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3.000 insignficantes días sin Santa Catalina


 Ayer 22 de agosto de 2012 se cumplen 3000 días del cierre de Santa Catalina.

¿Qué pueden significar 3000 días en la vida de un templo que tiene ya aproximadamente 290.000 días de vida en pie? ¿Qué pueden suponer algo más de 8 años en un monumento que lleva ya 8 siglos viendo la luz?

A la vista del interés de aquellos que tienen la responsabilidad de devolver Santa Catalina a la vida, da la impresión que 3000 días no son nada, pues todo hace indicar que los 3000 días desgraciadamente se van a quedar cortos.

3000 días en la historia de este Monumento realmente no son nada. 3000 días en un monumento que ha visto pasar por su lado tantas y tantas vicisitudes ¿Puede ser tanto tiempo?

Santa Catalina ha presenciado guerras, miserias, hambrunas, epidemias, invasiones, expolios, inundaciones, y también como no, esplendores. Ha acogido Imágenes de culto muy importantes en la ciudad como el Cristo del Amor, o el del Calvario, el Cristo de la Salud de los Gitanos o el mismo Cristo de la Exaltación. Ha tenido defensores y  detractores en sus periodos de luces y de sombras y por medio de ellos innumerables  reformas.

Se ha resistido a  ser demolida en más de una ocasión. Pero después de todo…, es este periodo de clausura, el que ahora nos ha tocado vivir, el más largo y penoso de toda su historia. Triste y vergonzoso récor en la ya larga y dilatada existencia de este templo, y que los actuales ciudadanos y también las autoridades civiles y eclesiásticas de esta ciudad tenemos que sacudirnos. Ahora podemos tener la excusa de la crisis. ¡No hay dinero para recuperarla!, pueden argumentar algunos. Pero en sus 800 años de existencia ha vivido periodos mucho peores y siempre ha salido adelante.

Pero estos “insignificantes” 3000 días pueden haber supuesto por otra parte muchos días para bastantes personas.

Estos “insignificantes” 3000 días, “deben” haber supuesto bastantes días para el pastor de la Diócesis en Sevilla, que sus casi dos años al frente de la iglesia de la ciudad, no le ha permitido conocer y admirar como es el templo por dentro. Siendo, D. Juan José Asenjo ciudadano original de otra localidad, para haberlo conocido tendría que haber sido en alguna visita esporádica que hiciera a Sevilla. ¿Puede este desconocimiento por parte de nuestro regidor eclesial influir en una desmotivación para poner todos los medios en recuperar esta joya artística y cultural?

Estos “insignificantes” 3000 días han supuesto que muchísimos matrimonios que familiarmente o sentimentalmente estuvieran ligados a Santa Catalina no hayan podido darse el sí quiero bajo su techo. O que esos mismos matrimonios no hayan podido bautizar a sus hijos en su pila bautismal como sí pudieron hacer sus antepasados. O que una generación de niños en edad de comunión no hayan podido hacerla por primera vez entre sus muros. Y peor aún, muchísimos niños de esta ciudad que no han podido conocer Santa Catalina todavía y que ignoran el arte que atesora en su interior.

Y qué decir, de tantas y tantas personas que hubieran querido dar el último adiós a sus seres queridos en el templo donde siempre habían encontrado la llama de su fe.

Estos “insignificantes” 3000 días han dado para que innumerables visitantes de esta ciudad con guía turística en mano se hayan dirigido a ese templo que según indica es un tesoro monumental en el que se recogen magníficas muestras del gótico, del mudéjar y del mejor barroco andaluz. Los mismos visitantes que se han dado con las puertas en las narices y que se preguntaban asombrados como podía estar cerrado y sin embargo no se realizaban obras de restauración.

Estos “insignificantes 3000 días han dado para que tres hermandades de gran arraigo en la ciudad y a la que cultural y religiosamente le aportan mucho, hayan tenido que trasladar sus imágenes y su vida interna a otros templos peor ubicados en la ciudad y sintiéndose en todo momento fuera de su casa. Y lo que es peor cada vez con menos esperanza de que algún día puedan volver al lugar que les corresponden.

Estos “insignificantes” 3000 días han valido para contemplar la muerte por abandono de una de las dos palmeras que junto con la torre mudéjar formaban una de las imágenes más características de la ciudad.

Estos “insignificantes” 3000 días han servido para poder ver como el ayuntamiento de la ciudad se gastaba una inmoral cantidad de dinero en un proyecto vistoso pero de escasa utilidad pública mientras a 300 metros un monumento nacional se cae a trozos sin haber recogido ni las migajas presupuestarias de ese faraónico proyecto.

Estos “insignificantes” 3000 días no han sido tan llamativos como para que el gobierno de “todos” los andaluces, sean creyentes de cualquier confesión religiosa o no, haya definitivamente destinado algunas partidas económicas suficientes para poder sacar a Santa Catalina de este pozo sin fondo. Mientras, veíamos como algunas de esas partidas tomaban rumbo a otros países en forma de cooperación internacional de muy loable finalidad algunas pero de muy dudosa utilidad muchas de ellas.

Estos “insignificantes” 3000 días no han sido motivo suficiente para que por fin los responsables religiosos y civiles de esta ciudad, de esta comunidad autónoma, o de este país, se pongan de una vez por todas de acuerdo y terminen ya con esta vergüenza que Sevilla históricamente no se merece.

Pero paradójicamente estos “insignificantes” 3000 días si que han servido para que esa misma vergüenza recaiga sobre los hombros de muchísimos sevillanos de cuna o no, que sienten su peso cada vez que pasan junto al monumento a la dejadez, el abandono y la inmoralidad cultural en que se ha convertido Santa Catalina. 

M. Carmen Conde y José Javier Comas González, administradores de la página Restauración de la Iglesia de Santa Catalina de Sevilla.










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