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El médico que vino a curar al arzobispo de Sevilla. Virginia López


Al inicio de la Cuaresma Monseñor Asenjo comentaba que su sucesor probablemente llegará pasada la Semana Santa. 

Su llegada es inminente desde que él mismo, al agravarse su enfermedad ocular, pidió al Papa que se acelere su relevo tal y como manifestó en una carta abierta que publicó en diciembre.

Esperamos que se pueda recuperar o que remitan sus dolencias y la jubilación le otorgue el descanso merecido.

Nos recuerda el caso del Arzobispo Don Nuño quien no dudó en hacer llamar a Juan de Aviñón, un reputado médico judío, aunque se desconoce a causa de qué dolencia. Y si le curó. 

¿Quién es este médico que vino a Sevilla atendiendo a la llamada del Arzobispo, reinando el famoso Rey Pedro I? 

Su nombre era Moses Ben Samuel y había nacido en el año 1320 en la localidad francesa de Roquemaure, cercana a Avignon. Cabe recordar que el período del Papado en Avignon abarca de 1309 a 1377, por lo que puede que ejerciera de galeno allí.

En aquellos años el orbe cristiano, especialmente en sus altas esferas seculares, estaba al tanto de la nueva sede pontificia y lo cierto es que ese fue el apelativo que tomó al convertirse al cristianismo en 1358. Ya no se marcharía de nuestra ciudad donde le llegó la muerte en 1383, tristemente a causa una epidemia.

Por aquel entonces aún resonarían los ecos de la Peste Negra que asoló Europa entre 1349 y 1351, mucho más mortífera y como prueba de ello, alcanzó al Rey Alfonso XI, único monarca en la Historia en morir víctima de una epidemia. Su muerte acaecida en el año 1350 aceleró la subida al trono de su hijo, Pedro I.

En realidad, puede decirse que las epidemias estaban a la orden del día pues al médico le afectó la de cólera y asistió, entre otras, a la de tifus en 1361, de fiebres cuartanas (malaria) en 1362 y de viruelas en 1363.

De Don Nuño de Fuentes que fue Arzobispo de Sevilla de 1349 a 1361 no se sabe mucho.

El Arzobispo Don Nuño de Fuentes

La principal fuente para conocerlo son los Anales de Zúñiga que resalta las demostraciones de piedad que tuvo este Arzobispo y su Cabildo durante la Peste Negra pues “expendieron muy largas limosnas”. 

Debiera llevarse bien con el inefable monarca pues de haberse producido roces entre ambos, o bien lo hubieran encerrado – Pedro Gómez Barroso, siendo Arzobispo de Sigüenza acabó encerrado en el Castillo de Aguilar de Campoo por amonestar al Rey Pedro el abandono y también encierro en castillo que hizo a su esposa, la Reina Blanca de Borbón – o bien la historiografía antipetrista que lo tildaba de judaico bien lo hubiera pregonado y sin duda su permanencia en el solio episcopal es buena prueba de ello. Pese a los vaivenes amorosos de padre e hijo.

Quizá el médico con su ciencia y el arzobispo con su fe coadyuvaron a la curación de las fiebres que contrajo el joven Pedro aunque las crónicas solo refieren la encomendación de su madre la Reina María de Portugal a la Virgen de las Fiebres. Una imagen con dicha advocación se venera aún en la Iglesia de la Magdalena.

 

La Virgen de las Fiebres

No me detendré más en la figura del Rey Pedro I quien sin duda sería diagnosticado de esquizofrénico por la medicina actual.

Y respecto a Don Nuño, no fue tan belicoso como sus antecesores inmediatos Fernando Gutiérrez Tello y Juan Sánchez, quienes no dudaron en empuñar las armas, pero apenas se conoce su labor pastoral pues no se conservan las actas del Concilio provincial que convocó en 1352. En la Hermandad del Silencio se le tiene en gran estima por ser quien aprobó sus primeras reglas un 22 de marzo del año 1356. Cuenta con una calle en el Cerro del Águila, así como la calle Juan de Aviñón desemboca en Menéndez y Pelayo.

