Arte Sacro
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A través del Antifaz. El prodigio del reencuentro. Alberto De Faria Serrano


 El poso de la mesura. La medida de la cautela. La distancia hasta la cruz de Guía de Pino Montano es tan corta que el tiempo se nos consume inexorable ante nuestros ojos. El pulso va tomando su circulación acelerada propio de los días que se nos avecinan. El pálpito nos da de lleno ante la total inminencia. El cielo azul se nos abre de par en par como el tiempo del gozo. Por la Anunciación, por San Antonio Abad y por San Vicente apuran el tiempo del rito doloroso cuando sus priostes echan horas extras. Poco queda más que esperar el deleite. Poco queda más que esperar la liturgia por la Magdalena o por el compás del Convento de la Paz cuyo ciprés es centinela advertido de un muñidor de Caridad.


Sí. Pilato te la ha presentado por la Calzá que conduce a la Cruz del Campo. Templete perdido y abandonado, ya se habrá Encarnado entre nosotros la pureza del viaje de diez de días de seguir su camino por la memoria de la Jerusalén de la Betica. Es momento aun para respirar hondo y detenerse en la contemplación de la transfiguración de su epidermis en el sueño anual por el que gravita nuestra existencia. La Cruz es el símbolo y el camino; el signo y el vestigio de la historia. La que se traza del eje Águilas - San Luís al de Alfonso XII, pertrecha el sendero de los estigmas que hemos de seguir; está en sangre o en sin salida en las señales de trafico. Ya te habrás despertado, y el retranqueo del Kiosco de Curro, otro año más no lo habrás soñado. Las fuentes de torrijas atraviesan la miel de la Campana como un puñal al paladar. Miras al cielo y en los cierros y balcones se ajustan las medidas exactas; se engalanan de púrpura, reposteros de respeto y veneración por el dolor de la Madre y la Pasión del Redentor.


Si te adentras en un hogar, la vida bulle en torno a la intimidad del rit; ultimar los pliegues de aquella manga aun arrugada por el desvelo luminoso de la capa de merino. La añoranza de la costura de última hora de aquel antifaz que ha pasado de abuelos a padres y de padres a hijos, y que este año se verá a través de él como ningún otro; o el esparto que precisa una hebilla porque eres ya en tus bodas de plata un esbelto palermo del tramo de parejas nombradas del Señor. O aprisa y corriendo has de salir a buscar una varita mas grande porque la reina de la casa crece que da gusto.


Por Jesús del Gran Poder, Pepe Gotera y Otilio colocan el penultimo adoquín en el que sepultan estigma de la imprevisión, y si te das de bruces con la bóveda natural de la Primavera en un Parque que ya hace varias semanas que esta presto y dispuesto, esperando la Paz de un nuevo Domingo de Hosannas. Las golondrinas y el aire templado son heraldo de un nuevo prodigio. Es hora de volver a la Glorieta de Bécquer, te reclama una intuición inaprensible. La cálida rosa del Miércoles de Ceniza se ha marchitado por mor del paraíso de aromas y fragancias que de nuestra alma han brotado. Transit gloria mundi. Ella, en medio de la espera, se ha consumado.


Poco queda mas que aguardar el sublime instante de reencontrarnos con nosotros mismos. Con lo que siempre seremos. Poco queda más que dejar que venga despacito. Sobre los pies. Porque viene de frente. Poco queda más que dejar que el reloj de arena al que le dimos la vuelta al tocar las puertas de San Lorenzo tras la Soledad, consuma sus últimos granos de fe y sus últimas semillas de devota concordia. Poco queda más que recibirla a puertagayola bajo un sol de mil amores en la Puerta de Chiqueros de la Jerusalén Mariana sita en nuestra Calle del Gozo. Poco queda más que estar puestos.


Pues si estáis puestos, alegraos que ya va a llamar.

Foto: Francisco Santiago.










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