Carta a Fernando Gelán. Francisco Javier Fernandez Gonzalez (y II)
Arte Sacro. Con esta segunda carta dirigida a Fernando Gelán, ante la imposibilidad de publicar esta carta en la pagina web gelannoticias.com por carecer de correo electronico al cual dirigirse, atendemos por segunda y última vez la petición de un hermano de La O y publicamos la carta que nos remite.
"Estimado señor Gelán:
Como quiera que ha sido imposible ponerme en contacto con usted de manera directa, como hubiese sido mi deseo, me he visto en la obligación de tener que publicar esta carta en un medio ajeno al suyo, al cual le agradezco públicamente tal gentileza. Le ruego por tanto no lo tome mal, simplemente como una oportunidad, para caer en la cuenta de que sería conveniente y saludable que las discrepancias que puedan generar algunas de sus columnas de opinión entre los lectores de su periódico digital, pueden tener a partir de ahora derecho a réplica.
Dicho lo anterior, para no ser victima de mi propio reproche, lo primero que debo de hacer es presentarme. Mi nombre es Francisco Javier Fernández González y tengo treinta y siete años. Soy hermano de La O desde los quince años y he tenido la dicha de servir a mi Hermandad durante catorce años, en los que he ocupado cargo de responsabilidad en su Junta de Gobierno con tres Hermanos Mayores distintos: Ramón Martín Cartaya, Antonio Mas Acemel y Carmelo Martín Cartaya.
Últimamente el papel que desempeño dentro de la Hermandad es el de mero “hermano de número”, si bien he colaborado esporádicamente con la Junta de Gobierno cada vez que esta me lo ha solicitado. En la actualidad me encuentro inmerso en las labores propias de organización de los actos que anteceden a la Coronación Canónica de la Virgen de la O, aportando mis pobres conocimientos a los grupos de trabajo constituidos a tal efecto y en los que ilusionadamente participo, entre ellos el que ha organizado la exposición histórico artística que con el titulo de VIRGEN DE LA O, Corona para una devoción se ha celebrado en la sede social del Circulo Mercantil e Industrial de nuestra ciudad, es decir en la calle Sierpes.
Le cuento esto no para hacer una glosa pública de mi particular a la vez que escaso “medallero” cofrade. Mi propósito es que tenga un concepto claro de que quien le escribe no lo hace de oído y sí con un nivel de conocimiento del paño medianamente aceptable.
Principalmente es el respeto por la verdad y por la memoria de las personas lo que me obliga, más que mi vinculación a la comisión organizadora del citado acontecimiento, a salir al paso de una situación injusta y desafortunada cometida contra la Hermandad de La O, máxime si hablamos de personas a las que, por desgracia, ya no les es posible defenderse de sujetos que mal utilizan su nombre para enarbolar la bandera de la amistad en una versión sesgada y errónea.
El pasado día nueve de Mayo, tuve la posibilidad de leer en la edición digital de su periódico, un artículo cuyo encabezamiento me sorprendió profundamente para luego, casi sin lugar a nada más, dar paso a un episodio de amarga indignación ante una aseveración que no se sostiene a poco que alguien, entre ellos usted, se hubiese dado una vuelta por la muestra anteriormente citada.
El contenido del articulo proclamaba a cuantos pudieran haberlo leído algo tan incierto como que de entre las más de cien fotografías que componían la muestra fotográfica y cito palabras textuales: “ni una dedicada a exaltar y recordar la figura de quien fuera un extraordinario hermano mayor de la Cofradía de La O”. En esto último coincidimos plenamente porque, como antes dije, he tenido la dicha de trabajar dentro de una Junta de Oficiales con ese inigualable y proverbial cofrade de La O como era Ramón Martín Cartaya. El destino desgraciadamente quiso que fuera por poco tiempo, pero el suficiente como para darme cuenta de que estaba ante una persona de una dimensión humana y cofrade apabullante e inalcanzable para un joven de dieciocho años. En lo anterior afortunadamente no puedo estar de acuerdo y le explico por qué.
