Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • viernes, 26 de abril de 2024
  • faltan 352 días para el Domingo de Ramos

Cofraditis. Antonio Sánchez Carrasco


Que si. Que la resiliencia. Que la salud. Que todo eso lo sabemos y es vital. Pero el que se siente allegado a las cofradías tiene unos comportamientos extraños en estos años sin Semana Santa,  y no me digan ya lo de que “no hay pasos”, como si hablaran de que sin hojaldrinas no hay Navidad, porque los pasos son la caja de mantecados entera, el belén y los Reyes Magos, todo, y sin el todo no hay nada.

Y con esa nada reguinchada del alma afrontamos un día a día en el que se nos ha acentuado un trastorno que antes sufríamos casi en silencio. La cofraditis. Y es que antes nos limitábamos a decir rampla cuando bajábamos al garaje, y ahora bajamos esa rampla poco a poco y arrastrando los pies, como si bajáramos la Borriquita al Salvador. Antes claro está, te echas hidroalcohólico para prevenir el maldito virus. Ese al que le hemos echado la mayoría un poquito de incienso para que huelan tus manos como si fueras de naveta en la Quinta Angustia.

Cuando te ponen la tostá con zurrapa de hígado el camarero dice tu nombre en alto para que la lleves a tu mesa (cuando está prohibida la barra) y tu contestas diiiimeeee, como si fueras en última de palio. Si hasta en el Mercadona das las vueltas con el carro como si estuvieras dando la revirá más hermosa que tu sacra y calenturienta mente pudiera imaginar. Si hasta cuando vas de vuelta y al lado se te pone el típico de Seat León amarillo pollo con los altavoces desparramando reaggeton, tu le endiñas mientras que se pone en verde, a todo lo que da tu radio y Tres Caídas se come con papas lo que sale del coche de al lado.

Está claro, se nos ha inflamado la glándula de las cofradías y su ausencia nos ha llevado a un estado en el que dicha inflamación puede convertirse en crónica. Y si no piensen en todos esos comportamientos a lo largo del día antes de acostarse. El único beneficiado es ese mosquito trompetero que se te cuela de noche y está entrenado para despertarte en vez de picarte, ya ni los mosquitos son lo que eran. Antes lo matabas inmisericorde y decías alguna frase de película de Stallone. Ahora lo dejas vivir porque su zumbido orejero te recuerda al solo de Silencio Blanco..., se nos acumulan los síntomas.

Epílogo serio como dice mi amigo Antonio, tengan cuidado ahí afuera.

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.










Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.