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Carta del Hermano Mayor del Sol


 Es un tópico que hay acontecimientos que sólo se dan una vez en la vida, ocasiones únicas que se graban en oro, a veces con perfiles de sudor, sangre y lágrimas, en la pequeña o gran historia de las personas o de las corporaciones.

La Hermandad del Sol, con todos sus hermanos, ha vivido este año uno de esos eventos irrepetibles que habrá de quedar en su historia y en la memoria cofrade de nuestra Ciudad, al haberse convertido en la cofradía número sesenta de las que hacen su estación de penitencia a la Santa Iglesia Catedral de Sevilla.

Por primera vez, los verdes cipreses de El Plantinar han derramado su cera esmeralda sobre los viejos mármoles catedralicios, y la ofrenda de fuego de nuestras candelerías ha proyectado sus luces doradas sobre sus altas bóvedas, cálida y fraternalmente acogidos por el Cabildo para postrarnos ante nuestra Sagrada Titular, la Santa Cruz. Y todo ello después de haber sido recibidos por el pueblo sevillano en nuestro largo itinerario, en el casco histórico y en esa Carrera Oficial que nuestros pies ansiaban hoyar desde hace tantos años.

Uno siempre aspira a ser, cuando menos, comprendido y respetado en su singularidad, sencillez y humildad, y eso esperaba recibir esta Hermandad del Sol. Comprensión y respeto hacia una forma de ser que, lejos de protagonismos o ínfulas diferenciadoras, sólo trata de ser fiel a sí misma, a su historia y a los criterios que inspiraron su peculiar identidad.

Sin embargo, tales previsiones se han quedado cortas al sentir todo el cariño y el calor de una ciudad que, mayoritariamente, nos ha acogido como una más de sus cofradías, proporcionándonos la fuerza y el aliento necesario para cumplir con nuestra estación penitencial con la dignidad que demanda una celebración de la dimensión devocional, social y artística de la Semana Santa de Sevilla.

Por todo ello, y en nombre de esta humilde Hermandad, he de expresar mi agradecimiento a todos los que han hecho posible que este sueño se haga realidad: no sólo a las instituciones eclesiales y civiles que han permitido la construcción de nuestra Capilla Sacramental...., ni sólo a la entidad financiera y a las personas que con su aval la hicieron viable..., ni sólo al Consejo de Cofradías con su Junta Superior y delegados o a nuestras queridas hermandades del Sábado Santo, de Viernes de Dolores y Sábado de Pasión y restantes jornadas. He de expresar ese agradecimiento también a cuantos contemplaron nuestro paso, arropándonos por las calles sevillanas a la ida o al regreso de la Catedral, o siguiéndonos por los medios de comunicación; a esos mismos medios que nos llevaron a tantos rincones del orbe; a cuantos trabajaron para que el camino estuviera limpio y expedito; a quienes nos dispensaron agua y nos abrieron sus puertas para encontrar refugio a nuestras necesidades... a tantos y tantos sin los cuáles nada de esto hubiera sido igual.

Permitan a este Hermano Mayor no poner nombre porque tantos son los que nos han ayudado y apoyado que los olvidos serían injustos e injustificables.

Y sobre todo... el agradecimiento a nuestros hermanos: nazarenos, acólitos,  músicos, capataces, costaleros y auxiliares en general, que han sido artífices y parte del milagro de ver entrar al Sol en la Catedral.

Que esto nos sirva a todos como estímulo para seguir trabajando y creciendo en la devoción a nuestros Sagrados Titulares y en el futuro de nuestra Hermandad.

Nuestra Estación de Penitencia de 2011 ya ha empezado.

Que Dios os bendiga a todos.

Juan Luís Amaro Rodríguez, Hermano Mayor

Foto: Juan Alberto García Acevedo.










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