La plaza del Duque, cofradías y destrucción: Tercera parte (…y última por ahora). Reyes Pro Jiménez
“…huyó lo que era firme y solamente lo fugitivo permanece y dura!”
(“A Roma sepultada en sus ruinas” de Francisco de Quevedo, 1580-1645).
Terminamos nuestro recorrido por la Plaza del Duque, nuestro repaso a la destrucción de sus mejores edificios y con ellos de parte del alma de la Ciudad. Lo haremos con algunas imágenes y datos muy poco conocidos, ya veréis… seguid leyendo hasta el final.
Sólo lo efímero permanece, como dijo Quevedo. Después de tantas remodelaciones o de tantas destrucciones (hablando en plata), lo que nos queda de esta plaza, de esta parte de Sevilla, son vestigios, recuerdos, conocimientos históricos… Como hemos dicho ya, las imágenes que nos conectaban con el alma de la Ciudad en esta plaza del Duque nuestros ojos sólo las ven en ocasiones, en momentos efímeros pero permanentes a lo Quevedo… como cuando por ella contemplan una cofradía.
La Hermandad de la Sagrada Mortaja en la moderna Plaza del Duque. Foto: FJ.Montiel
Veamos lo que nos dicen algunos autores sobre la destrucción de Sevilla, de la Plaza del Duque y de tantos edificios:
- “… han cambiado la fisonomía y la esencia de una de nuestras plazas más prestigiosas. La cosa se hizo con el visto bueno y tal vez con el regocijo de muy conocidas personalidades y tal vez del propio Ayuntamiento” (Manuel Ferrand, en Calles de Sevilla)
- “No solamente sucesos revolucionarios han contribuido a la desaparición de nuestro rico patrimonio. Hay que añadir la especulación tremenda de los años del desarrollismo… años de expolio ciudadano. Supeditadas las decisiones políticas urbanísticas a fuertes intereses económicos desaparecen notables edificios” (Jesús Luengo y Juan Pedro Recio, en Sevilla desde las Setas)
- “…la destrucción del patrimonio se extendió por casi todo el casco histórico y llegó a barrios modernos como el Porvenir y clásicos como Triana y San Bernardo.” “EL capitalismo sevillano y foráneo a veces aliados ejercieron la especulación urbana sin trabas importantes como demuestran resultados devastadores…” (Nicolás Salas en Sevilla Desaparecida, 2ªed.2009)
- “Es en estos años cuando comienza la obsesión que aun dura de enfrentar un hipotética Sevilla moderna la más tradicional, error injustificable y que ha producido y aun produce situaciones irreversibles…” (Manuel Grosso, en Sevilla ciudad de leyenda).
Un panorama desolador y unos años terribles para el Patrimonio. Curiosamente el único edificio que nos queda hoy de lo que fue la Plaza del Duque en sus mejores momentos es el que se levantó más recientemente: la casa de la familia Gómez y Pérez de León, construida por el arquitecto José Gómez Millán en la década de 1910 en estilo regionalista. Hace esquina con la Plaza de la Campana y tiene su entrada principal por la misma, donde se conservan una magnífica reja y un artesonado de madera.
Casa regionalista, arquitecto José Gómez Millán
Pasemos a repasar los Palacios o Casas que tuvo la plaza. Aclaro que en nuestra Ciudad siempre se ha llamado “Casa” a verdaderos palacios, usando una terminología clásica y propia de nuestro idioma desde tiempos medievales, por ejemplo, hablamos siempre de la “Casa de Pilatos”. Ello no es obstáculo para que estemos hablando de “palacios”, de gran extensión y rica construcción. Por tanto, indistintamente llamamos Casa o Palacio a estos edificios.
El Palacio Cavaleri y el Palacio Solís
El Palacio Cavaleri fue derribado en 1963 (como también al poco tiempo lo fue el hotel Venecia), hemos visto que su portada es lo único que se mantiene de los edificios más antiguos de la plaza, y hoy está recolocada en la actual construcción. Es una portada “viajera” pues fue trasladada en el siglo XIX desde la Casa de los Quirós, que había sido destruida por un incendio en el siglo XVIII y que estaba en la cercana plaza de la Gavidia. En el solar de este Palacio Cavaleri hoy día se levantan un hotel y un supermercado, en el local que hace años fue Almacenes Lubre y después anexo de El Corte Inglés.
