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La plaza del Duque, cofradías y destrucción: Parte primera. Reyes Pro Jiménez


 “… el mal gusto todo lo atropella.”
Félix González de León. Noticia artística de Sevilla, 1844-1845

Uno de los lugares de la Ciudad más frecuentados por las cofradías en sus itinerarios hacia el inicio de la carrera oficial es la Plaza del Duque de la Victoria, plaza que de forma habitual es llamada simplemente Plaza del Duque e incluso sólo “El Duque”. Varias cofradías la atraviesan cada día de la Semana Santa, muchas personas las ven allí y en sus sillas se sientan los abonados que “rebosan”, pues ya no caben en la propia Campana. En el Duque, siendo una niña y acompañando a mis abuelos, contemplé por primera vez el paso de mi querida cofradía de los Javieres, fundada pocos años antes cerca de su domicilio familiar.

 

Los Javieres por la Plaza del Duque. ICAS, fondo Serrano

Lo recuerdo en una imagen muy similar a la conocida foto de Serrano y ese es precisamente mi primer recuerdo de los Palacios de Sanchez-Dalp y de Palomares, que se ven tras el paso del Cristo de las Almas. El palacio de Palomares era aún el edificio de los “Almacenes El Duque”, de Fernández y Cía., comercio textil al que acudían mi madre y mi abuela en esas tardes de compras interminables (sobre todo para una cría) en las que los dependientes sacaban sillas para que se sentaran las clientas. Desde luego yo prefería acompañar a mi padre o a mi abuelo a la cercana Confitería Cofrán, en la calle Jesús del Gran Poder. 

 

Mis abuelos en la puerta de los Almacenes El Duque, ella parece enfadada  porque están cerrados y él feliz, quizás por el mismo motivo o por la caja de pastelitos de Cofrán que lleva. Archivo R.Pro. Década de 1950

Pero vayamos al tema. Es conocidísima la historia de la destrucción de cada uno de los edificios de esta plaza, sobre todo la del Palacio de Sanchez-Dalp, pero creo que no está de más repasar algunas notas para ver algo que puede ser incluso más importante que el derribo de los edificios o de los monumentos: la destrucción del entorno, del ambiente, del carácter… porque es signo de la aniquilación histórica del espíritu de la Ciudad.

Como muchos enclaves sevillanos el nombre de la plaza ha variado con los años, casi siempre usando la palabra “duque”, aunque antes de 1839 el Duque fuese el de Medina Sidonia y desde esa fecha el de la Victoria, Baldomero Espartero. Así, anteriormente al siglo XIX fue llamada Plaza del Duque de Medina Sidonia, Barrio del Duque y Paseo del Duque. Desde 1841 hasta 1936 fue denominada plaza del Duque de la Victoria, en dicho año 1936 pasó a denominarse oficialmente como plaza de Queipo de Llano (este fue Marqués no Duque), aunque los sevillanos, personas sabias, ante tanto lio siguieron usando el antiguo nombre, normalmente simplificado como “plaza del Duque”. En 1980 el nombre de “Plaza del Duque de la Victoria” volvió a ser el oficial. 

No sólo su nombre ha tenido variaciones, es uno de los lugares que más ha cambiado en su apariencia en el transcurso de los años, podríamos decir que en pocos años. Usando la gran fuente de información histórica que es el llamado ”Plano de Olavide”, dibujado por su iniciativa en 1771, podremos comprender que desde la Edad Media hasta ese momento no sufrió muchos cambios, pero ya desde el XIX comenzó la gran “remodelación” que traería la configuración que hoy vemos. 

El lado de la calle Jesús del Gran Poder, llamada Palmas en el XIX (en el tramo más cercano a la Plaza del Duque), lo ocupaba  el colegio de San Hermenegildo bajo la orden de los Jesuitas, según el historiador González de León (que escribe a mediados del XIX) era muy amplio y tenía varios patios, ocupando toda la zona entre las actuales plazas del Duque y de la Gavidia. Ya en 1802 fue destinado a otro uso del originario pues en él se instaló un cuartel. Con ello si bien el edificio del colegio no fue derribado, en ese momento, sí que fue muy alterado. 

