Arte Sacro
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Provincia. Crónica de la Vigilia Diocesana de Espigas, celebrada en Benacazón


Arte Sacro. El pasado fin de semana, se vivió en Benacazón la Vigilia Diocesana de Espigas, organizada por los Consejos Diocesanos de ANE y ANFE y la Sección de ANFE de Benacazón, cuya Solemne Eucaristía fue presidida por el Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Juan José Asenjo Pelegrina, Arzobispo de Sevilla, a quien acompañaba el Ilmo. Sr. D. Teodoro León Muñoz, Vicario General de la Archidiócesis y Director Espiritual de la Adoración Nocturna Diocesana. Se congregaron adoradores y adoradoras de la Archicofradía Sacramental de Adoración Nocturna Española (ANE y ANFE) de toda la Archidiócesis de Sevilla, para adorar a Jesús Sacramentado. Como dicen los adoradores: cuando encuentras al Señor en el Sagrario y le descubres en las Sagradas Especies Eucarísticas, tu vida cambia para siempre. El amor de quien es puro Amor te impregna y se refleja en esa alegría especial que siempre acompaña a los adoradores de Cristo Eucaristía.

RECEPCIÓN Y PROCESIÓN DE BANDERAS


La recepción se produjo en la Casa y Capilla de la Vera-Cruz. La espera del inicio del acto se realizó en las Capillas de las dos hermandades de penitencia del pueblo: la de Vera-Cruz y la de la Soledad, donde se organizaría la Procesión de Banderas, que de allí partió hacia la parroquia de Santa María de las Nieves, que fue capilla de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla al menos durante los s. XVI al XVIII, según consta en el archivo capitular.

Los Consejos y las diferentes Secciones prepararon sus Banderas, que simbolizan la presencia comunitaria de los adoradores de una Sección o Diócesis. Comenzó la tradicional Procesión de Banderas, con las Secciones adoradoras ordenadas según la antigüedad de las mismas. Siguiendo a la Cruz Parroquial, acompañada de dos ciriales y precedida por dos niños que portaban las espigas, recorrieron el trayecto que les llevaría a la Parroquia de Santa María de las Nieves. Durante el recorrido los adoradores entonaron los cantos: “Qué alegría cuando me dijeron”, “Juntos como hermanos”, “Una espiga dorada”, “Himno Eucarístico de Madrid, “Hacia ti morada Santa”, “Pueblo de Reyes” y “No adoréis a nadie”.

REZO DE VÍSPERAS Y SOLEMNE EUCARISTÍA VESPERTINA


Todo estaba preparado en la acogedora Parroquia de Santa María de las Nieves, primitiva iglesia mudéjar del s. XIV, cuyo presbiterio fue labrado dentro de la “Torre Mocha”. En ella presidía el Altar Mayor, la Imagen de la Virgen de las Nieves, Patrona de Benacazón.

Colocadas las banderas de la Secciones en torno al Altar, los adoradores y adoradoras tomaron asiento y estuvieron en silencio, haciendo oración en espera de la llegada del prelado.

El Arzobispo de Sevilla, Don Juan José Asenjo, fue recibido en la puerta de acceso a la Parroquia por el párroco, Rvdo. D. José Antonio Morón Pardo, la presidenta Diocesana de ANFE, Dª. Concepción Lara Bascón, el presidente Diocesano de ANE, D. Rafael Corrales Ruiz, la presidenta de la Sección de ANFE de Benacazón, Dª. Rosa Espinosa Rodríguez, D. Antonio Pedro Espinosa Mantecón, desde ese día presidente de la reactivada Sección de ANE de Benacazón, el sacristán de la parroquia, D. Felipe Manuel Fernández Soriano, así como autoridades, entre ellas la alcaldesa de la localidad, Dª. Juana María Carmona González, miembros de la Corporación Local y Hermanos Mayores de Hermandades de la localidad. Tras besar la cruz, bendecir y rociar con agua bendita, monseñor Asenjo, acompañado del párroco, de los presidentes diocesanos de ANE y ANFE y de la Sección Local, se dirigió a la capilla del Sagrario, para arrodillarse ante el Señor Sacramentado, que nos espera pacientemente en los sagrarios. Es muy elegante el retablo de esta Capilla del Sagrario, realizado por Martínez Montañés.