Nazareno del Silencio

Carlos Ros en su biografía de Doña María Coronel sí lo nombra en un episodio poco conocido de la “dama del tizón”: el 13 de septiembre de 1350 acudió a la casa solariega de Don Alfonso Fernández Coronel, Alguacil Mayor de Sevilla, para subsanar la irregularidad habida en la boda de su hija Doña María Coronel con Don Juan de la Cerda. Ambos eran primos hermanos y se habían casado sin dispensa papal. Como curiosidad, se les impuso la penitencia de estar ocho días separados para recibir la dispensa papal que legitimaba su unión y a su descendencia.

 

Retrato de María Fernández Coronel (Joaquín Domínguez Bécquer, 1857) 

Nuevamente es Ortiz de Zúñiga el que da cuenta de un suceso que no solo afecta al Arzobispo sino también al Rey Pedro I, en una situación estrambótica que da buena cuenta de la bravura del rey que no llegó enfrentarse con el metropolitano:

Ocurrió un 29 de octubre del año 1360. Don Nuño acababa de cerrar un proceso en el que intervino como juez ejecutor del Papa Inocencio VI “sobre cobrar cierta cantidad de las décimas eclesiásticas que al rey estaban concedidas y el Pontífice mandaba resarcir a las iglesias alguna parte que se les había cobrado de más”. El Rey Pedro I se encontraba ausente de Sevilla pero en cuanto apareció “no había notario que se atreviese a citarlo” nos cuenta Ros en su libro “Los Arzobispos de Sevilla” hasta que uno se atrevió a salir a su encuentro mientras el monarca paseaba a caballo a orillas del Guadalquivir junto a la Torre del Oro. El osado escribano se montó en una barca – por si necesitaba huir – y le interpeló para la citación. Se enfureció tanto el rey que no dudó en lanzarse al río con su caballo tras el escribano “con excesivo peligro de su vida, de que lo salvó el valiente caballo, nadando hasta la otra orilla.”

En la actualidad, que tenemos un calmo canal, más que un río, ¿podría un caballo nadar de Sevilla a Los Remedios? No demos ideas para la Feria…

Vista de Sevilla en el Retablo Mayor de la Catedral

El Arzobispo Don Nuño de Fuentes debió morir en 1361 pues en mayo de ese mismo año Aviñón nombra al agustino Fran Alonso de Vargas como su sucesor. Llama la atención que antiguamente las sedes se quedaban vacantes por largo tiempo pues su sucesor no tomó posesión hasta el 13 de octubre de 1362. Y cuando el cabildo decidió la construcción de una nueva catedral, no había un obispo titular.

Cabe destacar la confusión que hay entre cuatro obispos llamados Pedro y que al parecer eran familia. Por eso para este período hay listas de obispos de Sevilla que no coinciden. El segundo sucesor sería, precisamente, Pedro Gómez Barroso, el encerrado por el rey y que llegó a Sevilla el 3 de junio de 1369 – a Pedro I lo matan el 23 de marzo – tras dos años sin obispo en la ciudad… Será el primer Cardenal de Sevilla. Y a Fernando Álvarez de Albornoz le sigue su hermano Pedro Gómez Álvarez de Albornoz (conocido como Pedro de Toledo).

Seis años antes de su renuncia, recibió Carlos Amigo el Cardenalato y desde Juan José Asenjo, el último Arzobispo de Sevilla que no recibió el capelo cardenalicio fue Romualdo Mon y Valerde, Arzobispo de Sevilla desde 1816 hasta su fallecimiento tres años después.

Y si se preguntan cuántos Cardenales sevillanos de origen ha habido, desde que nombraron al comboniano Miguel Ángel Ayuso, le sumamos seis más: Fray Juan Laso, Pedro de Deza, Juan de Lugo, el famoso autor de la novela Fabiola, Nicolás Wiseman y Juan de Cervantes, de posible origen loreño.

 

El Cardenal sevillano Miguel Ángel Ayuso Guixot

El médico Juan de Aviñón fue un científico preocupado en extremo por las cuestiones sanitarias de su época, no dudando en preguntarse el porqué de los males y sus posibles curaciones. De ahí que escribiera una topografía médica con el singular nombre de Sevillana Medicina.

 

Fotos: 1: Archisevilla, 2-5: Wikipedia, 6: Hermandad del Baratillo.










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