 

Los Panaderos, detrás el cuartel antiguo colegio de San Hermegildo 

La Plaza del Duque estaba presidida por la iglesia de San Miguel, construida en el siglo XIV y derribada en 1868 por la Revolución, llamada “La Gloriosa” que, como decía mi abuelo, más parecía un nombre de confitería antigua. La destrucción de este monumento fue la primera y la principal, o por lo menos una de las principales, pérdidas de la Plaza del Duque.

Vamos a repasar la historia de la Plaza y de sus edificios en general, aunque próximamente describiremos y analizaremos más detalladamente las transformaciones y destrucciones que estos sufrieron, con atención especial a algunos de ellos como los primeros en ser derribados o alterados en su uso originario; nos detendremos también en los palacios que hemos nombrado: de SanchezDalp y de Palomares, antes de Medina Sidonia. 

En el año 1871 Álvarez Benavides detalla en su “Nomenclator…” los extremos de la Plaza del Duque: Campana (anteriormente Plazuela del Pastelero o del Confitero, curiosa recurrencia de la Historia), Armas (luego llamada Alfonso XII), Palmas (uno de los tramos de la actual calle Jesús del Gran Poder que tuvo hasta cinco nombres en varios de ellos), Trajano (hasta el XIX de la Alameda y del Puerco) y Estudiantes. 

Esta calle de los Estudiantes, más bien callejón por su estrechez, fue denominada así sin duda por ser colindante al Colegio de San Hermenegildo y antiguamente  tuvo el nombre de Callejón del Juego de Pelota. Partiendo de la plaza del Duque llegaba hasta la calle Armas (Alfonso XII) formando un ángulo recto rodeando el Palacio de Medina Sidonia, (luego de Palomares). Álvarez Benavides nos dice que en ella  “es de notar el balcón árabe que se halla en la casa número 5”, sin duda perteneciente al palacio mudéjar de los Duques de Medina Sidonia. 

El mismo Álvarez Benavides escribió que la Plaza aun conservaba en su época edificios importantes y representativos. En ese momento nos dice que “es una de las plazas más importantes de la ciudad tanto por su situación cuanto por los excelentes edificios que contiene…”. Estos eran las casas correspondientes a: Gertrudis Zuazo, vda. de Caballero Infante (con el número 7), la Marquesa Vda. de Motilla (número 10, donde a comienzos del siglo XX se construiría el Palacio de Sánchez Dalp), el Marqués de Palomares “LA CUAL FIGURA ENTRE LAS MÁS NOTABLES DE LA CIUDAD” (número 11), el Conde de VillaPineda (número 7). Además cita el Casino Sevillano y algunos establecimientos en el número 9, las ruinas iglesia de San Miguel (en el número 2 de la calle Palmas, el número 1 de esta era el cuartel de San Hermenegildo). También la plaza contaba con parada de carruajes de alquiler. 

 

Plaza del Duque a comienzos del siglo XX

Década de 1960.La Plaza del Duque antes del derribo de los palacios de Palomares y de Sanchez Dalp y del Colegio Alfonso X

 

La Plaza desde el siglo XIII al XVIII

Después de la Reconquista de Sevilla en 1248, la familia de los Pérez de Guzmán (conocidos por “Los Guzmanes” y desde mediados del siglo XV con el título de Duques de Medina Sidonia ) obtuvieron una amplia parcela en el barrio de San Vicente donde edificaron su palacio. A finales del siglo XV consta que este palacio disponía delante de su fachada principal de una plaza pública que sería la originaria de la actual plaza del Duque, pues fue en esa época cuando comienza a extenderse la mentalidad renacentista, que da gran importancia a la apariencia exterior de los edificios, frente a la concepción medieval de construcción hacia el interior.

Otro hito importante en la construcción de la plaza fue la edificación a partir de 1356 de la iglesia parroquial de San Miguel,” toda de piedra de robustos pilares y … de fuertes bóvedas”, de tres naves más capillas laterales y torre, todo según el testimonio de González de León a mediados del siglo XIX.