Ya revestidos, con el sonido majestuoso del órgano barroco de 1783 y los bellos cantos del Coro de la Hermandad de la Vera-Cruz de Benacazón, dirigido por Francisco (Curro) Perejón Ortega, tras la procesión de entrada, comenzaría el rezo de Vísperas, que tras el himno, en su Salmodia incluiría los Salmos 121, 129 y finalizaría con el cántico de la Carta a los Filipenses “Cristo, siervo de Dios, en su Misterio Pascual”.

Todos los presentes participaron de la Santa Misa, de la Eucaristía que es Memorial, Sacrificio, Acción de gracias y Comunión.

UN ARZOBISPO DE PROFUNDA ESPIRITUALIDAD EUCARÍSTICA


Presidió la Santa Misa el Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Sevilla, mons. Juan José Asenjo Pelegrina, y concelebraban con él el párroco de Santa María de las Nieves, el Ilmo. Sr. Vicario General de la Archidiócesis, que es Director Espiritual y Consiliario de la Adoración Nocturna Diocesana, el Vicario Episcopal de la Zona Este y sacerdotes del arciprestazgo.

La homilía fue tan productiva, que merece la pena contar con la transcripción de las palabras de Don Juan José:

“A todos os manifiesto mi alegría por poder compartir con vosotros la mesa del Pan y de la Palabra. La Eucaristía, bien lo sabéis los adoradores, es el lugar natural y propio de la Iglesia y su quehacer principalísimo por todo el orbe de la tierra. Y es el lugar natural y quehacer principal de cada comunidad y de cada cristiano. La Iglesia, queridos hermanos y hermanas, no ha salido aún de su asombro, al contemplar la grandeza del misterio eucarístico. A lo largo de los XX siglos de la historia de la Iglesia, ha tratado de expresar con palabras certeras y adecuadas la grandeza del amor de Cristo que se queda con nosotros para siempre en las especies eucarística. La lengua humana ha tratado de cantar la grandeza del precioso Cuerpo y de la preciosa Sangre que adoramos en la Eucaristía, reconociendo que siempre son balbuceos aproximativos que nunca acaban de abarcar la grandeza del misterio eucarístico. A lo largo de la historia de la Iglesia, tantas veces se han escrito hermosas páginas eucarísticas: unas con la Palabra y otras con la Vida.

Páginas de gran belleza son las que nos narra el martirologio cuando en los principios del siglo IV los mártires de Cartago confiesan ante el procónsul que sin la Eucaristía no podemos vivir.

Páginas bellísimas también la muerte martirial de San Tarcisio, un niño que llevaba la comunión a los presos de la cárcel mamertina de Roma y que es apedreado y martirizado por no dejar que el misterio eucarístico, que la Eucaristía, sea profanada por los paganos. Página de gran belleza eucarística es la protagonizada por María Teresa Enríquez, la loca del Sacramento en la mitad del siglo XVI. Página de gran belleza eucarística es también la protagonizada por nuestro San Manuel González, el obispo de los sagrarios abandonados, recientemente canonizado por el Papa Francisco. Páginas literarias de gran belleza son las escritas por los padres apostólicos, por San Agustín, por San Buenaventura, por nuestro San Juan de Ávila.

En los últimos 140 años, se ha escrito otra página hermosísima en España protagonizada por la Adoración Nocturna, fundada en 1877 por D. Luis de Trelles; enseguida se extendería por  toda España y por los países latinoamericanos. Solo Dios sabe en su sabiduría infinita, que todo lo abarca, el bien inmenso que la Adoración Nocturna ha hecho a tantos cristianos, a tantas familias, como escuela de vida cristiana, como escuela de formación, como escuela de compromiso apostólico y sobre todo como escuela de adoración al Señor Sacramentado.

En esta tarde, en esta noche, damos gracias a Dios por lo que ha supuesto la Adoración Nocturna para todos vosotros, para nuestra Iglesia Diocesana. El Catecismo de la Iglesia Católica precisa con mucha exactitud el significado, la naturaleza del misterio eucarístico, que es sacrificio cuando se celebra la Eucaristía y se renueva y se actualiza, no solamente se rememora, sino que se actualiza el sacrificio de la Cruz, de forma incruenta sobre el altar se derrama la Sangre preciosa de Cristo que nos diviniza, que nos purifica, que nos santifica. Todos tendríamos que crecer, queridos hermanos y hermanas, en veneración y en aprecio por la Santa Misa, que no deberíamos perder por ningún motivo, a no ser por causas muy graves. La Santa Misa dominical es, de alguna forma, lo que caracteriza a un cristiano, lo que identifica a un cristiano: que amemos la Santa Misa. Vuelvo a repetir, renovación y actualización del Sacrificio del Señor que manifiesta la presencia real, verdadera y sustancial del Señor en las especies eucarísticas. Después de las palabras sacrosantas de la consagración, el Señor está presente en el altar, con el mismo realismo, con la misma verdad con que estaba en los brazos de su madre en Belén, en el taller de José en Nazaret, en los polvorientos caminos de Palestina, allí está el Señor son su Cuerpo, su Sangre, su alma y su divinidad, esperando que lo visitemos, esperando que lo acompañemos, esperando que reparemos por nuestros propios pecados y por el pecado del mundo. La Iglesia en España, desde hace años, está tratando de recuperar el culto eucarístico fuera de la Misa: Exposición del Santísimo, la Bendición con el Santísimo, las 40 horas, los Jueves Eucarísticos, la Adoración Nocturna, que todos deberíamos apoyar y potenciar.