El Palacio Cavaleri, a comienzos del siglo XX y en una fotografía de la década de 1950, en esta vemos también la casa de estilo regionalista de la familia Gómez y Pérez de León, que hoy permanece.
Se ha publicado en repetidas ocasiones que este edificio de dos plantas había sido el Palacio de los Solís (linaje de Caballeros Veinticuatro de Sevilla) antes de que lo adquirieran los Cavaleri, pero no puede ser así (corta y pega ha existido siempre, antes que los ordenadores).
González de León nos dice que en la Plaza del Duque existían además del Palacio de Medina Sidonia: “… las casas de los caballeros Solises, las de los Tello y la que viven los señores de Cavaleri, todas TRES casas principales… (con) patios de columnas, arcos y corredores, fuentes… y la primera (Solís)… buenos jardines de recreo”, se trataba por tanto de tres edificios. Más definitivo aún es el testimonio de Ortiz de Zúñiga en 1677, según el cual la Casa de los Solís lindaba y estaba unida mediante un pasadizo con la iglesia de San Antonio Abad (actual sede de la Hermandad del Silencio). Por tanto, la Casa o Palacio de los Solís o Solices se situaría en la plaza en el lugar donde más tarde existiría el Hotel, llamado Roma y posteriormente Venecia. Puede incluso que este edificio del hotel aprovechase algo del antiguo palacio o conservase su disposición arquitectónica general. El hecho es que en el Alcázar se guardaba un artesonado de comienzos del XVI, que en 1977 se instaló en el Cuarto Real Alto (en la estancia llamada Despacho del Rey); este artesonado, en el que se aprecian los escudos de la familia Solís, es lo que nos queda de su Palacio.
Detalles del artesanado del “Despacho del Rey” en el Alcázar, del antiguo Palacio Solis. (Gregorio Mora Vicente e Inmaculada Ramirez López, Rev. Apuntes del Alcázar, nº16, 2015)
Vista del Patio de Plaza del Duque número 6. Postal promocional del Hotel Roma, más tarde Hotel Venecia.
El Santo Entierro por la Plaza del Duque, al fondo el Hotel Venecia, 1948
Las Casas o Palacio de los Guzmanes, Duques de Medina Sidonia
Sobre el solar de las Casas o Palacio de los Guzmanes vemos hoy el edificio del Corte Inglés. Dada la división que se hizo en el siglo XIX de la propiedad de estas Casas, debemos tener en cuenta que hasta ese siglo los antecedentes tanto el palacio de los Marqueses de Palomares como el de Sanchez-Dalp (y de todas las construcciones de la gran parcela), están unidos en la historia del citado de los Guzmanes, o Medina Sidonia; en él se localizarían ambos “nuevos” palacios, muy probablemente aprovechando buena parte de las estructuras existentes, además de situarse otros edificios como el que ocuparía más adelante el colegio Alfonso X. Todo se destruiría en la década de 1960 y sobre los solares se levantaría desde 1967 el edificio que hoy conocemos, “El Corte Inglés”.
Las Casas de los Medina Sidonia en 1965, dividida de derecha a izquierda en Palacios de Palomares y de Sánchez Dalp, el Colegio Alfonso X y en la esquina izquierda una casa de pisos construida en ese momento
(foto: en Diccionario histórico de las calles de Sevilla, 1993)
En el Plano de Sevilla de Olavide de 1771 y en los planos del palacio que se encuentran en el Archivo Ducal de Medina Sidonia, fechados en el siglo XVIII y publicados por Jesús A. Cañas e Idoia Sota así como por Fernando Cruz Isidoro (a quien seguimos en estos datos), vemos que la Casa ocupaba la totalidad de una gran manzana (delimitada al frente por la plaza), lindando como hemos dicho por la izquierda con la calle de las Armas y por la derecha con el desaparecido callejón de los Estudiantes, que unía la plaza con esta calle Armas bordeando dicha manzana ocupada totalmente por el extenso Palacio.
Plano del siglo XVIII del Palacio de los Guzmanes o Medina Sidonia. Jesús A. Cañas e Idoia Sota. Archivo Ducal Medina Sidonia. Se aprecian entre otros elementos, el patio de honor, la escalera principal y la entrada central al gran zaguán con fachada en esviaje… que pueden reconocerse en la anterior foto aérea.
