Las Glorias de Sevilla según Rosa García Perea
Daniel García Acevedo. Por fin pudo Rosa García Perea pregonar a las hermandades de Glorias ya que desde abril del 2020, fecha prevista para su pregón, este acto quedó aplazado sine die.
Y el día llegó, en un mes poco habitual para este pregón, pero mereció la pena la espera. Rosa nos deleitó con una pieza cargada de emociones personales, con su familia y seres queridos muy presentes, y una base argumental entorno a la Stma. Virgen en varias advocaciones como Amparo, Carmen, Pastora, Pura y Limpia, Mercedes de la Puerta Real, Reyes de los Sastres y Salud.
En la presidencia del acto estuvieron el delegado de hermandades, Marcelino Manzano, en ausencia del arzobispo Saiz, cuya agenda le ha impedido acudir a este evento, el delegado de Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, que fue el encargado de presentar a la pregonera y el presidente del Consejo de Cofradías, Francisco Vélez.
La Banda sinfónica municipal interpretó las marchas “Reina de los Sastres” de Rubén Jordán y “Glorias de Sevilla” de Marvizón, para terminar con los himnos de Andalucía y España.
En una pieza que duró 58 minutos, Rosa estuvo como es ella, contándonos sus vivencias con las hermandades más allegadas a su vida, por unos y otros motivos.
Comenzó el pregón con un emotivo pasaje donde Rosa recordaba como la Virgen María dijo sí en la Anunciación del Arcangel Gabriel, que terminó con este poema:
“Déjame que te estreche entre mis brazos, y que te aparte el pelo de la cara.
Que mañana, tarde, noche y madrugada, yo te acune, hijo mío, en el regazo
Que quiero dibujarte trazo a trazo y bordarte hilo a hilo en la mirada, desde el día que el ángel te anunciara el repeluco de amor que aún te guardo.
Y es que no puedo creerlo vida mía, que Dios con su bondad pensara en mí, y en mi vientre sembrara esta alegría.
Que nueve meses después iba a parir. Por eso, que si ser tu madre quería, al ángel, sonriendo, contesté que sí.”
Bellísimo el dedicado a la Virgen del Amparo, donde la pregonera nos confesó que ella si la ve a la Virgen sonreír y en que sitio hay que ponerse para que Ella te devuelva la mirada.
"Yo buscaba, Madre mía, tu consuelo En noviembre, aquella dorada noche Y encontré en tus ojos el derroche, dulzura solazada en un revuelo
Tanto me atormentaba este desvelo
Que llenaba mi calma de reproche Sin reparar que tu manto era el broche Que ya cerraba heridas en su vuelo
Y quisiera ser cuenta del rosario Que enredara las manos de tu hijo para que el roce de las tuyas a diario
Desbroce poco a poco este acertijo. Virgen del Amparo, dulce sagrario Refúgiame bajo tu santo cobijo."
Otra anécdota entrañable fue la que dedicó a la Divina Pastora cuando se encontró con Ella en un viaje a Tierra Santa.
"Cuando yo buscaba el calor de mi hogar
Encontré la puerta de tu casa abierta
la lumbre encendida para el alma alerta y tu dulce regazo para descansar
Ven, hija mía, me pareció escuchar Yo te guardaré de esta noche incierta porque en mi corazón hallarás la puerta de un dulce relicario de serenidad
De Nazaret a Sevilla hay un suspiro porque tu bendición así lo implora y es que a vivir en tu oración aspiro
porque esta noche todo mi ser te añora dulzura y valentía que tanto admiro Madre buena, luz, fe, Divina Pastora."
No podía faltar una parte dedicada a la hermandad que preside el pregón y es que Rosa confesó que se ha hecho hyermana de Montemayor y ese cariño por esta Virgen va a quedarse ya por los restos.
"Se han posado, Virgencita, en tu cara Los rayos de este sol que en ti se inicia Rozando tus mejillas cual caricia
Y trenzando en tu cabello una tiara
Por eso tu sonrisa es agua clara que nos calma esta sed con delicia Quitando penas y dando justicia
A todo el que a tus pies se postra
Montemayor Sevilla te llama
Y Montemayor tu Moguer te espera
Al verte hoy tan bien acompañada
Qué suerte ha tenido esta pregonera Que Moguer entera está aquí sentada y en el pregón tú estás a mi vera."
Rosa dejó para el final sus dos vírgenes de gloria a las que les tiene más devoción, Reyes de los Sastres y Salud. De la primera, finalizó su alocución con los siguientes versos.
"La ciudad se me escapa de las manos Cuando salgo a buscarte, Madre mía La noche oscura se me vuelve día
Y el frío invierno un dulce verano
¡Por ella reinan los reyes, sevillano! Que no hay excusa para la porfía Ay, que sí por mí fuera la buscaría En cada medalla de cada hermano
Se hace repique coqueto de campana
Los pétalos bordados en tu manto
Y es que nunca es Sevilla más cristiana
Que cuando mi costurera le borra el llanto
Así que a la calle, ¡abre las ventanas! Ven, Sevilla, que María te está esperando."
Y de la Virgen de la Salud terminó diciendo:
"Sé que tiene el Chato de la Costanilla
La alegría de su gente por la calle
Y lleva su madre apoyado en el talle
Los rezos que se alojan en su capilla
Los besos de sus hijos en la mejilla
Son petaladas, vítores, detalles Que se adormecen en el dulce valle Que hace su manto de orilla a orilla
Por eso de su dulzura me enamoro Y reclamo el bálsamo de su quietud que no hay en el mundo mayor tesoro
Ni hallarás mujer de mayor virtud búscala sevillano en San Isidoro Porque allí vive, y se llama Salud."
Y el pregón terminó como es Rosa, con su naturalidad, diciendo que se iba porque los pies le piden calle y recordándonos que las glorias son el amor de María por su hijo. Finalizó de esta manera:
"Que el bendito estado de Gloria en el que nos sumergimos desde mayo hasta diciembre, tiene un nombre, un nombre que sabe a nardo cuando lo pronuncias, un nombre que tiene destellos dorados cuando sale de tu boca,
un nombre que es salvavidas en naufragio, que es abrazo en la soledad,
que es consuelo en esos momentos en los que la brújula se pierde y es noche cerrada.
Un nombre que cuando lo susurras te trae el sabor del pan con chocolate de tu infancia.
El olor de los besos de tu abuela, que a lo mejor se llamaba Guadalupe, Nieves, Alegría, Hiniesta, Araceli, Valvanera, Desamparados...
o se llamaba Rosario, como me llamo yo, como se llamaba mi abuela, como se llamaba la madre del dueño de mi alegría, la abuela Charo de mis niños.
Rosario del Barrio León, de Triana, del Dos de Mayo, de San Julián, o de los Humeros.
O Rosario macareno, donde el sueño de un Niño es Sentencia de Esperanza.
Vaya usted a saber el nombre que tiene su Gloria... Y si no, ponle tú nombre a esta locura, ponle nombre a esta alegría que llega desde Juan XXIII hasta el Parque Alcosa, desde la Candelaria hasta San Andrés, qué todo es Sevilla, hermanos!!
¡Que todo es Gloria!"
Galería del acto
Fotos: Juan Alberto García Acevedo.