Luz de Enero. María del Amor Rasero Zárraga

“Yo me abrazaré a tu Cruz,

en este frío mes de enero,

para que nunca me falte tu luz,

la de tu Buena Muerte en el madero.”

El camino hacia el Señor es una nave central hasta un altar de melancolía y recuerdos, un jardín de flores que se postran a sus pies, en el que se pierden las fuerzas antes de seguir avanzando y caer rendido ante Él: un Dios dulce y verdadero.

Enmarca la ojiva de San Julián, un mar de almas encendidas, siempre presentes en nuestro día a día, reflejadas en el mismo rostro de la verdad. La eternidad, rodea un cuerpo inerte a la vista de todos, llama de esperanza de los que vemos en su Buena Muerte la vida misma, esa a la que nos aferramos para seguir viviendo.

Déjame cantarte,

lo que mis labios callan

cuando contemplo tu boca,

y tus palabras resuenan

con fervor en mi garganta.

Déjame decirte,

cómo fluye por mi cuerpo,

esa sangre azul que por mis venas siento,

¡Y lo que es sentirte y sentirse “hiniesto”!

Déjame enseñarte,

en esta noche oscura,

las lágrimas de tu Madre

que te mece entre azucenas

y te canta una suave nana

bajo un firmamento de estrellas.

Déjame, Señor, contarte en este enero,

por qué late mi corazón,

desbocado y sinrazón,

¡y sólo sabe decirte “Te quiero”!

¡Te quiero!

porque son tus brazos mi refugio

y cultivas en mí la fe.

¡Te quiero!

porque ante las adversidades me haces más fuerte.

¡Te quiero!

porque siento tu mano en la mía,

llenando mi alma de alegría.

Te quiero y te querré siempre,

aunque me digan que estás muerto,

porque si este amor que es tan nuestro

es tan real y tan puro,

Abrazaré por siempre tu Cruz

¡mi eterna Luz de enero!

A mi Cristo de la Buena Muerte.

A mi Hdad. de la Hiniesta.

Mª del Amor Rasero Zárraga.

Foto: Fco. Javier Montiel.