Pero vayamos repasando la historia desde el principio. Como decimos, toda la manzana entre las calles Armas (Alfonso XII) y Estudiantes (acera de la Plaza de la Concordia) había estado ocupada por las Casas principales del linaje de los Guzmanes, y esto fue ya desde la época medieval, tras la conquista de la Ciudad en 1248 y el repartimiento de zonas y propiedades entre los nuevos pobladores. Este palacio medieval, de estilo mudéjar, no tenía una organización unitaria, pues había ido naciendo de la adición o construcción de varios edificios, como era usual en dicha época.
La plaza sería abierta a finales del siglo XVI por el VII Duque de Medina Sidonia, don Alonso Pérez de Guzmán (1549-1615), tras comprar y derribar varias casas para permitir la visión de la fachada (la moda que ya imperaba en el XVI según el testimonio de Luis de Peraza) y para picadero de caballos y ocasionalmente para lidiar toros. (Una plaza hecha para presumir y divertirse). Además, en la plaza se instalaría una fuente que traía agua de la famosa entonces “fuente del Arzobispo” (manantial de agua en las afueras de Sevilla) por una conducción que pasaba por la calle del Puerco (la misma que con el tiempo ascendería de “categoría” en el callejero para llamarse Trajano).
La fuente en un dibujo del siglo XVIII, Archivo Histórico Municipal de Sevilla
El Duque Alonso Pérez de Guzmán también le dio un aspecto más monumental al palacio pues, aunque Sanlúcar de Barrameda era el centro de su poderoso estado señorial, pretendía un prestigio o imagen de su estatus en Sevilla, ciudad centro del poder social y económico de la época. Ordenó elevar una monumental fachada y construir parte del edificio, como se recoge en el documento que mandó redactar para informar a su hijo don Manuel: “En las casas prinsipales de Sevilla, de la collasión de San Miguel, labró toda la delantera con un muy grande cuarto”. (Fue un documento hecho para justificar el tremendo gasto, que disminuyó el patrimonio de la familia y quedar lo mejor posible ante la misma, no sabemos si lo consiguió).
El documento recoge que junto a este edificio existía otro que también le pertenecía, colindante por la parte trasera y de mayor antigüedad: “En las casas que llaman viejas, en la collasión de San Viçente, también las ha reparado, y hecho un muy hermoso juego de pelota”, esa zona de juego dio nombre al callejón Corredor de Pelota, después llamado de los Estudiantes (parece que deporte y estudio ya estaban relacionados en el siglo XVI)
Tanto los edificios de la plaza como de la zona trasera fueron renovados por su hijo, según un documento redactado en diciembre de 1633: “En Sebilla las casas prinçipales al barrio de Sant Bizente, linde casas que oy son del señor conde de Saltés…El juego de la pelota, con la huerta y corral de comedias”. También disponía entonces de terreno dedicado a cultivo y a jardín (el hijo superó a su padre pues al deporte unió el teatro y además siguió gastando en la obra de la Casa).
Esta gran mansión de origen medieval, mudéjar, reformada en los siglos XVI y XVII, sufrió las consecuencias del terremoto de 1755 en una época en la que los Duques ya no disponían de una economía similar a la de tiempos pasados. En el siglo XVIII aunque el Palacio seguía conservando el torreón esquinero con el Callejón de los Estudiantes ya no tenía el que lindaba con la Plaza y con la calle Armas; en la época de Olavide en esa zona del palacio ya muy degradada se levantaría un teatro que no llegaría a terminarse y que fue derruido a los pocos años (Pablo Olavide fue un Asistente de la Ciudad, alcalde que diríamos hoy, muy aficionado al teatro y que llegó a traducir comedias francesas, pero cayó en desgracia político-inquisitorial).
La invasión napoleónica a comienzos del XIX también resultó nefasta para el palacio, que sufrió mucho, sobre todo en la parte cercana a la calle Armas (Alfonso XII), aunque los daños serian reparados por los Duques y se levantarían casas en el solar del pretendido teatro de Olavide. Una de ellas la ocupó el Duque de T´Serclaes, de la familia Pérez de Guzmán, gran protector de la cultura; esta casa posteriormente albergaría el Colegio Alfonso X el Sabio.
