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Saludo y Dedicatoria: "A los muchachos sevillanos que luchan heroicamente en Rusia". Mariano López Montes


Con esta frase un tanto cariñosa e impregnada de ese patriotismo imperante a principios de los años cuarenta del siglo pasado, dedicaba la prestigiosa e ilustrada Revista Calvario, que se publicaba en Sevilla desde el año 1941, hasta los años cincuenta, el ejemplar correspondiente al año 1943, un recuerdo a aquellos jóvenes sevillanos y a la vez cofrades que se alistaron en aquella famosa División Azul para una nueva lucha al lado del Fascismo alemán contra El Comunismo imperante y a la vez expansivo de La Unión Soviética.

Enfatizo desde estas primeras líneas mi actitud pacifista, nada beligerante y apuesto desde siempre por la actitud dialogante, y la defensa de las propias ideologías y creencias como herramientas de solución, dialogo y convivencia, huyendo de esas otras que tanto implican la destrucción, la violencia, el dolor y como no la muerte como solución de los problemas y abogo por que esos cuatro Jinetes del Apocalipsis, vuelvan a arrasar de nuevo la faz de esta tierra y este mundo en que nos ha tocado vivir. Dejando a un lado el patriotismo y la heroicidad que impregnaba la ideología de estos jóvenes y el poder de la sociedad imperante en la época, no olvidemos sobre todo, desde la amplitud de vista que nos da nuestra historia y la evolución de los años, que muchos de estos jóvenes iban a luchar y lo peor a morir en unas tierras lejanas y ajenas, y quizás algunos de ellos se preguntaron en más de una ocasión, el porqué de tanta barbarie y destrucción.

Me parecería interesante que muchos cofrades actuales y sobre todo los más jóvenes leyeran y meditaran  sobre esta pequeña dedicatoria que por su importancia y trascendencia quiero una vez mas repetir "A los muchachos sevillanos que luchan heroicamente en Rusia", pues creo que todos y cada uno de nosotros somos el producto de nuestro propio tiempo, nuestras creencias e ideologías, pero que estas solo deben ayudarnos a ser mas humanos solidarios y comprensivos y nunca debe de repetirse esa desgraciada historia que se repite y nunca se aprende y aun menos se olvida, de destrucción, dolor y muerte de las guerras.

Como segundo punto y leyendo al final de la dedicatoria, se deja claro y patente la grandeza y el sentimiento que lleva implícito "ser cofrade" por un lado y "ser sevillano" por el otro y que desde aquel infierno de aquellas lejanas estepas, y al tener la inmensa suerte de tener en sus manos un ejemplar de la Revista que ilustraba ese año en una foto coloreada con el rostro de Jesús Nazareno del Silencio, se pudiera hacer un viaje a esa otra gloria cercana y a la vez nuestra que en esa semana se vive y se siente en Sevilla.










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