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Provincia. Cañada Rosal celebró la Festividad de sus Patrones, San Joaquin y Santa Ana


Manuel Pinto Montero.  El pueblo de Cañada Rosal, fundado por Carlos III en el siglo XVIII, ha celebrado durante los últimos días sus fiestas patronales en honor de San Joaquín y Santa Ana, grandes devociones del pueblo que son acompañadas con fervor en la gloriosa y esperada procesión del día de su Festividad.

Sin duda el día grande para cualquier carrosaleño es el 26 de julio, Festividad de San Joaquín y Santa Ana. Muchos actos a lo largo del día que tiene su final con la Procesión de los Patronos por las calles del municipio. Gran devoción la que sienten sus vecinos por Santa Ana y así se lo demuestran a lo largo del recorrido con numerosas ofrendas florales y cánticos a compás de sevillanas que les ofrecen al paso de las imágenes por los balcones del municipio. Emotivas y esperadas sevillanas en la calle Arrecife, donde algunos costaleros cantaron a su Patrona. Es este uno de los momentos más bellos y emotivos de la procesión.

Las bellas imágenes de San Joaquín, Santa Ana y la Virgen María son obra de Antonio Castillo Lastrucci y se veneran en el interior del Templo Parroquial bendecido por el Cardenal Bueno Monreal el 26 de julio de 1964, reconstruido el pasado año con el esfuerzo de todo un pueblo, presumiendo en la actualidad de un bello Templo de todo el pueblo de Cañada Rosal.

El paso en el que procesiona las veneradas imágenes es de plata alumbrado por cuatro candelabros de guardabrisas, estando exornado por claveles y nardos en sus esquinas. Con paso lento y de costero a costero los Patronos pasean por unas calles llenas de fieles, y es que su pueblo santanero, como se llaman sus devotos, no deja en ningún momento solos a sus queridos patrones. A las puertas del Ayuntamiento fueron recibidos por la corporación municipal que le entregó un ramo de rosas rojas, símbolo del pueblo de Cañada. Pasada la media noche regresaba a una engalanada plaza de Santa Ana, donde se encuentra el Templo Parroquial.

Entre vivas, oraciones y con el repique de la campana de su esbelta torre entraban de nuevo en su Templo, desde el cual protegen a todos los carrosaleños que llegan a lo largo del año ante las plantas de su patrones.

Fotos: Manuel Pinto Montero.










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