La Extinguida Congregación de la Anunciata y el Señor de la Salud y Buen Viaje.

Francisco Santiago. La Congregación de la Anunciata estaba establecida en el Colegio Jesuita, del cual aún hoy queda lo que conocemos como Sala de Exposiciones San Hermenegildo, que a su vez ha sido Parlamento de Andalucía y sede provisional de salida para la Hermandad de Pasión.

Esta historia parte precisamente de la expulsión de esta congregación de dicho colegio, cuando el rey Carlos III decreta dar por extinguidas las hermandades en él establecidas, siendo esta la única.

Esta Congregación se debió crear en el siglo XVII  en deferencia al Misterio de la Anunciación de la Virgen , de ahí su nombre y el de la Iglesia de la Anunciación , donde tenía la casa profesa de la orden jesuita.

La Congregación tenía establecida capilla de su propiedad en la zona del patio del Colegio, teniendo entre sus pertenencias un busto en terracota de un Ecce Homo.

Cuando en 1711 se anunciaba la extinción de esta Congregación, sus pertenencias se repartieron entre las parroquias de San Esteban, Santa Lucía, Santa Marina, La Magdalena o San Andrés, además de los conventos de las Capuchinas y de la Concepción.

Aunque no se pueda afirmar rotundamente, para el investigador Francisco Amores Martínez, el busto del Ecce Homo que fue a parar a San Esteban apunta directamente al Titular de la Hermandad de penitencia, El Cristo de la Salud y Buen Viaje, entre otras cosas porque no hay ninguna referencia documental a que existiera otra imagen similar en dicha parroquia antes de 1772, cuando fue trasladada.

Ahora que la imagen está de plena actualidad con los “hermanos que le han salido”, he creído conveniente hacer referencia tanto a la desaparecida Congregación, como a los posibles orígenes de esta talla que procesiona en el martes santo sevillano.

Bibliografía

Amores Martínez, Francisco. Aportación documental a la historia de la imagen del Señor de la Salud y Buen Viaje y su llegada a la Iglesia de San Esteban. Boletín d elas Cofradías de Sevilla nº 521, julio 2002 (págs. 43 a 46)

Fotos: Francisco Santiago