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Manuel Martín Fajardo soñó en su Pregón de las Glorias 2019


Daniel García Acevedo. La Catedral de Sevilla acogió ayer viernes, 26 de abril, la LII edición del Pregón de las Glorias de Sevilla que este año ha sido pronunciado por Manuel Martín Fajardo y con el Simpecado de la hermandad del Rocío de la Macarena, en su carreta de plata, presidiendo el altar del jubileo.

Martín Fajardo nos ofreció una pieza de 55 minutos, plagada de versos con mucha fuerza y belleza que hizo que los asistentes disfrutaran de este pregón. El pregonero quiso comenzar dándole las gracias a las personas que, desde su juventud, han dado su vida por las hermandades de glorias para llevarlas a lo que son hoy en nuestra ciudad.

Prosiguió con la parte dedicada al Rocío de la Macarena, cuyo Simpecado presidía el altar. Esta hermandad es con la que los abuelos del pregonero rezaban y hacían el camino almonteño. En este momento se produjo el guiño musical del pregón, ya que mientras se escuchaba el pasodoble El caminito, Martín Fajardo pronunciaba estos bellos versos, que concluían de esta forma:

“Desde San Gil, sevillanas,

siendo un modo de rezar

para cantarle a María

ese amor tan singular.

Desde San Gil, primaveras

que brotan del corazón,

y un cordón verde y dorado

en su pecho se colgó.

Desde San Gil hasta aquí,

hasta este Sagrado Templo,

pregonando a todo el mundo

el sentir del rociero.

Que se ilumine Sevilla

ante este fervor centeno

porque ya tiene a sus plantas

al “Simpecao” Macareno.”

Una parte muy importante de la pieza estuvo dedicada a la juventud cofrade, no es raro viendo los 24 años del pregonero, y este le dedico este bello poema a los jóvenes, en concreto a los del Rocío de Triana.

“Juventud comprometida

con la fe del cristianismo,

inculcada en nuestras vidas

desde el día del bautismo.

Adolescentes implicados

con nuestras hermandades,

trabajando sin descanso,

sin importar las edades.

Veinteañeros que se involucran

sin dudarlo día a día,

para ser quienes dirijan

esta bella melodía.

Por eso hoy yo reclamo

en este atril catedralicio,

a aquella sabia nueva,

fiel amante de Cristo,

seguir siendo primavera,

sin importar los prejuicios.

Por ello aquí gratifico

a esos jóvenes trianeros,

por ser un firme estandarte

en este mundo de celos,

por ser un ejemplo vivo

y pilar de otros senderos,

tras ser el primer pendón

del orgullo rociero,

que en Sevilla germinó

entre fraguas y azulejos.

Evangelista será,

un miércoles de mañana,

estallido de cohetes

desde hora muy temprana.

Romperá el alba la noche

repicando las campanas,

que se cuelguen los mantones,

las calles engalanadas

y que se adorne de flores

esa carreta de plata,

siendo Castilla cadencia

que a tu paso se derrama,

despidiéndose tu barrio

al compás de sevillanas,

porque ya se marcha a Almonte

el Rocío de Triana.”

Hubo varios momentos de compromiso cristiano. El primero de ellos fue cuando el pregonero leyó una carta de una mujer maltratada por la que pide amparo a la Virgen de esta advocación.

“Aquí, como otros tantos, un hombre, por llamarlo de alguna manera, se alimentaba de los llantos de aquella a la que amaba.

Te pido Virgen del Amparo que les des fuerzas a todas esas damas que se sienten encarceladas por su pareja y que tengan el valor suficiente para no silenciarlo, y proclamarlo a los cuatro vientos. Condeno a todos esos varones, que se sienten superiores a su raza y que se satisfacen maltratando a mujeres. Porque esa mujer, cobarde, es la misma que se enamoró de ti, amamantándote de pequeño desde que en su vientre germinó el fruto bendito del amor. Ante esto, Madre Mía del Amparo, te ruego que escuches el rezo de tantas y tantas mujeres que luchan a diario por salir de esta encrucijada y que puedan volver a mostrarnos el fondo de su alma con una sonrisa en sus mejillas.”

