.

Ambos saben más por viejos que por diablos, ambos reconocen a leguas los puñales virtuales y ambos tienen mil historias que contar de las que jamás veremos reflejadas en ningún diario sensacionalista (a ver cual no es hoy en día de esta característica).

Son la cara A y la B del mismo disco, la misma marcha procesional que jamás sonará tras sus titulares. Ambos saben del “Calvario” y la “Soledad”, de entresijos y problemas internos, de mil batallas libradas sin que la sangre llegara más allá de su propio río.

Diego se ha llevado su currículum vitae de historias para presentárselo al que fue su último presidente del Ateneo, el doctor Hermosilla, volviendo a descansar en los sillones del patio de la docta casa con la llegada de Pérez Calero.

Bustamante vuelve a revivir su experiencia con la ilusión y expectación de conocer la crítica a su nuevo trabajo, a sabiendas que cuenta con una corte de amigos que le apoyarán en el tortuoso camino de la información cofradiera.

Para ambos va hoy dedicado este instante de reflexión que ha cruzado por mi mente en este tiempo precuaresmal, con aromas a azahar para José Luis Garrido, con lirios morados y azucenas para Diego Lencina.

Foto: Francisco Santiago