Me niego a reducir la presencia de Ramón Martín Cartaya, en el recuerdo y en el ánimo de los cofrades de La O, a algo tan simple y que tan poca justicia hace a su ejemplar trayectoria cofrade, a una mera cuestión numérica. Pero para mejor explicar esta sinrazón no tengo más remedio que recurrir a esa táctica que usted plantea y así precisarle que hasta en siete ocasiones hemos podido verlo y recordarlo rodeado de otros ejemplares cofrades de la primera mitad de la calle Castilla, entre los que ocupan un lugar destacado su padre don Antonio Martín Alborch, donante de la actual Dolorosa a la Hermandad y que fue quien le transmitió su amor desmedido por la Archicofradía de La O, la cual, y en esto también somos coincidentes, sin los esfuerzos y desvelos de ambos, por encima incluso del ámbito personal no hubiesen sido posibles estos días entrañables que ha vivido la Institución más allá de sus fronteras naturales. En agradecimiento a tanto ardor en pos del bien de la Hermandad, esta supo reconocerlo en su momento y lo distinguió merecidamente de entre sus miembros, como Medalla de Oro de la Corporación, distinción de la que también le informo quedó constancia escrita en uno de los expositores fotográficos de la exposición, concretamente en el titulado “Vida de Hermandad”.
Complementando la muestra fotográfica, que se encontraba distribuida por paneles temáticos, dentro de la sala se habilitó un recinto en el que fue proyectado un audiovisual, fusionando marchas procesionales dedicadas a nuestros Amantísimos Titulares con fotografías antiguas que gentilmente cedieron los hermanos de la Corporación trianera, a través del cual se hacia un repaso no solo histórico sino sentimental por la historia de La O, dándole a conocer a propios y extraños para que, una vez sacada a la luz, ésta hablase por si misma del pasado glorioso de esta cuatricentenaria Hermandad, sin entrar en ningún momento, eso si, en distinciones personales, no por inmerecidas, que en el caso que nos ocupa no admite discusión, sino por improcedentes y por estar alejadas del carácter de homenaje a la Institución, que fue el propósito único y fundamental de sus organizadores a la hora de darle forma y que en mi modesta opinión se logró con creces.
No obstante, debo aclararle que en dicho audiovisual aparece la insigne figura de Ramón Martín Cartaya exactamente en doce ocasiones, con la particularidad añadida de que es la única persona que aparece fotografiada por sus méritos, no como cofrade de La O, si no como ejemplar cofrade de Sevilla el día que pregonó su Semana Santa el año 1972..
Por todo lo anteriormente expuesto, disiento de su opinión por inexacta y contraria a una realidad tan palmaria y constatable como que la Hermandad de La O conserva aún los paneles fotográficos expuestos, los cuales pongo a su disposición y a la de sus lectores, con permiso de la Junta de Gobierno, para que si lo cree oportuno puedan verlos uno por uno, y de esa manera advertir cuan lejos de la realidad se encontraba su articulo, que tantos y tantos sevillanos estoy seguro han tenido la oportunidad de leer y a los que por respeto al derecho que les asiste de recibir una información veraz y contrastada, le ruego por favor les haga llegar cuanto antes el contenido de esta carta o en su defecto un artículo que sirva de reparación, en la medida de lo posible, al daño que desde su publicación digital ha causado al buen nombre de la Archicofradía de La O y al sentimiento de cuantos la integran.
En definitiva, de ningún modo se puede aseverar y mucho menos desde un medio de comunicación publico y con la repercusión del suyo que la Hermandad de La O, no solo durante los actos previos a la Coronación de su Dolorosa, sino jamás, podrá olvidar a una figura del calado y el fuste de Ramón Martín Cartaya, maestro de cofrades y cristiano ejemplar, sin el cual sería imposible poder entender el último tercio del siglo XX de la Archicofradía Sacramental de La O.
Un saludo y espero su respuesta".
Arte Sacro no se hace responsable de la opinión vertida por sus colaboradores, en cualquier caso pueden ponerse directamente en contacto con ellos en los correos electrónicos que aparecen en las páginas.
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Foto: Juan Alberto García Acevedo