También habló sobre el aborto de esta forma:

“Recoge el diccionario de la Real Academia Española la palabra vida. Una de las definiciones que nos proporciona es la siguiente: “tiempo que transcurre desde el nacimiento de un ser hasta su muerte (…)”. Ante esto, ¿Cómo puede haber personas en este mundo que asesinen a una vida cuando esta ya ha dado su fruto? ¿Cómo es posible que digan que un embrión no es un ser? Hoy abogo por todas esas madres y padres que, con independencia de la situación social y económica actual, deciden “tirar para adelante” y traer a esta tierra el regalo más bonito que nos puede dar la Virgen, que es un hijo. Por ello, Reina de la Encarnación revela a aquellas madres a no tener miedo a encarnar a sus niños, como hiciste Tú. Enséñales que la luz que germine en sus vientres no se apague ni aunque venga una brisa endemoniada. Porque ellos, los niños, son el te quiero primero antes de ir al colegio; el ¿qué te pasa mamá? Cuando las lágrimas inundan tus ojos; el ¿te ayudo papá? cuando hasta las bolsas son más grandes que él; el beso más puro en un momento de necesidad; la sonrisa más inmaculada tras esa alma tan noble y el hombro donde apoyarte cuando, tras los años, él sea tu bastón en tus últimos compases de la vida. Por ello, no te achantes. ¡Disfruta de ese regalo¡ Y nunca tengas en tu consciencia el haberte perdido los primeros pasos de la flor más bonita de este mundo, por haber decidido abortar.”

Por último, se mostró solidario con las donaciones de órganos, con este párrafo:

“En este tiempo, donde he sentido el cariño de cada una de las hermandades, las cuales me habéis tratado como si fuera un hermano más y es algo que me llevaré para siempre en el corazón, he descubierto a muchas personas. Una de ellas se halló en mi camino, en el traslado de Santa Lucía a su Iglesia de Santa Catalina. Día de júbilo para todos aquellos que volvían a casa, tras muchos años fuera de ella. Su Hermano Mayor, me llamó para que le acompañase en ese momento tan importante para ellos, lo cual yo acepté y agradecí enormemente.

Cuando el cortejo comenzó a salir, justo a mi lado, estaba el Doctor Pérez Bernal, Director General de Trasplantes en el Hospital Virgen del Rocío. Persona incansable, luchadora y trabajadora. Tras estar conversando con él, comprendí que la vida existe tras la muerte; que con tus órganos, puedes seguir regalando felicidad; que tú puedes ser una fuente de ilusión, para aquellos que ven su camino terrenal finalizado. Por ello, Santa Lucía, desde aquí te pido que le abras los ojos a aquellos que no quieren ser donantes de órganos, para decirles que “si ayudamos a una sola persona a tener esperanza, no habremos vivido en vano”.”

Manuel Martín Fajardo terminó el texto dedicándole la última parte a su Virgen de las Mercedes de la Puerta Real, con un bellísimo poema, que terminó de esta manera:

“Cuando renazcas al vuelo

con calles engalanadas,

tus pendientes serán luceros,

tus mejillas, tus pestañas

serán estrellas que irradien

lo profundo de mis entrañas,

tu cetro será corona

de tu grandeza mariana,

y tu paso será la sangre

latiendo con tu peana,

al son de unos acordes

que Tú misma proclamas.

Encadéname en tus manos,

ponme por fin tus grilletes,

aprésame en tu sonrisa

esa que siempre concedes,

y déjame ser cautivo

para caer en tus redes

y así decirte te quiero:

mi Virgen de las Mercedes.”

En la presidencia del acto estuvieron el Delegado Diocesano de Hermandades, Marcelino Manzano, el Delegado de Fiestas Mayores, Juan Carlos Cabrera, que hizo de presentador del pregonero y el Presidente del Consejo de Cofradías, Paco Vélez.

La Banda sinfónica municipal de Sevilla, dirigida por Fco. Javier Gutiérrez Juan, interpretó las marchas “La puerta del Cielo” de Juan A. Verdía Díaz y “Glorias de Sevilla” de Manuel Marvizón, terminando con los himnos de Andalucía y de España.

Galería de asistentes

Fotos: Juan Alberto García Acevedo.










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