Arte Sacro
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  • viernes, 26 de abril de 2024
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A Carlota López Bejarano. In Memorian. Mariano López Montes y Valle Rubiales


Si, porque desde esta mañana, cuando partiste a ese largo viaje que siempre tiene ida, pero que nunca tiene billete de vuelta, a ese mundo que solo tiene límites geográficos y situación real, según la fe que siempre tuviste en esa Virgen de La Amargura a la que un día ya muy lejano  encontraste como amiga y confidente y a la que acudías cada vez que otras de sus hermanas, en silencio y solo ellas la vestían en la penumbra de siglos de San Juan de La Palma. Las mujeres dentro en la intimidad y los hombres fuera  en una recreación pudorosa que los cofrades han sabido crear y recrear al mismo tiempo, reflejando esa humanización  que los antropólogos llamamos “antropocentrismo” y que responde a lo más profundo de nuestras devociones.

Si, porque desde esta mañana, ya tu andar nunca será titubeante como ocurría ultimamente y ya no tendrás a tu vera para ayudarte a ese lazarillo fiel que era tus pies y tus manos, ese cirineo bondadoso que te ayudaba a portar el pesado madero de una enfermedad, que poco a poco te iba carcomiendo y no con la fuerza de nuestra época joven de costaleros, sino con otra fuerza que va mucho más allá de lo racional y que se llama “Amor”.

Jose Ignacio Cabeza y Carlota, o “El Cabeza” y “La Primera Dama” como los conocíamos los amigos y ciertas facciones de ese Deporte Sacro del que fuimos fieles practicantes, eran una pareja entrañable y sin dobleces, que hacían de la amistad una verdadera filosofía de la vida, gente de barrio que se fue a los barrios y que tenia a Sevilla, sus cofradías y una tradición aprendida y a la vez practicada como eje, meta y fin de su vida cotidiana. Su cariño y dedicación a sus amigos de la Tertulia Albores  y cuantos por allí morábamos alguna vez, sobre todo cuando había esas migas o ese bacalao que tanto le gustaban a Carlota y más aún si tocaba Tejera y era la antesala de un inminente Domingo de Ramos, ella con su ramo de flores sentada en la primera fila, y el “El Cabeza”  practicando lo que actualmente los mas progres llamamos “articular el liderazgo” y la “sociabilidad generalizada”. Hasta un día con la jocosidad que siempre me ha caracterizado, se me ocurrió crear para ti un cargo inexistente hasta el momento como “Líder de acción vecinal”, muy afín a tus habilidades sociales, lástima que ningún político de turno haya sabido materializarlo y ponerlo en práctica.

Lo más importante para mí y creo que para todos los que hemos tenido la suerte de conoceros juntos, era vuestra humanidad sin límites, una generosidad en el trato que hoy parecería ya anticuada, la bondad a primera vista y cierto toque de sana ingenuidad y bien entendida que creo eran las armas que desde siempre nos enseñasteis y que era la consecuencia de ese inmenso cariño que todos os profesábamos.

En este mundo cofrade de las grandes mentiras y las grandes verdades, donde la gente es capaz de todo lo humanamente deleznable por un cargo, una vara, o un martillo que también los hay, donde cualquiera se siente “muy grande” por tenerlos o conseguirlos, ustedes queridos amigos supieron en todo momento codiciar la amistad y el servicio a los demás como el blasón cofrade  de vuestra grandeza.

Ya no veremos a Carlota ir a recogernos a los ensayos, por las inmediaciones de San Juan de La Palma después de pasear a nuestro entrañable amigo Herodes, que conocimos desde nuestra más tierna juventud, tampoco la veremos al terminar la Semana Santa en esa noche oscura de azabache junto a la torre mudéjar de San Marcos después de haber humanizado con el paso firme y racheado el andar de aquella Virgen de Los Dolores a la que le teníamos los dos un inmenso cariño desde hacía más de treinta años. En primer lugar porque los años han pasado y ya los dos estamos en dique seco y en segundo lugar porque Ella Carlota desde esta mañana seguro que ya se encuentra en su presencia y el año que viene será su nombre el que tendrá una papeleta de sitio y que esta vez hará estación de penitencia o mejor de gloria a los pies de la Señora.

En fin Carlota no quiero decirte ni cansarte más con mis cosas, que por cierto siempre te hacían mucha gracia, nosotros nos quedaremos aquí, en este valle de lágrimas que hoy son para ti, nos quedaremos en este mundo que por el momento nos gusta y aunque sea imperfecto como diría algún cursi, nos cuesta tanto abandonar, ten por seguro que seguiremos aquí con “Tu Cabeza” dándole todo el cariño y el apoyo que se merece y Tu siempre seguirás viva en nuestros recuerdos, pues la muerte definitiva siempre es el olvido.

                       …….  Tus amigos Mariano y Valle.










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