En los años inmediatamente posteriores al Concilio Vaticano II, en algunos ambientes cristianos se vino a decir que la presencia del Señor en la Eucaristía termina cuando termina la comunión; negaban algunos, como el catecismo holandés, la presencia real del Señor después de la comunión; venían a decir que el Señor es simplemente sustento, no presencia real. Pues no, queridos hermanos, el Señor está en el Sagrario y nos espera: cuánto consuelo, cuánta fortaleza, cuánta fidelidad ha surgido de la última comunicación de tantos cristianos con el Señor Sacramentado de rodillas ante Él.

De la adoración eucarística han surgido las familias unidas, fecundas y evangelizadoras. De la adoración eucarística han surgido jóvenes valientes y generosos, dispuestos a vivir la vida nueva y a construir la nueva edificación, la nueva sociedad del amor. De la adoración eucarística muchos jóvenes, chicos y chicas, han sentido, han oído la voz de Jesús, que los invitaba a seguirle en el sacerdocio y en la Vida Consagrada. De la adoración eucarística ha de surgir la renovación de nuestras parroquias, la renovación de nuestras Diócesis, la victoria sobre el pecado que esclaviza nuestras vidas, que esclaviza también a la sociedad; que no nos cansemos de postrarnos ante el Señor, para adorarle, para contemplarlo, para reparar por nuestros propios pecados y los pecados de nuestros hermanos. Pero la Eucaristía es, además, sustento y alimento; sustento y alimento como nos ha dicho el Señor en el Evangelio que acabamos de proclamar, que necesitamos para vivir airosamente nuestra fe: “en verdad, en verdad os digo, nos ha dicho el Señor, si no coméis la Carne del Hijo del Hombre y no bebéis su sangre, no tendréis vida en nosotros”. El Señor nos invita a alimentarnos con este alimento celestial. En el profeta Elías agotado por el cansancio, quemado por el sol, nos dice también el Señor a nosotros: “levántate y come, porque el camino es demasiado largo para ti”.

No descubro ningún secreto si digo que vivimos tiempos difíciles, tiempos no de persecución, pero sí de acoso. Anteayer incendiaron la capilla de la Universidad Autónoma de Madrid. Ayer una religiosa fue atacada en Valencia, por una persona que le dijo “por ser monja” y le rompió la nariz. Tiempos de acoso, tiempos difíciles, tiempos en los que se pone a prueba nuestra fe, tiempos en los que no es tan fácil como en otras décadas vivir nuestra fe, nuestra vida cristiana y nuestros compromisos. En esta coyuntura, más que en épocas pasadas, necesitamos el pan de los ángeles, que es sustento y alimento.

Qué bien lo entendieron los mártires de Cartago que acabo de citar, cuando en el año 304 son detenidos por estar celebrando la Eucaristía en una casa particular. La iglesia no tenía todavía libertad. Tendrían que pasar 9 años (año 313) para que se produjera el obispo de Milán en tiempos del emperador Constantino. Cuarenta y nueve cristianos, hombres y mujeres, están celebrando la Eucaristía y llegan los soldados romanos y los detienen y los llevan al procónsul, y este les dice: ¿no os habíamos prohibido formalmente practicar vuestros cultos? Estáis desobedeciendo las órdenes terminantes del emperador. Y uno de ellos, de nombre Emérito, contestó: “Sin la Eucaristía no podemos vivir”. Lo mismo escribiera San Ignacio de Antioquía cuando hacia el año 110 es conducido desde la parte más oriental de Asia menor hasta Roma para ser devorados por los dientes de las fieras. Por el camino escribe siete cartas a otras tantas Iglesias, y en la carta a los magnesios afirma: “¿Cómo podríamos vivir sin Él?, ¿cómo podríamos vivir sin la fuerza interior que nos brinda la Eucaristía? Sin ella nos faltarían las fuerzas para luchar contra el mal, para luchar contra el pecado, para no sucumbir a la idolatría y las seducciones del mundo”.

