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Un extraordinario Vía Crucis en Cádiz con sabor a Semana Santa


 Eduardo Fdez. López. Aunque sean las típicas palabras que se suelen decir para describir algo inédito y extraordinario, es algo que en esta ocasión es imposible dejar de comentar, y es que la ciudad de Cádiz vivió el pasado domingo una jornada histórica que quedará grabada para siempre en la retina de todos los que fueron testigo de ello.

Y es que la capital gaditana se quedó pequeña para acoger a todos los cofrades procedentes de distintos puntos, no solo de Sevilla, que había bastantes y de Andalucía sino también del resto de España que no quisieron perderse el Vía Crucis Diocesano que con motivo de la JMJ y de la DED organizó la Diócesis de Cádiz y Ceuta.

Era una ocasión única y quizás irrepetible contemplar el procesionar de pasos llegados desde otras localidades y que jamás pisaron en su larga historia la ciudad de Cádiz. Catorce estaciones y una reflexión ante la Santísima Virgen se rezaron en la Plaza de la Catedral ante la Cruz de los Jóvenes, una plaza que junto a la de San Juan de Dios y la calle Pelota se convirtieron por un día en Carrera Oficial de verano para acoger además de los peregrinos de la JMJ a todo aquel que quisiera rezar el Vía Crucis a la vez que va contemplando mediante el discurrir de toda una variedad de imaginería la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús.

 Variados fueron también tanto los estilos musicales como los estilos de carga, cada paso llevaba el propio de su localidad, la Oración en el Huerto de Barbate llevaba una banda de palio y pudieron verse pasos con cargadores, propios de la Isla, con los horquilleros de Cádiz y sus famosas levantás, a costal, a molía e incluso con varales como el del Calvario de San Roque, imágenes antiguas cargadas por fuera al hombro por hombres vestidos con túnicas.

Y es que hubo detalles que bien nos recordaron a la Semana Santa, los antifaces de algunos horquilleros, el muñidor o los dieciocho ciriales de la Mortaja algecireña, monumental conjunto escultórico moderno del carmones Miguel Ángel Valverde cuyo paso nos recordó a un Lunes Santo sevillano de hace ya algunos años en la calle Santiago, al procesionar en el antiguo paso del Beso de Judas.

La imaginería sevillana estuvo presente también con el Cristo del Amor, crucificado realizado por Fernando Aguado y que fue presentado en la Iglesia sevillana de la Anunciación y que hoy es venerado en la barriada puertorealeña de Río San Pedro.

 Los templos gaditanos fueron un hervidero de gente, un ir y venir constante de gente que no quiso perderse estampas inéditas que también se pudieron ver en el interior de los mismos, los siete pasos en Santa Cruz, los dos Nazarenos, el de Vejer y Chiclana en Santa María, junto al Nazareno gaditano, el Cristo del Amor y el Atado a la Columna en Santo Domingo, frente a la patrona de Cádiz la Virgen del Rosario.

Y si nunca antes estos pasos habían estado en Cádiz, muchos gaditanos tampoco habían visto nunca en la calle al antiguo Cristo del Prendimiento, imagen muy venerada en el convento de la Piedad y que tras más de sesenta años volvió a procesionar, este último dejó ese deseo de verlo por las calles de Cádiz mas a menudo, al igual que el anteriormente mencionado misterio de la Sagrada Mortaja, iconografía no representada en la Semana Santa de esta ciudad.

 Dos pasos llamaron mucho la atención, el misterio del Perdón de Cádiz con su portentoso crucificado del maestro Ortega Brú junto a las expresivas imágenes de los dos ladrones y la dolorosa de Puerto Real, la famosa Soledad de Puerto Real, única dolorosa con autoría cierta de La Roldana y magnífica imagen entronizada en un bello paso de palio, ver este paso salir por el Campo del Sur a los sones de “Mater Mea” fue algo que muchos pagarían por que se volviese a repetir.

En definitiva, desde la Oración en el Huerto de Barbate hasta la dolorosa mencionada y pasando por el Cautivo de La Línea, el Prendimiento de San Fernando, el Ecce Homo con su característico manto y así hasta el resto de los quince consiguieron que la ciudad gaditana aunque no pudiera ser por la luz de las velas, brillara en una espléndida noche de agosto con tintes de abril.

Noche que ya forma parte de la crónica escrita y gráfica de los acontecimientos que el año 2011 y sus Jornadas Mundiales de la Juventud están dejando en nuestro país, en este caso en nuestra comunidad y en concreto en el mundo cofrade. 

Fotos: Eduardo Fdez. López










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