Así, además de vender esta parcela, en este siglo XIX la Casa o Palacio de los Guzmanes o Duques de Medina Sidonia terminó dividiéndose en otras varias propiedades. La parte central del antiguo palacio, que correspondía a la entrada principal de los siglos anteriores, se vendió y pasaría a Paca Cruz, Marquesa viuda de la Motilla y posteriormente a Eduarda Manjón, Marquesa del Valle de la Reina, que a su vez la vendería a Miguel Sanchez Dalp, ya en 1904. La zona próxima a San Hermenegildo siguió en poder de los Duques de Medina Sidonia y continuó siendo un suntuoso palacio, conservando la fachada levantada a fines del XVI y comienzos del XVII incluyendo una de las torres esquineras, hasta su venta en 1866 a Antonio Vinent, Marqués de Palomares del Duero, por los herederos de los Duques.
El historiador Félix González de León, a quien hemos mencionado repetidamente, nos da noticias históricas del Palacio y, lo que es más valioso, describe el estado del mismo en su época de mediados del siglo XIX, antes de su última división y venta; dejemos que nos hablen él y Alejandro Guichot:
- “Esta casa palacio… cogía … todo el frente de lo largo de la plaza, teniendo dos torreones uno en cada extremo, de los cuales existe el de la izquierda y la GRAN PORTADA QUE AUN CONSERVA ESTABA EN EL CENTRO. Arruinóse la parte de la derecha y sus dueños la enagenaron (sic). Por un portal o ZAGUAN ESPACIOSO… se entra y A LA DERECHA SE ENCUENTRA EL PATIO PRINCIPAL, claustrado de grande extensión, cuadrado, con galerías bajas y altas… con arcos sobre hermosas columnas de mármol. Otro patio no pequeño… viene a estar frente de la puerta principal… la casa la han DIVIDIDO EN DOS VIVIENDAS SEPARADAS… aunque tiene muchas ventanas bajas están en alto sobre las caballerizas… La escalera es sumamente espaciosa y sus gradas de mármoles encarnados… en ella se conserva una reja de labor extraordinaria”
- Obra costosa fue la TRANSFORMACION que sufrió la mansión señorial del XVI, casa palacio de los Guzmanes… cambió el aspecto de la casa… la fachada fue DECORADA al gusto ojival flamígero y el soberbio patio con ajimeces y exorno árabe, en los arcos de medio punto algunas manifestaciones platerescas… (Alejandro Guichot y Sierra, el Cicerone en Sevilla, t.I pag 198, 1925)
Evidentemente el Marques de Palomares modificó la apariencia de parte del antiguo Palacio mudéjar y renacentista de los Guzmanes o Medina Sidonia, pero no construyó el mismo de nueva planta, esto hubiera sido imposible en el escaso tiempo que lo disfrutó, fue una “decoración arquitectónica” o una remodelación de la apariencia del patio principal y las zonas más visibles desde la Plaza: la fachada y el torreón. En la foto del derribo de la iglesia de San Miguel se aprecian las obras que en el año 1868 se están llevando a cabo en el Palacio (dirigidas por Antonio de la Vega), además de los volúmenes arquitectónicos y torreones almenados correspondientes al palacio original.
Derribo de la iglesia de San Miguel en 1868, se pueden apreciar los listones de andamiaje para obras en el torreón del que ya era Palacio de Palomares, el mirador comienza a la misma altura que alcanza una de las grandes torres que se ven al fondo. (Tassara, Apuntes para la historia de la revolución de 1868… en Sevilla…, 1919)
Además, en las fotos, fechadas en 1957, del solar resultante del derribo del cercano cuartel de San Hermenegildo se ven los torreones y otros elementos correspondientes a épocas medievales o renacentistas del Palacio de los Guzmanes. Incluso se aprecia un balcón o ventanas que podrían corresponder al llamado por González de León en 1844 como “balcón árabe” del Callejón de los Estudiantes. También hay que considerar que el palacio conservó hasta su destrucción en la década de 1960 zonas con muros muy gruesos que debían estar en continua reparación por su evidente antigüedad.
Derribo del Colegio o Cuartel de San Hermenegildo y detalle del Palacio desde el solar del Cuartel, la zona oscura podría ser el “balcón árabe” citado por González de León en 1844.
Por cierto que el Marques de Palomares y su familia sufrieron una serie de desgracias desde que llegaron a Sevilla. El Marqués había comprado el Palacio desde Cuba en 1866 y en 1869 ya residía en Sevilla (las obras se harían muy rápidamente, lo que da idea de que se trataba de remodelaciones) pero en el transcurso de sólo tres años murieron sus tres hijos (todos antes de cumplir los treinta años), él mismo y su mujer.