La plaza se convirtió en uno de los espacios más representativos de Sevilla desde la Edad Media hasta el siglo XVIII. Así cuando Felipe II visitó la ciudad en 1570 pasó por diversos puntos principales de su centro, como la "calle de la Sierpe" y la "plaza del Duque".

En el siglo XVII continuó el prestigio y esplendor de la zona: cuando llegó a Sevilla la acaudalada familia Cavaleri situó su casa frente al palacio de los Duques de Medina Sidonia, compraron la puerta principal del Palacio Quirós de la plaza de la Gavidia y la instalaron en su casa. Curiosamente esta portada es de los pocos vestigios históricos que hoy nos quedan de la Plaza. 

 

Traslado del paso de los Panaderos, década de 1960. ICAS, fondo Cubiles

 Sin duda el terremoto de 1755 había afectado al Palacio mudéjar de los Duques de Medina Sidonia, pues entre 1767 y 1769 el asistente de la ciudad, Pablo de Olavide, conocido entre otros temas por su intento de revitalizar el teatro en nuestra Ciudad, proyectó un teatro sobre una parte que estaba arruinada pero no hubo dinero para finalizar la obra.

 

Siglo XIX

La iglesia de San Miguel había sido reformada en 1827, con no muy buen criterio del cura párroco de la época, según el historiador González de León, coetáneo de esas obras. Desaparecieron cuadros muy valiosos, atribuidos por los eruditos de ese momento a Velázquez, Zurbarán o al mismísimo Rafael. A los pocos años y a pesar de esas recientes obras y de que varias hermandades tenían sede en San Miguel (el Amor, Pasión, la Soledad y una sacramental fusionada con la de la Virgen del Rosario) se ordenó su demolición por la Revolución “Gloriosa”, junto con la de otras iglesias y monumentos de la Ciudad. ​

En su solar, situado en la zona norte de la Plaza, se construiría el Teatro Circo del Duque, que pronto pasó a ser solamente teatro. A finales de este siglo XIX los hermanos Álvarez Quintero mantuvieron una relación muy estrecha con este teatro.

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Teatro del Duque y la Vinícola

El antiguo palacio de los duques de Medina Sidonia se encontraba muy deteriorado a mediados del siglo XIX cuando el marqués de Palomares lo adquirió y lo reformó para que fuera su propio palacio, pero NO LO DERRIBÓ. Desde entonces el reformado palacio de los Duques de Medina Sidonia se conocería como palacio del Marqués de Palomares. En 1879 los herederos lo vendieron para que se instalasen en él los “Almacenes del Duque”, dedicados al comercio textil.

Interior del Palacio de Palomares, convertido en Los Almacenes El Duque

En 1892 se sustituye la fuente que había en el centro de la plaza por una estatua sobre un pedestal representando al pintor Diego Velázquez, obra de Antonio Susillo que aún hoy la preside la Plaza. 

 

Siglo XX 

En el año 1900 al suroeste de la plaza se situaba la Fonda de Suiza y Roma que, sobre 1910, pasó a denominarse Hotel Roma. En 1917 este Hotel Roma se reformó para compartir edificio con un nuevo hotel, el Hotel Venecia, que a su vez en la década de los años 30 pasó a ocupar todo el edificio. Durante la Guerra Civil era un hotel preferido por los periodistas extranjeros. En los años 60 el hotel fue cerrado y el edificio derribado (lo habitual en ese momento).

El Hotel de Roma, década de 1910

 

Tras ello se construyó en 1969 en su solar un edificio moderno de una altura similar para SIMAGO, populares almacenes con supermercado, con mercancía de bajo precio. Se hizo famosa la comparación: “tiene más mala cara que los pollos de Simago”.

Posteriormente este edificio comercial fue tienda de ropa de Marks & Spencer y más recientemente El Corte Inglés lo adquirió para tienda textil y lo reformó para darle una estética similar a un edificio de comienzos del siglo XX.

