Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • domingo, 11 de mayo de 2025
  • faltan 322 días para el Domingo de Ramos

El Consejo se niega a un diálogo sin papeles. Carlos Navarro Antolín. Diario de Sevilla.


El golpe ha sido duro en función de las lágrimas de impotencia que llegó a derramar el presidente en la mañana de ayer. Dentro se asegura que se trata de una coyuntura "gravísima". Los ajenos al mundo de las cofradías –que nunca se olvide que enriquecen el padrón de la ciudad como los que más– no apreciarán quizás el fondo de la cuestión. Basta una rápida consulta a la historia de las hermandades para comprobar que está jalonada por pleitos, conflictos, disputas, sanciones y tensiones entre ellas mismas o con los sucesivos prelados. Nada nuevo con la perspectiva de la historia. Pero todo un mazazo que ha provocado la convocatoria de un pleno urgente, algo que sólo sucedió cuando trascendió en 2000 la deuda millonaria del Consejo por el impago del IVA de las sillas y palcos.

Al final de la tarde del miércoles hubo reunión de la denominada con rimbombancia junta superior. Tras la sesión, el presidente Manuel Román departió con los cuatro hermanos mayores del Sábado Santo, que han trazado una línea maginot para contener el avance de una hermandad despreciada en privado por la mayoría de los cofrades y cuestionada con argumentos más o menos sólidos por algunos en público.

Los cuatro hermanos mayores se marchan de la sede de la calle San Gregorio poco después de las doce. La luz sigue encendida hasta cerca de las 3.15. Allí permanecen en tertulia para aliviar la tensión psicológica el presidente, Manuel Román; el vicepresidente, Eduardo del Rey, un auténtico halcón a la hora de rechazar la incorporación de nuevas hermandades a la Semana Santa, y el secretario, Joaquín de la Peña, habitualmente moderado pero que forma parte de la legión de cofrades a los que actual situación les ha hecho endurecer el discurso.

La tertulia es dura en el análisis: "Aquí lo de menos es que un hermano mayor, que no una hermandad, sino un hermano mayor, se haya saltado al Consejo rompiendo un pacto no escrito. No hay norma expresa que nos proteja, pero es una tradición, un juego limpio, una forma de hacer las cosas lo que se ha roto más allá de la falta de ética de una persona".

Se aprecia también un disgusto mayúsculo con la autoridad eclesiástica, quizás el mismo que hizo explotar emocionalmente al presidente horas antes: "La verdad es que el vicario estuvo frío con nosotros. ¿Cómo es posible? ¡Si siempre hemos apostado por dialogar y hemos estado al servicio de nuestro pastor!" En cierto momento hay quien hace una aseveración que los demás oyen con la conciencia de que el interlocutor acierta en toda la diana: "Yo no tengo dudas. Juan [Muñoz Jigato] podrá obtener los permisos sabe Dios cómo, pero aquí el ideólogo de la operación, quien ha marcado el camino, es el padre Soria. Nos la ha jugado. A mí no me cabe duda".

El día de ayer transcurrió igualmente tenso. Al presidente le llegan numerosos testimonios de apoyo, pero ya se sabe cuál es la actitud aconsejable cuando hay lluvia de parabienes. Sobre las diez de la mañana recibió la llamada de Juan Muñoz Jigato. Pero no era la mejor ocasión para entablar un diálogo. La fatiga y el fortísimo desencanto con la autoridad eclesiástica no recomiendan comenzar una negociación de acuerdo con la directriz del cardenal: "Lo mejor es dialogar". De la llamada telefónica se deduce que el hábil Muñoz Jigato recogió el guante, pero en el Consejo se niegan a sentarse en una mesa con quien ha provocado la mayor crisis de la institución mientras no se tengan todos los papeles por delante, esa valiosa documentación que ha arrancado del vicario general una autorización que –siempre que no se quiera caer en un absurdo– debe ser interpretada como un pasaporte para entrar directamente en la nómina del Sábado Santo.

Pasa la tarde. Ambas partes han llamado al padre Soria, la mente pensante de la operación según se denuncia en privado en el Consejo. La tensión no se ha rebajado. ¿Dimisiones en San Gregorio? La respuesta tiene el tufo de los debates políticos: "Es uno de los horizontes que se contempla". Se nota que Muñoz Jigato se ha hecho fuerte. No todos los días se obtiene de la autoridad eclesiástica un apoyo por escrito de semejante repercusión. Pero en San Gregorio dicen que no exhibe las cartas del vicario porque en una hay un párrafo que apunta a la necesidad de someterse "taxativamente" a lo establecido por el Consejo de Hermandades. Pero si eso así, ¿cómo es que la nota supuestamente aclaratoria del Arzobispado no refleja también esa indicación?

El hermano mayor de la Resurrección, cuya cofradía no va más allá de los 300 nazarenos, ya apelaba ayer al sentimiento de sus hermanos: "La ilusión que tienen no se puede frenar. Me avalan mis 17 oficiales de junta. Tengo un mandato del cabildo general, tengo las autorizaciones para llegar a la Catedral y he consultado con el Ayuntamiento, donde me han dicho informalmente que si salimos el sábado sería hasta beneficioso a efectos de organización".

¿El provocador de una crisis en el Consejo? "No por mi parte –dice Muñoz Jigato–. Esto parece más bien una cabezonería de una serie de personas. Hay que tener más buena voluntad. Si no quieren ver la hermandad porque les molesta, que no la vean. Pero el Consejo no tiene potestad para decidir en qué día salimos, lo que tiene que hacer es regular las cosas para que podamos hacer uso de la autorización que se nos ha dado. No se nos puede dejar así año tras año".

El desafío continúa. ¿Una rebelión de los marginados? ¿Será verdad que toda realidad que se ignora prepara su venganza? El presidente sigue en su sillón. Se siente muy defraudado. Seguro que el pleno del sábado se convertirá en un acto de desagravio de sus hermanos mayores. No parece que sea lo más aconsejable oír elogios en tiempos de crisis.

www.diariodesevilla.com









Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.