Para defender la verdad, para confesar a Cristo delante de los hombres, para perdonar, incluso a los enemigos, para amar a todos y servir a todos, especialmente a los más pobres y necesitados, recibamos con frecuencia este alimento celestial que nos permite vivir una vida cristiana seria, responsable y fervorosa. Pero hemos de recibir la Eucaristía con las debidas disposiciones. No puede uno recibir la sagrada comunión con conciencia cierta de pecado grave. Para ello el Señor instituyó el sacramento del Perdón, el sacramento de la Penitencia, que después del Bautismo y de la Eucaristía es el sacramento más hermoso, el sacramento en el que recuperamos la paz, la alegría; es el sacramento de la paz y de la alegría, es el sacramento del reencuentro con Dios. El Papa Juan Pablo II, después el Papa Francisco nos han dicho que el sacramento de la Penitencia es manantial de fidelidad, manantial de santidad. No descubro tampoco ningún secreto si digo que los últimos cuarenta años este sacramento se ha ido desvitalizando, debilitando en la conciencia creyente. Todos, empezando por el obispo y los sacerdotes, y siguiendo por todos vosotros, los laicos, tenemos que hacer lo que esté en nuestras manos por recuperar este hermosísimo sacramento.

Termino con dos o tres observaciones sencillas. La primera, la invitación a la Adoración Nocturna de la Archidiócesis a formarse bien. Hoy necesitamos cristianos adoradores bien formados, que puedan dar razón de su fe y de su esperanza. Hoy nos confrontamos con el mundo secular, con la secularización, con la cultura inmanentista que nos está continuamente enfrentando con nuestras propias responsabilidades. Necesitamos formación. Yo os invito, queridos adoradores a coger en vuestras manos el catecismo de la iglesia Católica. No os pido que os estudiéis el Catecismo del año 85 promulgado por el Papa Juan Pablo II (mil páginas), pero sí os pido que tengáis en vuestras casas el compendio del Catecismo que promulgó el papa Benedicto XVI (doscientas páginas). Si conociéramos bien ese Catecismo, seríamos cristianos bien formados. Es una invitación que hago a los adoradores nocturnos de nuestra Archidiócesis.

Quiero deciros también que en vuestras vigilias no os aisléis, no os olvidéis de los demás. Está bien que llevéis a nuestras vigilias vuestros propios problemas, vuestras propias angustias, vuestros propios dolores y los dolores de vuestras familias, pero en vuestras vigilias habéis de encomendar también al mundo entero, comenzando por vuestras parroquias, comenzando por nuestra Archidiócesis. Yo os pido que encomendéis en vuestras vigilias a los obispos, a un servidor y a su obispo auxiliar y pidáis que seamos fieles al ministerio de salvación que el Señor nos ha encomendado en esta Iglesia. Encomendad también a los sacerdotes, su fidelidad, pedid al Señor que vivan fiel y santamente su compromiso y su ministerio. Pedid al Señor por nuestros seminaristas para que perseveren. Pedid al Señor por las vocaciones al sacerdocio y a la Vida Consagrada. Encomendad a los matrimonios, encomendad a los jóvenes. Ojalá la Adoración Nocturna Diocesana de Sevilla se rejuvenezca. Hay que buscar a los jóvenes. Hay que pedirles que vengan a la Adoración Nocturna. No van a perder nada.

Van a ganar mucho. Os pido que busquéis a los jóvenes. Que les encomendéis en vuestras vigilias. Que encomendéis a los pobres y a los que sufren. Sigue habiendo entre nosotros mucho dolor, mucho sufrimiento, mucha pobreza. Nos dicen que la crisis está superada. Nos lo dicen las autoridades nacionales. Cáritas nos dice que eso no es verdad; que puede que sea verdad en lo que se refiere a la macroeconomía, las cuentas de resultados de los grandes bancos, de las grandes empresas, pero no es verdad por lo que respecta a la economía de las familias, lo que llaman la microeconomía. Cáritas nos ha dicho la semana pasada, que hay personas con trabajo pero que siguen siendo pobres, porque los salarios no han crecido, son salarios de miseria. Rezad por los pobres, rezad también por nuestras autoridades para que el Señor los aliente, los sostenga, los ilumine en su servicio al auténtico bien común. Y os agradezco vuestra presencia en esta noche, en esta Eucaristía. Dios quiera que sea, para todos, un acontecimiento de gracia y un verdadero encuentro con el Señor. El encuentro con el Señor es siempre fuente de paz, fuente de sentido para nuestra vida, fuente de alegría, fuente de esperanza, fuente de seguridad, firmeza y consistencia para nuestra vida. Que cuando salgáis esta noche, cuando volváis esta mañana a vuestros hogares y a vuestros pueblos, que el Señor os acompañe y que el Señor bendiga, no solamente vuestros campos, sino que bendiga también a vuestras familias, que así sea.

EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO Y VIGILIA

Terminada la Comunión y recitada la oración final de la Misa, mons. Juan José Asenjo procedió  a la Exposición del Santísimo Sacramento, cantándose de pie el Magnificat.

El Sr. Arzobispo recitó la Oración de presentación de adoradores, mientras todos de rodillas respondían: “Venimos, Señor, a tu presencia”.

El prelado y los ministros se retiraron a la sacristía y se continuó con el rezo del Santo Rosario, ante la Virgen de las Nieves. Para los adoradores la Virgen es fundamental. Por eso Pablo VI animaba a seguir a María, pues es el cauce por donde Jesús llegó y que nos atrae y lleva a Dios.

Se organizaron cinco Turnos de Vela, que se iban sucediendo a lo largo de la noche, recitando cada Turno el Oficio de Lectura completo y dedicando un tiempo a la oración personal en silencio. Cada Turno finalizó con un canto a la Virgen.

Se recitó el Te Deum, con hondo espíritu de gratitud al Señor por todos los beneficios a lo largo del último año, especialmente por tantas gracias recibidas en las noches de vigilia eucarística.

Todos los adoradores, de pie, recitaron el compromiso de fidelidad.

Soberano Dios y Señor: Confiamos en tu misericordia, prometemos defender el dogma de la Sagrada Eucaristía y las prerrogativas de la Virgen María, Madre de Dios, tal como nos enseña el magisterio de la Iglesia Católica. Prometemos, además, leal acatamiento y obediencia a cuanto enseñen y manden en el ejercicio de su santa misión apostólica, nuestro Santo Padre el Papa, o nuestros Obispos en comunión con la Santa Sede.

Creemos Señor, robustece nuestra fe. Sálvanos Señor, para que no perezcamos.

Seguidamente los adoradores realizaron un canto a la Virgen.

CONVIVENCIA ENTRE ADORADORES Y LAUDES

Terminados sus respectivos Turnos de Vela, mientras se espera para realizar el rezo de Laudes, se produce una agradable convivencia entre adoradores, que siempre resulta muy gratificante, pues se comparten las experiencias vividas, en las que fueron llamados por el Señor a adorarle. En esta ocasión pudieron descansar en el Palacio de los Portocarrero, y disponían de varios bares en la zona para poder cenar y tomar café.

A las cinco de la mañana, terminados los turnos de Vela ante el Santísimo Sacramento, se reunieron todos los adoradores en el templo para el rezo de Laudes, la Oración de la mañana.

PROCESIÓN EUCARÍSTICA Y BENDICIÓN DE LOS CAMPOS


Terminado el rezo de Laudes, se organizó la Procesión Eucarística con las diferentes Secciones adoradoras por orden de antigüedad, con el Santísimo Sacramento bajo palio. Llegados al altar dispuesto para la bendición, en un marco mágico que recordaba el Huerto de Getsemaní, de absoluto recogimiento, a la luz de las velas, se inciensó el Santísimo Sacramento, se cantó el Pange Lingua y el Tantum Ergo, impartiendo la Bendición con Su Divina Majestad, el Rvdo. D. José Antonio Morón Pardo, cura párroco de Santa María de las Nieves.

Terminada la Bendición, en procesión se regresó a la Parroquia, donde el párroco hizo la reserva del Santísimo y se concluyó la Solemne Vigilia de las Espigas con el canto de la Salve.

Los adoradores regresaron a sus casas llenos de paz y gozo espiritual. Se habían llenado del Señor, para luego ser signo de su presencia y de su Amor. Fortalecidos con el Pan de Vida, siempre estarán disponibles, en actitud de servicio, en entrega constante a Dios, a la Iglesia, a los hermanos…

Redacción y fotos: Paco Burgos (responsable de Comunicación del Consejo Diocesano de Sevilla de la Archicofradía Sacramental de la Adoración Nocturna Española)










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