El Palacio salió a subasta a los pocos años y en 1879 fue adquirido por Juan Antonio Fernández para instalar los “Almacenes del Duque”, de Fernández y Cía, negocio de textil continuado en su dirección por su hijo Manuel Fernández Escobar, y que permanecería hasta 1965. Fue de los principales establecimientos de tejidos y confecciones de Sevilla.
El patio del Palacio del Marqués de Palomares, en foto De Lucien Levy sobre 1880 y con el cerramiento para almacén de tejidos, foto fondo Universidad de Sevilla
La fachada principal en 1895 (Foto José Caparró)
La fachada como los “Almacenes del Duque” en 1946 (Manuel Agudelo),
y en 1933 foto Anónimo (Agudelo?)
Etiqueta de Almacenes del Duque, 1960 aprox. Archivo familiar R.Pro.
El Palacio del Marqués de Palomares sede de los “Almacenes del Duque”,
a comienzos de la década de 1960.
Palacio de Sanchez-Dalp
Se ha escrito sobre este edificio en muchas ocasiones, ¡cómo no recordar las detalladas descripciones hechas por Nicolás Salas y las imágenes rescatadas en sus programas y en sus libros! En 1904 Miguel Sanchez Dalp y Calonge, Conde de las Torres de Sánchez Dalp, compró el palacio de Eduarda Manjón, Marquesa del Valle de la Reina, y desde 1908 se llevaron a cabo las obras proyectadas por el arquitecto Simón Barrís y Bes.
En la historia de la construcción y destrucción de este palacio de Miguel Sánchez Dalp se mezclan motivos artísticos con otros personales y de relaciones sociales positivas y negativas difíciles de desentrañar. La construcción del palacio ya fue criticada (y envidiada) desde sus primeros años, pero también apreciada: las guías de década de los años 1910 nos dicen que la casa era digna de ser un museo. De hecho, las piezas que contenían circularon por el mercado de antigüedades después del derribo del palacio. Romero Murube la llamaba “la casa de los bellos oficios” por los artistas sevillanos que trabajaron en ella y que firmaron sus obras. Además, el Palacio atesoraba obras de arte y piezas arquitectónicas, fechadas desde la época romana, reaprovechadas e integradas en la construcción: columnas y rejas renacentistas, capiteles califales, fuentes del XVI y XVII, antiguas cerámicas, artesonados del XVI, etc. Después del derribo del Palacio muchas de estas piezas acabarán en paradero desconocido, incluso algunas de las cedidas a la Ciudad por el Corte Inglés, según Nicolás Salas que publicó el inventario que se hizo en los años 60.
Fuente italiana del s.XVII reaprovechada en el Palacio Sanchez Dalp, actualmente en el Alcázar. (de lo poco que nos ha llegado) pero sin el remate superior. Foto Reyes Pro
Escudo en piedra de la Ciudad de Sevilla, antiguamente en la medianera del Palacio Sanchez Dalp, hoy en el Alcázar. Foto Reyes Pro
Hemos mencionado antes el plano del siglo XVIII del Palacio de los Guzmanes o Medina Sidonia, en él se aprecia que el posterior Palacio Sánchez Dalp correspondería a la zona central del mismo. Incluso se conservaba en planta la fachada en esviaje. Esviaje u oblicuidad del muro de fachada que correspondería en origen al hecho de que el antiguo palacio medieval fue producto de la unión sucesiva de varias construcciones sin intención o plan unitario, como dijimos. Hemos visto también como a fines del XVI y comienzos del XVII el Duque de Medina Sidonia reformó la fachada del Palacio, lo que evidente se haría en el estilo arquitectónico propio de la época.
Actualmente en la Calle Bustos Tavera se conserva un ejemplo de fachada de ese momento, en ella bajo el balcón principal el vano de la puerta se enmarca en unas pilastras y dintel almohadillados del siglo XVII. Por cierto, que esta portada y unas fotos en “Arquitectura civil sevillana”, libro publicado en 1977, es lo que queda de esta casa de la calle Bustos Tavera (que además hoy tiene el herraje del balcón puesto al revés, ¡vaya despiste!).
Palacio de Sanchez Dalp antes de 1908 donde vemos la portada almohadillada (detalle de una postal de 1904) y fachada de Bustos Tavera 10, “antes (foto Palau o Franco en Arquitectura Civil Sevillana) y después” (foto Reyes Pro)
Este ejemplo de portada (con parecido en su obra almohadillada a la modificación hecha en 1578 en la Puerta de Carmona y a la antigua puerta de la Casa de los Monsalves), nos recuerda a la fachada principal del Palacio en su estado anterior a su compra y remodelación.