A comienzos del siglo XX junto a los antes citados Almacenes del Duque, Miguel Sánchez-Dalp construyó su palacio, usando un estilo ecléctico y  neomudéjar, que estuvo muy en boga en ese momento y hasta la época de la Exposición Iberoamericana de 1929. En 1924 el entonces arquitecto municipal Juan Talavera y Heredia reforma la plaza.

Durante sus últimos años, el Teatro del Duque que hemos mencionado fue un cine y sería demolido en 1938 junto con el establecimiento de bebidas de la Vinícola que estaba medianero.

La cofradía de los Panaderos delante del establecimiento La Vinícola

En esa parcela se edificaron inmuebles que albergaron la sede de la Delegación Provincial de Sindicatos (luego de Comisiones Obreras) y el Hotel América. En los bajos de ésta estuvo la cafetería América, toda pintada en  amarillo y con grandes tubos en su decoración, por lo que la llamábamos el “Submarino”, en un guiño a los Beatles y su disco Yellow Submarine. Abierta en 1975, la cafetería se mantuvo hasta el año 2003.

También acabaría derribado en 1957 el Cuartel, que alojaba al regimiento Soria, en el edificio del antiguo convento de San Hermenegildo de los Jesuitas.​ De dicho convento hoy solo se conserva su iglesia, magnífico templo, de planta oval, que se salvó en el último momento gracias a su declaración como Monumento Nacional, hoy está sin uso y cerrada.

El resultado del derribo del cuartel fue una zona llamada plaza, (entonces plaza del 18 de Julio, hoy de la Concordia), para la que el plan urbanístico definía como objetivos "realizar un importante ensanche y el aprovechamiento de las posibilidades urbanísticas en orden al adecentamiento, descongestión del tráfico, aparcamiento y logro de zonas tranquilas de expansión". ¡qué cosas! : el tráfico, llevarlo hasta el centro de la ciudad, y el aparcamiento eran lo más importante para la época. Este plan incluso sugería desmontar la Plaza del Duque para hacer un aparcamiento. En la actual plaza de la Concordia se construyó en 1966 por los arquitectos Monserrat y López de Asiaín un bloque pensado para oficinas, que se destinaría a Comisaría de Policía.

En 1963 se derriba el palacio de los Cavaleri, conservándose solamente la puerta principal, antiguamente en el Palacio Quirós, como dijimos. En esa parcela se inauguran en 1970 los almacenes Lubre. ​Este edificio albergaría también el Hotel Derby y, tras el cierre de los almacenes Lubre, más secciones de El Corte Inglés, actualmente existe en él un supermercado

Junto a los Almacenes del Duque y al palacio de los Sánchez-Dalp se encontraba el colegio Alfonso X el Sabio. En el año en 1966, que estos tres edificios fueron adquiridos por la empresa El Corte Inglés que los derribó para construir grandes almacenes. La construcción se hizo en poco más de un año y  en 1968 El Corte Inglés de la Plaza del Duque abrió sus puertas. La cosa hubiera podido resultar aún peor, pues existió un proyecto arquitectónico que usaba una estética “neomudéjar” totalmente alucinante.

Proyecto para edificio de grandes almacenes, 1966

Así la demoliciones, que se iniciaron en el siglo XIX con la Parroquia de San Miguel y que siguieron en el XX con el derribo del Palacio Cavaleri y del Cuartel o antiguo colegio de San Hermenegildo, culminaron con el derribo de dos palacios: el de los Sanchez-Dalp y el de Palomares para construir unos grandes almacenes, que muy bien hubieran podido situarse en cualquier otra zona de la ciudad, incluso de su centro histórico.

Esta destrucción de la Plaza del Duque sustituyó un patrimonio arquitectónico y artístico que configuraba un entorno de personalidad única, por otro banal y de arquitectura anónima, en el que el carácter y el alma de la Ciudad que heredamos ya no existen y no podrán ser legados a quienes nos sucedan.

CONTINUARÁ…

 

Reyes Pro Jiménez. Historiadora y bibliotecaria










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