A las generaciones venideras. Manuel Ramírez

Se llaman Ana y Pedro. Antiguos vecinos del barrio de San Bernardo, de la calle Almonacid, y como cada Miércoles Santo vuelven a sus calles, después de la dolorosa diáspora que soportaron. A ellos no les importa las previsiones meteorológicas, pues llegaron a su paraíso prometido sobre las diez de la mañana. Visitaron sus Imágenes, le rezaron, lloraron, recordaron y rieron.

Dos horas antes tomaron plaza delante de la misma puerta de salida de la cofradía, tan felices, tan ilusionados. No les importaba el agua, el frío ni el viento. Estaban en su sitio de todos los años y con la humildad de las grandes personas. El internet, las aplicaciones, los whtsapps, ni siquiera la radio, les hace falta a nuestros amigos. Ellos sólo creen en la Salud de un Hijo y en el Refugio, aquél que perdieron, de una Madre. A Ellos le piden, año tras año, que los dejen volver, porque lo demás, todo lo demás, son tonterias. Hasta el año que viene, si Dios quiere, Ana y Pedro.