Contemplando las fotos parece muy probable que el arquitecto Barrís conservase la zona de la puerta, que había sido acceso principal al Palacio de los Guzmanes (y desde la que antiguamente se accedía en recodo al gran patio central, que sería después del Palacio Palomares) antes de que fuese dividido en varias propiedades. Puede que incluso se aprovechasen otras estructuras como el zaguán, el gran hall de honor o la escalera monumental. Podemos pensar que muchos elementos y zonas originarios del Palacio de los Guzmanes (mudéjares, renacentistas y manieristas) habían llegado al siglo XIX y llegaron al XX.
Puerta principal del Palacio de Sanchez Dalp Cofradía del Silencio, detrás los palacios de Sanchez Dalp y Palomares
Los monumentos y palacios de la Plaza del Duque, sobre todo los Palacios de Palomares y de Sanchez-Dalp, que habían sido parte del Palacio de los Guzmanes o de los Duques de Medina Sidonia, fueron destruidos en la década de 1960, una época desgraciadamente nefasta (ésta, sobre todo, pero también varias más, anteriores y posteriores) para el Patrimonio de Sevilla.
Toda la Plaza del Duque fue objeto de una “demolición integral” en palabras de Carlos Colón, de una destrucción completa; destrucción que, sobre todo, en el caso de los antiguos palacios de los Guzmanes o Medina Sidonia (Palomares y Sánchez Dalp) fue especial y absolutamente incomprensible. Es cierto que la legislación vigente en los años 60 no era la que mejor cobertura podía dar a la protección del Patrimonio, pero aun así la destrucción de la Plaza del Duque estuvo fuera de toda lógica. Esperemos que aprendamos del pasado, de esta destrucción absurda. Fue algo incomprensible por tener lugar ante la indiferencia o incluso la conformidad de la mayoría de los ciudadanos, pero sobre todo fue incomprensible porque quienes intervinieron y autorizaron el derribo eran personalidades de prestigio en el mundo cultural y estaban capacitados para apreciar los valores histórico-artísticos:
Pero dejemos hablar a un testigo directo:
Conocí esta Plaza cuando en ella se alzaba el palacio de los Guzmanes, más conocido por el nombre de Medina Sidonia… tengo que decir que fue RESTAURADO en el siglo XIX no con un buen criterio arqueológico por sus propietarios los Marqueses de Palomares. … Cuando llegó la hora de su derribo , en la década de los años 60, participé en la tasación de sus artesonados del siglo XVI, que posteriormente adquirió Sor Cristina de Arteaga, abadesa del monasterio de Santa Paula, para colocarlos tanto en el convento de los Jerónimos de Granada como en el cenobio de la misma orden en Constantina. En aquella ocasión… deseaba la Real Maestranza de Caballería de Sevilla comprar unos alfarjes antiguos con destino… (a la) … ampliación de su sede… Para ello nos reunimos en el antiguo Palacio de la Plaza del Duque, José Hernández Díaz, Antonio Sancho Corbacho, Miguel Rojas Solís (quien aclaramos representaba a la Maestranza de Caballería) y yo. A pregunta de este último al señor Corbacho sobre si consideraba los referidos artesonados obra del siglo XVI recibió la contestación de que se habían hecho en época del Marqués de Palomares. Entonces rogué a uno de los albañiles… que levantara dos hiladas de ladrillos… del piso superior… justamente en su sector central. Mucha fue la sorpresa de todos cuando vimos aparecer grabada en la madera la fecha de construcción de la pieza: 1539…. Después supe que en la Comisión de Monumentos a la que pertenecían Hernández y Sancho querían quitarle importancia a estas obras de arte, apoyándose en el hecho de haber sido mal restauradas por Palomares. De esta manera querían justificar el permiso que ambos dieron al derribo de este edificio. (Joaquín González Moreno, Calles de Sevilla 1997, pags. 129 y 130).
Dedicado a todos los que han estudiado la historia de Sevilla y han defendido su patrimonio: Miguel, Manuel, Joaquín, Nicolás…
… y a mis padres y abuelos que me enseñaron a amar esta Ciudad
Reyes Pro Jiménez
Historiadora y bibliotecaria
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