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La cuaresma despierta en Triana. José María de la Hera. Diario de Sevilla.


Del otro lado del puente llegó hasta la Catedral una imagen trianera el primer lunes de cuaresma por segundo año consecutivo. El Señor de las Tres Caídas, titular de la Hermandad de la Esperanza de Triana, presidió ayer el XXXI vía crucis organizado por el Consejo de Hermandades, primer gran acto público y primera cita del calendario oficial de este periodo litúrgico. En 2005 lo hizo el Señor de las Penas.

Aunque la buena temperatura acompañó al cortejo, las rachas de viento fueron a ratos desagradables. No impidió, sin embargo, que una multitud acompañara al Señor desde Triana a Sevilla, primero, y desde Sevilla a Triana, después. Los primeros cogían sitio en la plaza del Altozano, que lucía, como muchos balcones de la calle Pureza, colgaduras de damasco rojo para dar solemnidad a un día de fiesta en el barrio.

Cinco minutos antes del horario previsto salió la cruz de guía con una gigantesca grúa de fondo, ya que continúan las obras de rehabilitación de la capilla de los Marineros y de las dependencias anexas de la hermandad. A pesar de la inversión que requieren estos trabajos, la hermandad trianera decidió donar el dinero recaudado por las papeletas de sitio a obras benéficas. "Dios proveerá", confiaba el hermano mayor. El rezo público del vía crucis fue dedicado, además, a los emigrantes necesitados.

Llamó la atención lo concurrido del cortejo. Unos 440 hermanos con cirios rojos participaron en el vía crucis, habitualmente compuesto por un centenar de personas. No varió, eso sí, la estética. Hombres y mujeres de oscuro. Pocos abrigos por la bonanza de la tarde y mucha gomina por el aire incómodo. La mayoría no pensó, quizá, en la hora de la recogida. Pero hubo también gafas de sol en la sombra, pelo largo (masculino) y hasta algún piercing.

A las seis en punto salió el Señor de las Tres Caídas, precedido por el humo del incienso, las notas de la capilla musical y los preceptivos seis ciriales de plata labrada. Sobre un calvario de claveles rojos, la imagen lució la túnica burdeos bordada por Paleteiro y las potencias de salida.

Los coches aparcados en ambas aceras, más que dificultar, que también, deslucen el tránsito de cualquier procesión. Más aún en una calle angosta como Pureza. Pero es algo que tampoco cambia, pese a las advertencias de la Policía Local en los parabrisas y en las fachadas de las casas. Ajena a todo, una turista extranjera –bufanda al cuello y mochila a la espalda– cambiaba la rueda de su bicicleta en Ciclo Triana mirando con cara de circunstancias.

Fue salir el Señor de las Tres Caídas y aparecer como de la nada un sinfín de cámaras digitales y teléfonos móviles (equipados con cámara de fotos, claro). Señal inequívoca de que la moda, lejos de desaparecer, se acrecienta, y los fotógrafos espontáneos calientan motores ya para la Semana Santa.

Con tres golpes secos de martillo, la imagen enfiló Pureza con cientos de devotos detrás. En su silla de ruedas, una anciana se secaba las lágrimas. "No hay ni un bar abierto para tomar café", se lamentaba un vecino mientras aguardaba la llegada del Señor al Altozano. Fue aquí donde la procesión tomó dimensiones con la incorporación de cientos de personas que esperaban tanto en la plaza como a ambos lados del puente. "¿Y dónde lo llevan?". Los más despistados no se enteraron del vía crucis hasta que se toparon con él cuando la imagen entró en Sevilla a las siete menos cuarto. En este punto, el cortejo sufrió un lapsus para abrir paso a una ambulancia.

Dejado atrás el puente de Isabel II, los hermanos encendían los cirios –a duras penas por el viento– y un grupo de jóvenes con estética de chándal blanco, pendientes y gorra con visera se encaramaban a un contenedor de papel para hacer fotos por el móvil.

Tampoco quiso perderse el vía crucis el Defensor del Pueblo Andaluz, José Chamizo, quien hizo una pausa en su jornada de trabajo para asomarse al balcón de su despacho antes de que el Señor de las Tres Caídas tomara la calle Pastor y Landero a las siete de la tarde.

Ya en el templo metropolitano –donde el Señor llegó con tanta gente que el cardenal se retrasó unos minutos y hubo de repetirse la primera estación– el Señor de las Tres Caídas presidió el rezo de las 14 estaciones del vía crucis antes de tomar el camino de vuelta por Tetuán y San Pablo y regresar a la capilla de los Marineros. Como había salido. Con respeto, recogimiento, solemnidad y mucha gente.










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